Opinión

A pesar del genocidio, la resistencia se hace sentir (III)

Los británicos, cuyo imperio ya había perdido gran parte de su fuerza, tuvieron que abandonar Yemen el 30 de noviembre de 1967.

Juan Hernández Machado/Opinión/El Pregonero del Darién

Según el Ministerio de Salud de Gaza, ya hoy vamos por 33,797 palestinos muertos y 76, 094 heridos debido al genocidio que está cometiendo Israel contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania… y seguimos contando.

Sin embargo, como mostramos en los dos trabajos anteriores, continúa la resistencia con todos los medios y de todas las formas posibles, tanto por parte de los palestinos como de aquellos hermanos que los apoyan en el enfrentamiento armado.

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En esta ocasión nos referiremos a las acciones de la Resistencia Islámica en Iraq y a las acciones de los yemenitas.

Según diferentes informaciones de la prensa que sigue y reporta realmente lo que sucede en el terreno y no de la gran prensa que responde a Estados Unidos e Israel y difunde la campaña de desinformación y mentiras que les interesan a ellos, desde el inicio del genocidio contra el pueblo palestino el pasado 7 de octubre, la Resistencia Islámica de Iraq, en apoyo a sus hermanos palestinos, ha ejecutado más de 240 acciones militares contra fuerzas de Estados Unidos e Israel en su propio país, en Siria y en los territorios ocupados.

Los principales medios utilizados en sus acciones son cohetes y drones de diferentes tipos, encontrándose entre sus blancos israelíes las refinerías de petróleo en la Haifa ocupada, la base de Yarden en el Golán sirio ocupado, la base aérea de Ramat David, en Haifa, la Base Naval de Eilat, sede del Escuadrón 915 de patrulla, situada en el Golfo de Aqaba.

Otras instalaciones israelíes que han sido atacadas por la Resistencia Islámica de Iraq han sido la base aérea de Tel Nouf y la base de Johanten en territorio que Israel ocupa en el sur.

Lo importante de todos estos ataques es que los mismos tuvieron éxito, según los videos mostrados por la resistencia en redes sociales y alternativas, y los cohetes y drones no pudieron ser destruidos por la afamada defensa anti aérea de Israel.

En cuanto a los objetivos estadounidenses, el más golpeado ha sido la base militar de Deir Ezzor, que ocupan los yanquis contra todas las banderas en territorio sirio, para poder continuar explotando reservas petroleras cercanas, las cuales le roban a la República Árabe de Siria.

Esta organización de la resistencia ha dejado en claro la responsabilidad del gobierno estadounidense por su apoyo irrestricto al régimen sionista de Israel y que sus acciones continuarán mientras continúe el genocidio de los palestinos.

Por su parte, a un mes y días después de iniciados los bombardeos israelíes contra Gaza, los yemenitas comenzaron sus ataques contra todo buque de transporte vinculado a Israel que intentara cruzar el Mar Rojo.

De inmediato la gran prensa comenzó a referirse a ellos como los terroristas hutíes de Yemen y el gobierno del señor Biden envió sus fuerzas navales al área, luego de coordinar con otros países aliados para que los acompañaran, recibiendo una respuesta positiva de unos pocos.

Pero, permítame, por favor, darle algunos elementos sobre los yemenitas para situarlos en el justo lugar que se merecen.

En nuestro contexto latinoamericano poco se divulga sobre este gran país, al que la gran prensa de Estados Unidos y sus aliados, lo presentan junto a sus ciudadanos como lo peor que existe.

Sin embargo, cuando usted los llega a conocer y puede tener acceso a su historia- como me sucedió a mí hace 50 años- se da cuenta que estamos ante uno de los centros más antiguos de civilización en el Medio Oriente y de uno de los pueblos más nobles del mundo.

De Yemen llegaban a los pueblos mediterráneos caravanas cargadas de incienso, mirra, cardamomo, canela y otras riquezas, y es que desde el siglo VIII aparecen en el territorio que hoy ocupa, pequeños estados independientes como la dinastía zaidí o zaidita- a propósito, actual minoría musulmana chiíta, de alrededor de 10 millones de personas a la que pertenecen los hutíes que tan demonizados son por la gran prensa occidental- que procedía de áreas montañosas en la frontera entre Yemen y Arabia Saudita.

Posteriormente, Yemen fue objeto del dominio de califas de Egipto y luego de sultanes del Imperio Otomano para, más adelante, ser parte del entonces poderoso Imperio Británico.

Su posición geográfica era- y continúa siendo- estratégica para el comercio internacional y fundamentalmente para el aprovisionamiento de combustible de los británicos, quienes, ni cortos ni perezosos, controlaron el puerto de Adén mientras que en Egipto se construía el Canal de Suez.

Por su parte, los turcos otomanos, también con intenciones expansionistas, lograron controlar el norte del país y desde entonces comenzamos a conocer, con diferentes nombres y denominaciones, un Yemen en el norte, y otro en el sur.

Con la caída del Imperio Turco Otomano tras el final de la Primera Guerra Mundial, el norte de Yemen quedó bajo el liderazgo de un líder religioso islamista quien se declaró rey del territorio, dando lugar así al Reino de Yemen.

Con ligeros cambios no trascendentales transcurre el reinado hasta que el pan arabismo egipcio se extiende a otros confines y en septiembre de 1962 el rey fue depuesto por revolucionarios inspirados por esas ideas, dando paso a la República Árabe de Yemen, llamada Yemen del Norte por muchos.

Los republicanos, dirigidos por Abdullah Sallah, fueron apoyados por la entonces República Árabe Unida (Egipto y Siria), mientras que los leales al rey recibieron el apoyo de Arabia Saudita y Jordania desde la frontera con el primer país, a donde escapó el regente y sus principales seguidores posteriormente. La lucha entre ambos bandos duraría ocho años.

No pudiendo derrotar a los republicanos, a pesar de todos los esfuerzos hechos para lograrlo, se iniciaron conversaciones entre ambas partes en 1970 y finalmente Arabia Saudita reconoció a la República, poniendo fin al conflicto armado.

Por su parte, en el sur del país, el sultán Muhsin bin Fadl que gobernaba el estado de Lahej- que entonces incluía a Adén- se lo cede a los británicos y en enero de 1839 las fuerzas de la Compañía Británica de las Indias Orientales, apoyadas por la Marina Real británica, desembarcaron en Adén para ocupar el territorio, el que se convertiría en un importante centro comercial y de abastecimiento para todas las embarcaciones que iban y venían desde la India hasta el Medio Oriente.

Adén fue parte de la India Británica hasta 1937 cuando se convierte en la Colonia de Adén, la cual, junto con diferentes califatos establecidos en el Hadhramaut, formaría el Protectorado de Adén, o como otros lo conocían, Yemen del Sur. Es importante destacar que la parte correspondiente al puerto de Adén tuvo un apreciable desarrollo mientras que las otras partes del Protectorado se estancaron.

A inicios de la década del 60 del pasado siglo, Adén y varios de los califatos miembros del Protectorado formaron la Federación de Arabia del Sur, mientras que otros que no aceptaron, en especial el radicado en el Hadhramaut, forman un Protectorado separado denominado Arabia del Sur. No obstante, las dos agrupaciones quedaron vinculadas a Gran Bretaña.

En Adén radicó el Comando para Medio Oriente, de los británicos, y cuando estos fueron forzados a abandonar el Canal de Suez tras la crisis de 1956, los miles de soldados que salieron de Egipto se establecieron en esa ciudad portuaria yemenita. Además, como principal componente económico, los británicos construyeron en Adén una refinería de la compañía British Petroleum.

La lucha en Yemen del Norte, unida a las ideas pan arabistas procedentes de Egipto, influenciaron grandemente al sur, donde se forman dos agrupaciones de corte nacionalista: el Frente de Liberación Nacional (FLN) y el Frente para la Liberación del Yemen del Sur Ocupado (FLOSY, por sus siglas en inglés), los cuales inician sus acciones contra el ocupante colonial británico en octubre de 1963, el que no vaciló en emplear sus mejores armas, incluyendo la aviación y la artillería, para tratar de acallar al movimiento emancipador yemenita.

En las montañas de Radfán, a unos 115 kilómetros de Adén, se inició la insurrección contra el ocupante británico, la cual se extendió a otras partes del territorio ocupado por ellos, incluyendo el propio Adén, donde se libró la Batalla de Cráter, uno de los barrios que lo conforman.

Los británicos, cuyo imperio ya había perdido gran parte de su fuerza, tuvieron que abandonar Yemen el 30 de noviembre de 1967, – al igual que hicieran en otros momentos en Malasia, Singapur o Malta- surgiendo así la República Popular de Yemen, que tres años después adoptaría el nombre de República Popular y Democrática de Yemen (RPDY).

Ese fue el país que conocí en la década del 70.

Concentrados en Adén estaban trabajadores militantes, conscientes y con buena educación mientras que en las zonas que pertenecieron a los califatos del Protectorado existía un nivel de economía de subsistencia y muy bajo nivel cultural.

No obstante, fue una realidad el interés de los dirigentes de ese país por lograr el desarrollo integral en todo el territorio, mejorar la atención a la mujer- un tema extremadamente conflictivo en los países árabes-, y desarrollar buenas relaciones con el norte, que permitieran eventualmente una reunificación de los dos Yemen, ya que, como se conoce, una política imperial y colonialista siempre ha sido la de “divide y vencerás”, como le hicieron al pueblo vietnamita en su momento y como hicieron con Corea posteriormente, al igual que continúan haciendo con Taiwán para usarla como punta de lanza en contra de la República Popular China.

A pesar de dificultades diversas, las autoridades de las dos partes de Yemen llegaron a un acuerdo y el país se reunificó en un solo Estado el 22 de mayo de 1990.

En esa década es que surge el movimiento de los hutíes, que adopta ese nombre debido a su líder Hussein-al Houthi. También se le denomina Ansarallah (Partidarios de Dios).

Diferencias confesionales de este movimiento con los sunitas y con los wahabíes sauditas se hicieron sentir en Yemen, especialmente después del 2003 cuando el presidente apoyara la segunda invasión estadounidense a Iraq.

Es importante resaltar que en los momentos de preparación de la primera intervención, en 1991, Yemen era miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y que, junto a Cuba, fueron firmes defensores de que se adoptaran las medidas correspondientes con Iraq por su invasión a Kuwait pero no al extremo que pedía el gobierno estadounidense, quien no escatimó en presiones a otros miembros para lograr que se aprobaran sus lineamientos e indicaciones.

Al- Houthi fue asesinado en el 2004, pero sus seguidores se fortalecieron y presionaron para que se produjeran cambios en el gobierno, el que desata una feroz guerra contra ellos en el 2009 pero no logra derrotarlos.

En el 2011 el presidente entrega el poder a su vicepresidente Abd-Rabbu Mansour Hadi, quien se enfrenta a la presión de los hutíes. Tres años después, éstos alcanzaron el control de Sanáa, la capital del país, derrocan al presidente Hadi, disuelven el Parlamento y conforman un Comité Revolucionario para dirigir Yemen.

Hadi se refugia en Arabia Saudita en el 2015, cuando ese país inicia una guerra contra los hutíes, solicitada por él pero apoyada por los Estados Unidos que no veía con buenos ojos ese movimiento chiita. El conflicto se extendió hasta el 2022 cuando se firma un alto al fuego, quedando los hutíes en control de gran parte del norte de Yemen.

El país sufrió una gran destrucción, casi cuatro millones de habitantes fueron desplazados, tuvieron miles de muertos y heridos, fundamentalmente civiles y unos 24 millones de personas (el 80% de la población yemenita) quedaron necesitadas de ayuda humanitaria para vivir.

Después del cese al fuego, los hutíes han buscado llegar a un acuerdo con los sauditas. Se han declarado por la regeneración nacional, intolerancia a la corrupción y contra el sionismo y el imperialismo.

Es así como en solidaridad con sus hermanos palestinos ante el último genocidio por parte de Israel a partir del 7 de octubre pasado, los yemenitas decidieron actuar en el Mar Rojo, el mar Arábigo y el océano Índico contra todo buque que sirva a los intereses de Israel hasta que cese la agresión de ese país contra Gaza.

Para inicios de abril del 2024, ya las fuerzas yemenitas habían atacado 90 embarcaciones pertenecientes al régimen sionista o vinculadas a él, deteniendo de esa forma sus suministros y exportaciones a través del Mar Rojo, así como a algunos buques de guerra de Estados Unidos y sus aliados que pretendieron escoltar a los anteriores y evitar los ataques de Yemen.

Los buques militares estadounidenses, británicos y franceses han demostrado su inefectividad para detener a Yemen, siendo la fragata francesa Alsacia el último buque de la coalición occidental que abandonara el Mar Rojo hacia el Canal de Suez después de quedarse sin cohetes ni otras municiones durante su primer enfrentamiento a fuerzas yemenitas. Anteriormente lo había hecho la fragata Iver Huitfeldt, de Dinamarca.

Diferentes jefes militares de estos países y de los propios Estados Unidos de América que participan en esta nueva aventura militar imperialista han reconocido que no esperaban alcanzar ese nivel de amenazas en el Mar Rojo y que los combatientes yemenitas tenían un buen dominio de los cohetes y drones que utilizan en sus acciones, y que mientras más disparan, más precisos se vuelven.

Diferentes medios de prensa del área divulgaron declaraciones de Dave Wroe, comandante de uno de los destructores estadounidenses enviados al área, quien aseguró que los yemenitas constituían la mayor amenaza para una agrupación naval como la suya desde la II Guerra Mundial.

Wroe aceptó que la combinación de cohetes balísticos, crucero, anti buques, así como de drones, lanchas y submarinos no tripulados pero cargados de explosivos utilizada por Yemen en los últimos meses era bastante difícil de superar, además del cansancio de sus hombres alejados de casa y privados de sus comodidades.

La respuesta imperial a esa determinación de los yemenitas, iniciada el 12 de enero de este año, es bien conocida por todos: la en otras ocasiones poderosa y siempre invencible cohetería británico- estadounidense se lanzó contra Yemen con el objetivo de destruir su capacidad militar.

Juan Hernández Machado

Sin embargo, esos relevantes adjetivos se quedaron allí, en adjetivos solamente porque si bien es cierto que han golpeado diferentes lugares del territorio yemenita donde supuestamente se encontraban sus principales centros militares, el daño ha sido mínimo, la capacidad yemenita de acción no se ha visto afectada y continúa la resistencia y acciones contra el régimen sionista al no haber este detenido su genocidio al pueblo palestino.

Se conoce que el gobierno estadounidense envió a un funcionario de la administración a Yemen con el fin de buscar una solución diplomática al problema ya que reconocen que no hay solución militar.

Aunque el régimen de secreto impuesto por el gobierno israelí sobre sus pérdidas, bajas y afectaciones económicas debido a la resistencia a su genocidio contra el pueblo palestino es grande, sí se conoce que gracias a las acciones de los yemenitas prácticamente se ha detenido el abastecimiento a ese país a través del Mar Rojo.

Téngase en cuenta que la vía Canal de Suez- Mar Rojo es la más corta para el transporte naval entre Europa y Asia. En el 2023 se reportaba que el 12% del tráfico de carga internacional se hizo a través de esa vía.

Hoy, gracias a la acción de los yemenitas, las navieras vinculadas a Israel tienen que consumir entre 15-25 días más de travesía para cumplir su cometido, ya que tienen que utilizar la ruta a través del Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica.

Israel depende de la vía de Bab El-Mandeb para recibir en el puerto de Eilat, los buques portacontenedores con todo tipo de mercancía ligera de alimentación y de vida, así como muebles, efectos electro domésticos y otros. Esto representa una cuarta parte de su comercio exterior. El cierre de esa vía para Israel significa la pérdida de 15 mil millones de dólares al año.

Un ejemplo de la efectividad de este bloqueo es que el importante puerto israelí de Eilat, funciona solamente a un 15% de su capacidad según han podido constatar periodistas y otros interesados sobre el tema que lo han divulgado a diferentes medios de la región.

Pero las acciones de los yemenitas no solo se han limitado a lo descrito anteriormente, sino que también han realizado ataques coheteriles y con drones contra instalaciones militares y económicas de la entidad sionista, como el propio puerto de Eilat.

Y yo agrego algo que hemos dicho en otras ocasiones: que los yemenitas están también, con ese apoyo a sus hermanos palestinos, defendiendo su propia tierra y su independencia, pues los enemigos de los palestinos hoy son los mismos que quisieron destruirlos totalmente hace unos años. Ellos han vivido allí durante cientos de años y los militares yanquis y británicos están a miles de millas de sus respectivos países y nadie los llamó a ser guardianes de nada en ese lugar.

La solidaridad yemenita con sus hermanos palestinos continuará, según manifestó recientemente Muhammad Ali Al-Huthi, miembro del Consejo Político Supremo de Yemen al declarar que las operaciones de las fuerzas armadas yemenitas continuarían mientras que el enemigo mantenga su asedio y exterminio sobre el pueblo de Gaza.

Nosotros los cubanos conocemos muy bien el valor de la solidaridad, debido a las agresiones del gobierno estadounidense durante más de 70 años; comprendemos lo que sucede en Palestina y por eso apoyamos a ese pueblo hermano y a todos aquellos que les brindan su solidaridad, como los fraternos hijos de Yemen.

Por eso nuestro canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, expresara en su cuenta de X recientemente. “Alertamos con preocupación sobre continuos ataques conjuntos de EE.UU. y Reino Unido contra hutíes en Yemen, en medio de la volátil situación en Oriente Medio, que acrecientan riesgo de escalada de conflicto en esa región con consecuencias nefastas e impredecibles para la paz mundial”.

El genocidio israelí tendrá que detenerse. El pueblo palestino, más temprano que tarde, será libre en su propio territorio, con todos los derechos que le corresponden de disponer de su cultura y de sus lugares sagrados y ancestrales.

Y siempre contará con nuestra solidaridad militante para lograrlo.

*Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba.

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