Con corazón de colombiano
Todo era visto desde una óptica elitista y caritativa. La compasión siempre se daba en términos de lástima, pero nunca de empatía.
Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién
La labor de nuestro líder ha sido inmensa, llena de amor y compromiso por una Colombia justa y unida. El haber construido un país fragmentado con grandes núcleos de su población excluidos, es un pecado ante la historia que debemos expiar. Ha sido únicamente en estos últimos años cuando supimos de la pobreza y el dolor de casi treinta millones de compatriotas. Los noticieros y las revistas de moda solo se referían a ellos cuando alguna tragedia los golpeaba y nosotros decíamos «pobrecitos, cómo sufrirán».
Todo era visto desde una óptica elitista y caritativa. La compasión siempre se daba en términos de lástima, pero nunca de empatía. Se creó el país de los «buenos y los malos» con licencia para matar, desplazar y robar a los que ya nada tenían; los despersonalizamos y nos encerramos en nuestros barrios, en los condominios y en las fincas. Se crearon mecanismos de «seguridad» basados en el miedo y la desconfianza, y una figura ávida de venganza y poder emergió como el salvador de una cultura construida con los cimientos del narcotráfico y la ignorancia. Todo por conservar un sitio de confort ajeno al dolor de los más pobres, de los que siempre estorbaron, de esos otros que desde la colonia de blancos españoles y criollos «manchados por la tierra», fueron un encarte, un lastre…
Pero llegó el momento – irrepetible- de exorcizar, de botar ese lastre maldito, esa triste emoción y construir un nuevo país en equilibrio con tanta belleza. Por eso acudimos al llamado de un espíritu de inclusión social, que, con una pedagogía certera y constante, nos ha despertado el orgullo de poseer un país de gran diversidad, con un potencial que nos ha desbordado en energías muchas veces caóticas, más no por ello indignas de ser encauzadas al surgimiento de una nación poderosa. Es por eso que apoyamos este maravilloso intento, esta esperanza única en la historia, llena de errores y descalabros, pero con una extraordinaria capacidad de autocrítica sincera y constructiva.