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Diálogos con el ELN: ¿hay condiciones para avanzar?

Esta crisis hizo aplazar el comienzo del séptimo ciclo de negociaciones, previsto para abril. Además, en mayo, la organización guerrillera reanudó los secuestros.

Camilo Echandía e Irene Cabrera**/Análisis de la Noticia/Razón Pública/El Pregonero del Darién

El gobierno y el ELN comenzaron otra vez a negociar. Pero estos son los tres obstáculos grandes para que las conversaciones conduzcan a la paz.

La crisis  

Los avances en las conversaciones de paz entre el gobierno y el ELN son claros, más aún si se comparan con los del gobierno Santos. Entre noviembre de 2022 y febrero de 2024 se habían logrado varios acuerdos, principalmente el de cese al fuego bilateral. 

Pero hoy el proceso se encuentra sumido en una nueva crisis. A finales de febrero las tensiones aumentaron debido al anuncio de un proceso de paz regional con el frente Comuneros del Sur del ELN en el departamento de Nariño.  

El Comando Central (COCE) interpretó esa iniciativa como una maniobra del gobierno para dividir a la organización guerrillera. Las discrepancias con el COCE llevaron al frente Comuneros del Sur a desobedecer sus directrices y a solicitar su reconocimiento como un actor independiente. 

Esta crisis hizo aplazar el comienzo del séptimo ciclo de negociaciones, previsto para abril. Además, en mayo, la organización guerrillera reanudó los secuestros, una actividad que se había suspendido tras el secuestro del padre del futbolista Luis Díaz. 

El ELN atribuyó la decisión de reanudar los secuestros al supuesto incumplimiento del gobierno, que se había comprometido a crear un fondo para el proceso de paz; el gobierno, sin embargo, había aclarado en su momento que no se destinarían recursos para el ELN mientras siguiera en armas.

Bajo estas circunstancias debemos preguntarnos si existen las condiciones para avanzar en los diálogos que se reanudaron en Caracas. 

El éxito de este proceso no depende apenas de la voluntad de paz —como ambas partes lo han señalado repetidamente—, sino de dos cuestiones que no son menores: 1) la correlación de fuerzas y su relación con la naturaleza y alcance de los temas a tratar, y 2) La dificultad creciente del ELN para incluir a todas sus organizaciones territoriales en la negociación.

La correlación de fuerzas 

Para empezar, algunos frentes del ELN creen tener la capacidad militar necesaria para continuar la confrontación, y esto disminuye los incentivos para acogerse a la negociación. Varios frentes han mantenido un nivel de actividad armada que supera la iniciativa militar del Estado, según se muestra en la gráfica siguiente. Por su parte, la evidencia disponible indica que el Estado registra niveles muy bajos de contención y combate.

En las conversaciones anteriores de paz, esta guerrilla ha tenido más iniciativa militar que el Estado, y tras la desmovilización de las FARC, varios frentes han ampliado su influencia territorial han mejorado sus condiciones militares y económicas. 

En efecto, la línea guerrerista del ELN sigue apostándole a la vía armada, a la vez que no pocos comandantes temen las investigaciones judiciales una vez que suscriban el acuerdo de paz. 

Una agenda exagerada

Además, la visión sobredimensionada del ELN sobre su poderío militar hizo que el gobierno aceptara una agenda de negociación ambiciosa y sin un foco preciso. De aquí que las propuestas incluidas en los documentos que elaboró la secretaría técnica del Comité Nacional de Participación (CNP) puedan ser contraproducentes para el avance en las próximas negociaciones.

“La falta de una agenda limitada dificulta llegar a compromisos acotados y afecta la confianza entre las partes para alcanzar la paz mediante acuerdos”

Entre las propuestas llamadas “ejes de las transformaciones”, se destacan las de lograr   una “democracia directa, redistributiva, poder social y poder popular y ciudadano”, reformar la doctrina de seguridad y la actuación de la fuerza pública, un rediseño institucional acompañado por una reforma electoral, el cumplimiento del Acuerdo de Escazú, debates en torno a la propiedad, uso y tenencia de la tierra y la eliminación y transformación de economías ilegalizadas y del narcotráfico. 

En el trasfondo de estas propuestas es evidente la visión del ELN sobre la correlación de fuerzas, y la percepción exagerada de su representatividad social. 

Por su parte, el gobierno Petro, al aceptar la discusión de un temario tan amplio, refleja la premura por mostrar avances en la negociación. 

Bajo estas condiciones, la falta de una agenda limitada dificulta llegar a compromisos acotados y afecta la confianza entre las partes para alcanzar la paz mediante acuerdos.

El cese al fuego 

Este es otro asunto crítico para la apuesta de paz con el ELN. El cese, convenido en Venezuela durante el cuarto ciclo de conversaciones, entró a regir en agosto de 2023 y se prorrogó en enero de 2024 durante el sexto ciclo en Cuba. 

Pero el acuerdo asegura que la correlación de fuerzas se mantenga a favor del ELN. El cese beneficia al ELN porque le permite reorganizar sus redes, mantener sus actividades de financiamiento, instalar campamentos e impedir la actuación de la fuerza pública, como indica Armando Borrero.

De esta manera el grupo guerrillero ha logrado concentrar su energía en la disputa con las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo por el control de una variada gama de actividades criminales.

Evitar más divisiones  

La dificultad de evitar que el ELN sufra más divisiones es un tercer desafío para mantener el cese al fuego y los diálogos de paz. 

“Aunque el cese al fuego ha reducido la intensidad de la confrontación entre el ELN y la fuerza pública, los enfrentamientos con otros grupos armados se han intensificado, con graves repercusiones para la población civil”

Las acciones militares no autorizadas, como las llevadas a cabo por el Frente de Guerra Oriental, han socavado intentos de diálogo anteriores. De esta manera, sin importar los intereses políticos del COCE, los sectores más guerreristas podrían desacatar sus órdenes en cualquier momento. La participación de cualquier unidad del ELN en actividades prohibidas, según los protocolos pactados, se traduciría en una violación del cese al fuego y un obstáculo para las negociaciones.

Dentro de la organización del ELN, cada frente puede mantener su independencia, oposición o apoyo al planteamiento político-militar del COCE. Esto implica un problema crítico: la limitada capacidad del COCE para asegurar el cumplimiento de los acuerdos futuros.

Como muestra la Gráfica 2, durante el gobierno Petro, cada frente ha utilizado su poder militar y tácticas violentas según sus propios intereses y condiciones de poder.

También debemos destacar que, aunque el cese al fuego ha reducido la intensidad de la confrontación entre el ELN y la fuerza pública, los enfrentamientos con otros grupos armados se han intensificado, con graves repercusiones para la población civil.

¿Qué hacer? 

Urge entonces que el gobierno adopte una estrategia para cambiar la correlación de fuerzas, obligando a los sectores más guerreristas del ELN a reconocer la imposibilidad de una victoria militar y a opten por la solución negociada.

El grupo guerrillero tiene que desistir de su esperanza sobre la vía armada, y en todo caso el gobierno tiene que evitar el ELN utilice el cese al fuego para insistir en su estrategia guerrerista. 

El peligro inminente de la negociación entre el gobierno Petro y el ELN no logren superar la visión de corto plazo para el logro de beneficios aparentes. Entonces, resolver los tres problemas señalados debe ser la prioridad para avanzar hacia el objetivo de la paz. (Foto de inicio : Canal Capital)

**Profesores e investigadores del CIPE de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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