El voto extraviado
Es por eso que más que discursos ardientes, son los logros y hechos palpables lo que construirá un poder de convocatoria real.
Concretar un movimiento popular de apoyo se hace necesario para dar continuidad al propósito del gobierno. No bastan que sólo desfilen los sindicatos, los indígenas y las escasas organizaciones campesinas; se necesita que los estudiantes y el grueso de las comunidades universitarias sienten su voz de protesta al lado de las juventudes barriales muchas veces aisladas por el fenómeno de la posmodernidad o simplemente por la apatía y la incultura políticas.
La oposición planea una marcha reaccionaria el próximo 30 de marzo, allí veremos la convocatoria de esa fuerza de tipo emocional, segregacionista y sectaria producto de la manipulación y el odio. Es por eso que más que discursos ardientes, son los logros y hechos palpables lo que construirá un poder de convocatoria real para ganar en las urnas y romper la tendencia abstencionista que ha caracterizado las votaciones en Colombia -donde prácticamente el estamento popular no lo hace tal vez por aquello de que en las campañas electorales principalmente para Senado y Cámara, los candidatos no tocan las grandes barriadas por falta de dineros de apoyo-, el voto que define siempre ha sido el de la clase media urbana y el de los municipios más grandes como producto de la compra de votos o por la presión de los grupos armados de la derecha mafiosa terrateniente.
La labor fundamental de educación política debe ser entre la comunidad universitaria y en los barrios de clase media. Ya las negritudes y los indígenas saben que su única esperanza es votar por el Progresismo. La juventud de las ciudades todavía lo duda y lo duda mucho.
Nota: Uribe no sale de una universidad ni de un centro comercial, así lo silben y lo insulten. Sabe que de diez muchachos que lo escuchan, cinco votarán por él y por eso se aguanta la rabia.
Hoy, por ejemplo, está en Manrique un barrio populoso de clase media baja de Medellín.
El hombre sabe cómo es la cosa… eso del rico Epulón, no le entra al muchacho, tal vez a la viejita rezandera pobre.