Crónicas del Camino

Enilda, la guerrera que devolvió el buen nombre a su padre

La mujer se enfrentó al paramilitarismo y a la justicia, hasta dejar muy en claro que su padre fue asesinado por negarse hacer parte de los “paras” en Urabá y que hasta el EPL lo tuvo secuestrado.

Crónicas del Camino/Wilmar Jaramillo Velásquez/El Pregonero del Darién.

Enilda es una mujer menuda, con una mirada vivaz, ojos expresivos que hablan, que dicen muchas cosas al mirar, que cuentan historias, es firme, locuaz, si de hablar de la naturaleza se trata y no le aborden temas ambientales, de conservación, porque sus respuestas son prolongadas, contundentes como la expresividad de su mirada. Es una autoridad en estos temas.

Se hizo a golpes, que la vida le fue asestando uno tras otro, cuando se reponía de uno, entonces vendría el otro y así sucesivamente fue moldeando ese carácter firme, que la llevó a enfrentarse con la justicia y lo más poderoso del paramilitarismo en los estrados judiciales, en su lucha por reivindicar el nombre de su padre asesinado en Urabá, tras ser señalado falsamente de ser auxiliador de las entonces guerrillas del EPL, las mismas que lo secuestraron.

El nombre de su padre

Samuel Antonio Jiménez Madera fue hombre luchador por excelencia, en los inicios de la década del 50 partió de su San Pelayo natal, en busca de mejores vientos y se instaló en la Comunal San Jorge, jurisdicción de Nueva Colonia en el municipio de Turbo, Antioquia.

Allí, en sector de La Primavera se hizo a una tierra, unas 35 hectáreas, donde comenzó a sembrar banano que era el producto que se mostraba como el negocio del futuro en la región.

Don Samuel vivió su vida con toda intensidad.
 

Todo iba por buen camino, en esta aventura lo acompaña su mujer Armida Pineda, una campesina también de hacha y machete, justamente el componente de don Samuel para avanzar en su proyecto de vida, comienzan a llegar los hijos que no fueron pocos, uno a uno fueron sumando dos decenas, así como si nada, sencillamente veinte.

Veinte bocas que había que alimentar, vestir y enviar a escuelas y colegios, todo trascurría normal, sus vecinos, casi todos también bananeros, aunque con mayores extensiones de tierra, se llevaban bien, compartían noches de parranda con el infaltable porro incluido, reuniones sociales de todo tipo y nada parecía empañar el horizonte.

Un hombre de acción

Si algo caracterizó la vida de don Samuel, fue la acción, el derroche de adrenalina a todo timbal, fue un cazador nato, aserrador, pescador, jugador de gallos como buen cordobés, pero, ante todo, un apasionado del porro, género que interpretaba con su propia agrupación musical, tocando varios instrumentos.

Llegó a salir con sus amigos de cacería acompañado de 18 perros de presa, eso era una locura, cruzando selvas, pantanos y humedales; su vida estaba en constante agite, en su finca tenia a un hombre de confianza, Ananías Mestra, que incluso su familia acogió como un hermano, uno más, era el encargado de parte de la administración, mientras que el cazaba, jugaba gallos y participada de prolongadas sesiones de porro y parranda corrida.

En sus andanzas de cacería, en una ocasión cruzó la reserva de Suriquí y se enamoró de esas fértiles y deslumbrantes tierras, compró un par de predios y además el Incora le adjudicó otro y armó una finca de 600 hectáreas, en pleno corazón de la selva, pero no de una selva cualquiera.

Don Samuel, su pasión por el porro y su típico sombrero.

Corría la década del 70 y don Samuel desarrollaba un proyecto agrario en esos territorios conquistados, tenía ganado, cultivos de coco, ñame, chivos, pan coger y aves de corral, todo pintaba bien y esperanzador.

La Estampa de don Samuel encerraba al prolífico padre de familia, al amante del porro, de los caballos, al cazador, al pescador, al aserrador, al emprendedor, al aventurero, al jugador de gallos, al tomador de guaro, al amigo. Pero sobre todo al hombre honrado y sincero.

El nubarrón de la guerra

Como no hay dicha completa, los vientos de guerra que soplaban en Urabá, llegaron a La Primavera en Nueva Colonia, los entonces guerrilleros del EPL, entran violentamente a la casa, golpean a don Samuel y a punta de pistola sacan a los niños de la cama, había una declaratoria de guerra contra los patronos y dueños de fincas y los que no escaparon a Medellín o al exterior fueron secuestrados y asesinados.

En 1986, entraron al predio y asesinaron al hombre de confianza de don Samuel, Ananías Mestra y dieron la orden de abandonar la finca en 24 horas.

Así comenzó el desplazamiento de la familia, compraron una casa en el barrio Manzanares de Apartadó para iniciar un viacrucis que prácticamente hoy apenas comienza a recibir las primeras gotas de bálsamo, sobre las profundas heridas abiertas.

Luego vendría el secuestro de don Samuel, atribuido a las disidencias del EPL, lideradas por Francisco Caraballo, que no se acogieron al proceso de paz firmado por esta guerrilla y el gobierno nacional.

La familia paga por su rescate y finalmente lo dejan abandonado en la selva, llegó afectado de malaria y con una barba que lo hizo irreconocible. Con su acostumbrado ímpetu y capacidad de lucha quebrados, desconcertado ante el panorama al que se enfrentaba con su mujer y su prole.

La región de Urabá se movía bajo un espiral de violencia, masacres y ejecuciones, con una pobre intervención del estado y la comunidad poco a poco fue quedando en manos de los violentos, al tiempo que el sueño de don Samuel de criar a sus hijos, de brindarles una buena educación, de sacar adelante su finca en Surikí, se desvanecía.

Samuel Antonio Jiménez Mestra con su esposa Armida Pineda. Eran tiempos de paz.

Todo se desploma

En medio de tanta violencia y confusión, ya todo estaba listo para el ingreso del paramilitarismo a la zona de Urabá, varias “prestantes” familias de bananeros, invitaron a don Samuel a unirse a esta causa, pero lo que su familia estableció, años después en las declaraciones de los propios jefes paramilitares, él se negó, motivo suficiente para asesinarlo.

Un seis de agosto de 1995, en horas de la mañana, bajo un sol radiante y un cielo azul, ajeno a todo mal presagio, en la bifurcación entre la vía que da a la Comunal San Jorge y la vía principal a Nueva Colonia, en Turbo, varios sicarios lo esperaron y sin mediar palabra alguna lo acribillaron.

Doña Armida Pineda queda viuda con veinte bocas que alimentar, mandar para escuelas y colegios, en medio de total incertidumbre y orfandad. Al mes del asesinato de don Samuel, los paramilitares restringieron el paso a su finca en Suriquí, colocaron una guaya en el río y solamente cruzaban los que ellos autorizaban. Ahí se consolidó el despojo de la propiedad.

Los mismos testimonios en Justicia y Paz de los paramilitares, revelan que la finca fue utilizada como base para el ingreso y salida de avionetas con armas y drogas, para aceitar la guerra.

En 1986, entraron al predio y asesinaron al hombre de confianza de don Samuel, Ananías Mestra y dieron la orden de abandonar la finca en 24 horas.

El buen nombre

El temple, la tenacidad y hasta la terquedad de Enilda, le dice que lo primero que debe hacer, es rescatar el buen nombre de su padre que no fue ni guerrillero, ni paramilitar, ni auxiliar de ninguno de ellos, es así como emprende la titánica lucha en Justicia y Paz, ante los propios jueces que tenían la versión que era auxiliador de la güerilla, como lo habían señalado los paramilitares para justificar su ejecución.

Incluso, el mismo vehículo que le habían robado los paramilitares a don Samuel, una camioneta Toyota blanca, sirvió de pista para que HH, reconstruyera todo el historial sobre su muerte.

Allí se enfrentó a Ever Veloza, conocido como como HH en el paramilitarismo, lo encaró, hasta que finalmente este reconoció los hechos. Don Samuel nada tuvo que ver, ni con paramilitares, ni con guerrilleros, por el contrario, fue víctima con su familia de ambos procederes.

Once años con sus días y sus noches esperó Enilda para escuchar estas palabras que le devolvieron el alma, la tranquilidad, la serenidad y el ánimo para seguir luchando, porque la lucha apenas comienza. Le devolvieron todo, aunque no a su padre físicamente, sí su legado de hombre honesto, trabajador, de padre, de hombre alegre y polifacético.

Pero es tal la capacidad de perdonar y sanar de Enilda que, en una ocasión exguerrilleros del EPL hicieron una toma a una institución pública de Apartadó, ella que tenía experiencia en el manejo de alimentos fue llamada para apoyar la logística y atender el caso, muy pronto se dio cuenta que entre los personajes estaban dos de los comprometidos en el secuestro de su padre y a todos los atendió por igual.

De nuevo en casa
 

Retorno y restitución

Ya dentro de los procesos de restitución, retorno, reparación y no repetición que adelanta el gobierno nacional con las víctimas del conflicto armado, en 2017, voceros de la familia de don Samuel, entraron acompañados de la fuerza pública y funcionarios de restitución al predio de Suriquí, para comenzar el camino de la reconstrucción de sus proyectos y sueños, ya sin la presencia de su mentor. En el año 2019, fueron reconocidos como sujetos de restitución. Cuando pudieron volver al predio la selva había invadido potreros y cultivos. Era sencillamente un bosque tupido, recuerda Enilda.

Luego de una discusión familiar para poner en producción la finca, se enfrentan varias tesis, la de talar, promover ganadería extensiva o preservar, esta última impulsada por Enilda es la que finalmente se impone y es así como inicia la vida oficial la Reserva Natural de Surikí, con las condiciones que hoy registra,

Reserva de Surikí

La reserva Natural de Surikí está a 40 kilómetros del corregimiento de Nueva Colonia en Turbo, saliendo del embarcadero “Rabo Largo”, desde allí, por un canal artificial, navegan hacia el río León, rumbo a Bahía Colombina, bordeando Puerto Antioquia (hoy en construcción), luego de Bahía Colombia, tras un trayecto de 13 kilómetros navegando por el rio Suriquí, se llega a la reserva, en la vereda la Pola.

Antes de la partida los viajeros reciben toda una cátedra sobre la reserva, seguridad en el transporte, conservación y las especies existentes.

A medida que se van adentrando en la selva, comienzan a aparecer, unas cinco especies de primates, aves marinas, hicoteas, y reptiles.

Podrán apreciar, el Mono Araña, el Tití Cabeza de Algodón, de cual los expertos afirman que en el mundo quedan nueve mil ejemplares, la Marteja o Mico Nocturno, el Mono cariblanco y el Mono Rojo, Cotudo o Aullador.

Hablar de esta reserva es hablar de grandes humedales, de zonas de inundación de una gran riqueza hídrica, del hábitat para unas especies de animales y vegetales únicas en el mundo. Enilda está familiarizada con este territorio, el mismo que ha recorrido y navegado.

Al lado de los científicos y rigurosas lecturas se convirtió en una experta en el tema, habla con propiedad y conocimiento de la pérdida del Choibá y dice que si en los tiempos de aserrío y explotación de Maderas del Darién, hubiesen talado y sembrado, hoy este emblemático árbol no estaría en vía de extinción.

Se impone el jaguar

La convivencia en la reserva entre el hombre y la naturaleza, no ha sido fácil, se ha venido consolidando bajo rigurosos procesos de aprendizaje, al inicio hubo un fuerte enfrentamiento ante la presencia del jaguar, molesto por la intervención de su hábitat, en un año se habían devorado cinco reses, lo  que  puso a los campesinos a punto de dispararles, allí vuelve la discusión, Enilda sale airosa  con la propuesta de no tocarlos, advierte  que si  matan un  jaguar, se mata  el proyecto y termina por avanzar  en la convivencia, hoy  hace  dos años no hay un ataque de jaguar.

Se han valido de luces, campanas y hasta denotaciones de advertencia para ahuyentarlos y han trabajado intensamente en preservar su hábitat, que tengan comida en sus territorios lo que se logra al evitar la caza de lo que son sus presas, todo con la consolidación de una conciencia de preservación colectiva con los labriegos de la región.

Un territorio indomable a pesar de lo apacible.

Enilda cuenta feliz, que uno de sus hermanos quien estuvo enfrentado a los jaguares, hoy es uno de sus férreos defensores.

Tres procesos

En la reserva adelantan tres proyectos productivos, ganadería sostenible silvo pastoril, ya tienen 65 reses, venta de servicios ambientales, entre ellos acceder con justicia a los bonos de carbono y el turismo de naturaleza, comunitario y de paz.

Enilda busca que les paguen bien sus productos, por ejemplo, si distribuyen un queso, los consumidores sepan que viene de una reserva donde la protección de los ecosistemas es prioritaria y así sucesivamente con todo lo que produzcan.

La reserva tiene el Sello de Destino de Paz otorgado por el Ministerio de Comercio Industria y Turismo, el Sello de Negocios Verdes de Corpourabá, han recibido apoyo de Antioquia es Mágica de la Gobernación, ya las Cajas de Compensación Familiar, incluirán en sus portafolios la Reserva como destino turístico, al igual que Ecoviajes Darién- Destinos Antioquia.

Mujer de acero

Esta mujer templada como el acero, al calor de la lucha permanente por liderar el fatal proceso de su familia, que perdonó a sus verdugos, que ha logrado grandes avances, desde el resarcimiento del buen nombre de su padre, hasta la recuperación de su predio, de llevarlo hoy al sitial que lo tiene, una psicóloga social, dedicada a temas humanitarios, gestora de proyectos, que ha sabido levantarse  con estoicismo de cada golpe que recibe, la muerte de su padre, el despojo, el desplazamiento, la humillación de los violentos, la muerte de su señora  madre víctima de un cáncer, el asesinato posterior de su hermano Jairo, tiene el sueño de seguir liderando el turismo en la Reserva Natural de Surikí, sembrar esperanza para tener más historias de paz y reconciliación, dice  que no hay que dañar a nadie ni nada, acceder a mercados justos, promover el turismo, dejando un legado de preservación.

Un caso especial

Pero es que, en medio de la muerte y la desolación vivida por esta familia, resurge la vida en todo su esplendor, ya el nombre de don Samuel se ha inmortalizado en esta reserva, por donde se mire hay vida, hay esperanza, futuro.

Caso especial el de la rana Pipa Miyersi, incluida entre las cinco especies que el proyecto de Puerto Antioquia debe preservar y proteger ante la fragilidad en que se encuentran, esta fue trasladada a la Reserva de Surikí, donde se adaptó y ya comenzó ciclos de reproducción con toda normalidad.

Otras especies a proteger es el colibrí Pecho de Zafiro, el Titi Cabeza de Algodón, el Mono Araña y la tortuga Trachemys Medemi.

Pero hay más, durante la caracterización que hicieron los herederos de don Samuel en la Reserva de Surikí, los científicos clasificaron 16 especies en vía de extinción, jaguares, manatíes, serpientes, disponiendo de un plan de manejo para preservarlas, además de 131 especies de vertebrados.

Historia con final feliz

De la tragedia, la guerra, la muerte, el despojo, el desplazamiento, la tristeza, está concluyendo una historia con final feliz, don Samuel Antonio Jiménez Mestra nunca imaginó que, en esas tierras de conflicto y persecución, donde brota la biodiversidad por arte de magia de la naturaleza, emergería uno de los bancos genéticos, uno de los laboratorios de vida más importantes del mundo y que sería Enilda, acompañada del escuadrón de 18 hermanos quienes estarían al frente.

Enilda Jiménez Pineda, una mujer que la tragedia templó como el acero.

En ese lugar donde ayer imperaba el odio, la división y la muerte, hoy florece la vida, el canto de los pájaros con sus conciertos mañaneros, los jaguares conviviendo con los campesinos, los humedales protegidos, los espejos de agua brillando bajo el candente sol. El renacer de una esperanza, de un nuevo día para la familia Jiménez Pineda y un mensaje para la humanidad. No todo está perdido, mientras existan mujeres con la tenacidad y el empuje de Enilda y sus hermanos, capaces de perdonar y construir sobre las ruinas.

Tal vez La Primavera que murió con Ananías en la Comunal San Jorge en ese aciago día de 1986, es la misma que renace hoy en La Reserva Natural de Surikí, convertida por la familia Jiménez Pineda en un remanso de paz, de vida y de convivencia. (fotos cedidas por la familia Jiménez Pineda)

Urabá-febrero 9 de 2024.

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