Cultura

Isidoro y la felicidad de pintar

Es muralista, caricaturista, publicista comercial, restaurador y pintor figurativo, inclinado por el acrílico. Cienaguero naturalizado a todo orgullo en Apartadó.

Wilmar Jaramillo Velásquez/Cultura/El Pregonero del Darién

Ya entrado sobre las seis décadas Isidoro Rafael Echeverría Hernández, hace la siesta bajo un totumo que le proporciona fresco a su casa en el barrio Laureles de Apartadó y que, además, es referente para visitantes y mensajeros. “En toda la esquina hay un totumo” dice orgulloso.

El árbol también sirve de tertuliadero de artistas, músicos y otros contertulios que se cruzan por el lugar, es como su centro de operaciones.

Isidoro tiene la serenidad de los pintores y una mirada reposada que le da un aire de tranquilidad a su espíritu inquieto y soñador, siempre haciendo planes para mañana, siempre pensando donde fijar un mural y como seguir guiando a su semillero de artistas de la Casa de la Cultura de este municipio por un buen camino.

Nació en Ciénaga Magdalena, hijo de trabajador bananero, tenía cuatro años cuando su padre fue trasladado a Urabá. “Los empresarios bananeros de esta región buscaban trabajadores con experiencia en la zona bananera del Magdalena” afirma.

Naturaleza pura de sus pinceles

Recuerda que llegó con sus padres a unas casas que la empresa Frutera de Sevilla tenía en el sector de Los Almendros, pero luego fueron trasladados a unos campamentos construidos en Nueva Colonia en Turbo, donde realizó sus estudios de escuela básica primaria.

Su bachillerato lo rotó en colegios de Apartadó, Santa Marta y Ciénega, siempre inquieto por el dibujo, rayando cuanto papel caía en sus manos. Su padre Isidoro viendo sus ganas y talento le compró un curso de dibujo por correspondencia, había pocas instituciones dedicadas al dibujo, además de las dificultades para el acceso. Para ese entonces tenía doce años y ya había ganado un concurso de dibujo humorístico en un colegio.

Isidoro Rafael también tuvo el privilegio de estudiar dos años en la Escuela de Bellas Artes de Santa Marta donde fue profundamente influenciado por sus profesores: Gerenys Campos y Àngela Mentral, allí impartían artes plásticas y pintura.

De paso por la tauromaquia

El regreso

Fue en el año 1987 cuando la familia regresa nuevamente a Urabá después de un retorno al Magdalena para afrontar un problema de salud de una de las hermanas de Isidoro. En Urabá se enroló con varios artistas y comenzó a participar de encuentros y muestras pictóricas, paralelamente a su ingreso al astillero de Banacol en Nueva Colonia, Turbo donde ingresó como obrero.

En esta empresa al conocer de sus cocimientos artísticos lo ubicaron en un grupo encargado de pintar los remolcadores y bongos con sus correspondientes números y logotipos y otra serie de actividades afines. “Allí aprendí mucho sobre pintura marina” cuenta.

En Banacol permaneció durante 22 años, siempre pendiente del movimiento cultural, ha participado en una docena de exposiciones colectivas y se prepara para cumplir una de sus metas inconclusas. Hacer una exposición individual.

Homenaje al maestro julio Carlo Angulo

La obra artística de Isidoro Rafael está concentrada en Urabá, aunque en Canadá reposa uno de sus cuadros.

Como todos los artistas cruzados por el conflicto armado en Colombia, su obra no escapó a plasmar aspectos de violencia, muerte y destrucción, en Apartadó hizo parte de un grupo de artistas que viajó a San José de Apartadó a pintar mensajes de paz y reconciliación, un lugar donde pululaban los grafitis de guerrillas y paramilitares.

Rasgos femeninos

Su legado

Isidoro Rafael Echeverría Hernández quiere que su mejor legado a esta región, sea la formación de jóvenes artistas desde sus semilleros en la Casa de la Cultura donde imparte clases desde el año 2012. “Estos muchachos son privilegiados al tener instructores y contar con una facultad de arte en Apartadó para dar continuidad a su proceso de formación. En mis tiempos no había” Dice.

El radio de acción de este artista es muy amplio, se ha centrado en el acrílico como técnica preferida, dice que le gusta porque es muy exigente, trabaja la caricatura, el dibujo humorístico, la plástica, elabora murales, restaura obras, además de retratista, actividades que alterna con la publicidad comercial, empresarial, como para no olvidar sus 27 años de actividades en los astilleros de Banacol.

Meditación animal

Isidoro tiene gran admiración por artistas de la zona como: Jenaro Mejía Kintana, quien conquistó muchos logros y lamentablemente murió cuando estaba en acenso, por el maestro Julio Carlos Angulo a quien le hizo un retrato como homenaje. “Es un gran acuarelista que triunfó en África y Europa, ahora transmite sin egoísmos el conocimiento a nuevos artistas.

También admira a Jesús Cataño, Luis Arteaga, Marlon Vargas, Joaquín Mario Murillo , a Julián López, un gran hiperrealista y Rangel Gutiérrez, artista que ha tenido gran éxito en la ciudad de Medellín.

El artista guarda como anécdota su participación en el año 2011 en el concurso para diseñar el afiche del Festival Nacional Vallenato, que en esa ocasión era un homenaje a los juglares, Lorenzo Morales y Leandro Díaz. “Mi obra no fue seleccionada, pero para mí fue maravillosa experiencia” relata.

En sus tiempos de ocio el artista le gusta escuchar música de la vieja guardia, romántica, boleros, baladas, vallenato como buen cienaguero y salsa clásica.

Con su semillero en la Casa de la Cultura de Apartadó

Siempre bajo la sombra de su clásico Totumo, el artista, repasa varios pasajes de su vida, tranquilo, sereno y reposado y luego piensa en los grandes, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, “fueron como enviados por Dios para hacer esas descomunales esculturas y esos murales en los cielos de las capillas, algo sobre natural” narra extasiado.

También pasa por su mente Vicent Van Gogh, sus colores y el mágico movimiento de su obra, rememora también a dos grandes del dibujo en Colombia, a Darío Morales y a Luis Caballero Holguín.

A sí, tras bastidores, caballetes, pinceles y colores, el verde de sus jardines bordeando el Totumo, el artista Isidoro Rafael Echeverría Hernández nos despide de su morada, no sin antes, deleitarnos con un exquisito café que nos sirve amablemente su señora esposa, doña Diva del Carmen Estrada Sánchez, como para cerrar con broche de oro este encuentro con un hombre cuya alegría es pintar, crear, enseñar y vivir en paz.

Transitando por el retrato

El cielo nos regala un azul claro y firme que combina libre y natural con el verde del totumo que nos ve alejar lentamente. Un paisaje digno como para un nuevo cuadro de nuestro anfitrión. Finalmente, el arte es como la literatura, están por ahí, por los caminos, es cuestión de recogerlos y darles vida.

Isidoro muralista
Isidoro caricaturista
Isidoro bajo la sombra de su totumo

Apartadó, marzo del 2025.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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