La alfombra amarilla del Ortiz tiene doliente
El Médico Luis Alfonso Ossa lleva más de tres décadas sembrando árboles en Apartadó, ante la terquedad de los amigos del hacha y la motosierra.
El parque del Barrio Ortiz de Apartadó, amaneció cubierto de una alfombra amarilla, un florido tapete con el que la naturaleza premia a sus visitantes y al gestor de la majestuosa obra de la naturaleza. El Médico Luis Alfonso Ossa.
Del piso se alza un imponente Guayacán que mira al cielo azul, que deslumbra con una combinación de colores y exuberante belleza, un azul, verde y amarillo, que forman una postal de enmarcar.
El Médico Ossa lleva más de tres décadas desafiando la motosierra de alcaldes y hasta el hacha clandestina de empresarios quienes a toda costa dicen abrirle paso al “desarrollo” y al menor descuido de su cuidador convierten en ruinas la siembra.
Varios sectores de Apartadó han sido beneficiados con la mano ambientalista de este médico en solitario, pero no todos los árboles han corrido con la misma suerte del Guayacán del Ortiz que hoy recibe la Semana Mayor de los católicos con un ramillete de encendido amarillo. La mayoría sucumbieron al filo despiadado del hacha.
Emocionado y extasiado, el médico Ossa vio hoy el premio a su tenacidad, a su terquedad, su árbol al que ha cuidado como a un hijo, creció, dio frutos y floreció, pudo ver el milagro de la naturaleza.
Esta historia recuerda la de Manuel Semilla, un viejo ambientalista de Marsella Risaralda quien cuidaba con esmero un bosque, cuando rayaba la plenitud de su existencia, un día plantaba árboles en el bosque que lleva su nombre en ese municipio, un joven le preguntó para qué siembra arboles si no los va a disfrutar y el viejo sabio le respondió, los siembro para que usted los disfrute.
Manuel Salazar (Semilla) recibió varios premios internacionales, además de la Medalla Alejandro von Humboldt al Mérito Ecológico, finalmente se radicó en Costa Rica, cansado de luchar contra la corriente en Colombia. Manuel llevaba el bolsillo lleno de semillas de árboles y a todo el que saludaba le regalaba una semilla.
A si va el médico Ossa por las calles de Apartadó, una ciudad amenazada de manera permanente por la sequía, por fuertes inviernos y prolongados veranos, aunque muchas han sido sus frustraciones y rabietas al ver caer sus árboles bajo la ignorancia oficial, hoy ha recibido el mayor de los tributos. Poder caminar por esa alfombra amarilla del barrio Ortiz y mirar hacia el cielo azul, ver como su guayacán crece altivo y desafía la incredulidad.
El guayacán
“El guayacán es un árbol nativo de América del Sur y es conocido por su madera dura y duradera, así como por sus hermosas flores amarillas. Pertenece a la familia de las zygophyllaceae y su nombre científico es Tabebuia chrysantha.
El guayacán es un árbol de hoja perenne que crece hasta una altura de 20 metros y tiene una copa ancha y redondeada. Sus hojas son compuestas y de color verde oscuro, y sus flores son grandes y llamativas, con forma de trompeta y un color amarillo intenso.
El guayacán es una especie importante en la flora de Colombia debido a su valor económico y ecológico. Su madera es muy solicitada en la industria de la construcción, y sus flores son un atractivo turístico en algunas regiones del país. Además, el guayacán es importante para la biodiversidad, ya que proporciona hábitat y alimento a una gran variedad de animales, incluyendo aves, mamíferos e insectos.
Es importante destacar que el guayacán es una especie vulnerable debido a la tala indiscriminada y la pérdida de hábitat. Por esta razón, es fundamental promover su conservación y manejo sostenible para asegurar su supervivencia y la de las especies que dependen de él” Fuente VERDE.