Para aquellos que quieren «salvar» el país incentivando la guerra
El negocio del narcotráfico no se va a acabar porque nosotros desde la comodidad de nuestras casas o desde una curul así lo queramos.
Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién
Varias voces se alzan llamando a una guerra frontal de tierra arrasada contra los llamados narcoterroristas, que en la actualidad no son más que frentes guerrilleros disidentes presionando para mantener vivo el negocio; pero esos, que altivos y seguros proclaman la guerra, han de saber que las poblaciones que constituyen los llamados territorios nacionales, son hijas de la guerrilla. En más de cincuenta años su población y su devenir humano ha sido y es guerrillero: son hijos, sobrinos y nietos de guerrilleros, crecieron bajo el amparo y la economía guerrillera que devino y se alimenta del narcotráfico. En cada hogar en cada familia está presente una historia de guerrilla y mafia. Acabar militarmente dando la orden de bombardear e invadir es imposible, pues se arrasaría medio país. Así mismo la idea de asperjar con glifosato sería acabar con el entorno de cultivos contaminando además las aguas.
Es el país que tenemos queridos amigos guerreristas, el país que construimos, el país que se consolidó con el desplazamiento y el genocidio. Incidir en esa realidad, en esa herida abierta es llevar más guerra a los hijos de la guerra, es terminar de matar lo que ha nacido de la muerte y el despojo.
El negocio del narcotráfico no se va a acabar porque nosotros desde la comodidad de nuestras casas o desde una curul así lo queramos. Es imposible cuando la demanda y el mercado todos los días crece, incluso cuando muchos dirigentes dependen de sus rentas y de sus sobornos. Recuerden que para perpetuarse en el poder el narcotráfico finge guerras en su contra, de ahí que le interese la confrontación permanente creando caos e incertidumbre para mantener el precio e incentivar utilidades. Bien dice el presidente que los diálogos no son de paz sino de negocios.
Poner la población en el medio del conflicto, es un error histórico y un crimen. ¡Colombia no soporta más guerras! Con las diez que hemos padecido es más que suficiente.
Anexo
Aviso: Confieso que no tengo ninguna adicción. Ni fumo, ni bebo – salvo uno que otro aguardiente en las fiestas-, tampoco consumos sicotrópicos. Sólo sancocho, deporte, literatura y música.
Vamos al grano. Durante la llamada prohibición en Estados Unidos, pregunto: ¿No hubieran preferido los gringos tomarse un buen whisky -destilado con toda la técnica y refinamiento-, a uno sucio producido clandestinamente en un alambique en las montañas de Tenesee? Luego de fortalecer la mafia, tuvieron que legalizar el licor.
Ahora bien, analicemos el caso colombiano: ¿No es preferible consumir un «pase» de cocaína procesada en la posible «Procesadora colombiana de productos derivados de la Coca” que una dosis producida con éter y ácido sulfúrico en la “cocina” de Don Teto, ¿el mafioso?
¡El narcotráfico Jamás se acabará y querámoslo o no, lo tendremos que legalizar… Salud!