Opinión

Pensando en voz alta

La compañía argumentó que sí había financiado a los paras, pero presionada por ellos. A otro perro con ese hueso, señores.

Jaime Bedoya Medina/Opinión/ El Pregonero del Darién

Cuando reventó el escándalo de Chiquita Brands, Rafael Nieto Loaiza escribió una formidable columna en Semana que tituló Chiquita pero matona, en la cual hizo una radiografía descarnada sobre las andanzas de esta multinacional del crimen, que vale la pena desempolvar y que estoy seguro les sirvió tanto a los abogados defensores como a los jueces de Estados Unidos que acaban de condenarla. Vean, cómo no todo es malo en la derecha.

La empresa fue fundada a finales del siglo XIX, con el nombre de United Fruit Company que luego devino en como la conocemos hoy, para explotar las plantaciones de plátano y banano de las repúblicas afines a los gringos y desde entonces hizo sentir su delictual proceder contra los pueblos y trabajadores pobres:

En 1928, con el apoyo del gobierno de Miguel Abadía Méndez hizo que el ejército colombiano apuntara sus fusiles contra los indefensos obreros colombianos de las bananeras que, la señora María Fernanda Cabal se empeña en negar. Hacia el año 54, le perturbó que un coronel progresista empezará a repartir la tierra en Guatemala y tome su pepazo contra el presidente Jacobo Arbens, humanista militar de origen suizo elegido por voto popular, a quien acusaron de comunista. Las aventuras continuaron en Colombia y por los años 90, se coaligó con los paramilitares de Urabá a quienes financiaron con 3 centavos de dolor por caja de bananos exportada; una millonada para matar gente limpia a quien sindicaban de colaborar con la guerrilla. Pero todo no termina ahí, pues el gobierno abrió un puerto cerca de Turbo por donde exportaban el banano y entraban cargamentos de armas para los bandidos. 

La compañía argumentó que sí había financiado a los paras, pero presionada por ellos. A otro perro con ese hueso, señores. Hablar de presión de unos delincuentes contra una omnipotente organización gringa es como atribuirle a un indigente el negocio del bazuco que consume. Por qué no los denunciaron. Por qué no expusieron el caso ante su poderoso gobierno para que tomara cartas en el asunto con el gobierno colombiano. Quién puede creerles semejante desfachatez.

Tarde, sí, pero se hizo justicia y a pesar de que no resucitarán los caídos, al menos sus descendientes podrán terminar su vida dignamente. Nadie podrá estar por encima de la ley.

*Arriba el presidente Macron en las próximas elecciones parlamentarias.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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