Posmodernidad
Gran parte de la sociedad colombiana es una ridícula muestra de estas Economías Naranja donde la amistad riñe con el usufructo.
Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién
La denominada Posmodernidad llama a una educación de solitarios donde la otredad es nula y los valores están cifrados en la consecución de logros económicos. Son individuos esclavos de su propia » libertad», de su propio dinamismo, de su propia capacidad de conseguir dinero, de ahí que la solidaridad y la visión social sean restringidas.
Es la ley del egoísmo y la centralidad personal, es un mundo de muchachos solos, únicamente ligados por instantes de placer compartido en «parties» o instantes efímeros de reuniones de carácter evanescente, con una sexualidad huera y sin ninguna capacidad de trascendencia más allá del divertimento de la celebración de un buen negocio.
Todo es liviano, no hay capacidad crítica, el estudio de las ciencias humanas es nulo, artes como la medicina se han despersonalizado para convertirse en actividades protocolarias ceñidas a pautas terapéuticas pre-establecidas donde el paciente es un cliente con capacidad de demandar si el éxito no es garantizado.
Gran parte de la sociedad colombiana es una ridícula muestra de estas Economías Naranja donde la amistad riñe con el usufructo y donde toda una generación de señoritos quiere desvincularse de la totalidad de un país que ya pretende romperle el espinazo al monstruo que lo quiso fragmentar en una multipolaridad agresiva e inconsecuente con el bienestar común.