Sellos que permiten recordar
Por Juan Hernández Machado, Premio nacional de Filatelia 2012 y miembro de la Unión de Historiadores de Cuba
Emisión postal de Naciones Unidas.1971
Por lo general el hombre recuerda los momentos agradables de su vida, aunque hay cuestiones desagradables que deben tenerse presentes para conocer sus causas y evitar que se repitan.
Ese es el caso del sistema surafricano del «apartheid» y es bueno que la filatelia, en todas sus ramas, nos permita tenerlo en la memoria.
El apartheid, o sistema de segregación racial organizada o separada, lo comenzaron los colonizadores de origen holandés (boers) en Sudáfrica y lo adoptaron luego los colonialistas británicos, a fines del siglo XIX.
Su objetivo fundamental era dividir a los diferentes grupos raciales de esa región africana para promover lo que llamaban «desarrollo separado».
Así, lo que promovió el mayoritario grupo boers a través de su Partido Nacionalista, cobró forma jurídica en 1948 poco después que esa organización ganara las elecciones de 1947.
A partir de ese momento y específicamente luego de una ley promulgada en 1950, cada ciudadano no blanco se vio forzado a vivir en las zonas destinadas para ellos.
Todo quedó segregado: medios de transporte público, escuelas, hospitales, centros de recreación, barrios urbanos y hasta ciudades completas.
Como parte de esa política, el gobierno racista creó un grupo de supuestos «Estados independientes» (denominados «bantustanes») que no eran más que reservas étnicas o zonas de desarrollo separadas correspondientes a los principales grupos tribales del país.
Casi cuatro millones de negros sudafricanos fueron forzados a desplazarse a sus lugares de origen, dejando, de esa forma, los mejores lugares para el disfrute de los blancos.
Esos bantustanes fueron solamente reconocidos por el Gobierno de África del Sur, aunque los racistas trataron de hacerlos parecer legales, incluyéndolos hasta en emisiones de sellos postales, que incluyeron, entre otras, a las reservas étnicas de «Transkei», «Venda», «Bophuthatswana» y «Ciskei «.
Desde la misma década de los años 50 del siglo pasado, los mejores hijos de África del Sur se agruparon en el Congreso Nacional Africano (ANC) para dirigir la lucha por su liberación de ese infame sistema dictatorial y discriminatorio.
En su empeño, unificaron posiciones junto con los integrantes del Congreso Nacional Indio, que tenía las enseñanzas legadas por Mahatma Ghandi, cuando viviera en ese país en décadas anteriores, y con el Partido Comunista Sudafricano.
Inicialmente la lucha fue política, de resistencia pacífica.
Como respuesta, los racistas perpetraron la Masacre de Sharpeville, donde 69 ciudadanos no blancos fueron exterminados en marzo de 1960.
La Organización de Naciones Unidas, como apoyo al legítimo derecho del pueblo sudafricano a ser libre, mediante la Resolución 2142 de su Asamblea General, decretó en 1966 que el 21 de marzo fuera considerado como «Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial».
Luego se adoptaron formas de boicot contra el régimen racista y varios de los grupos opositores al apartheid adoptaron diversas formas de resistencia activa.
Esto provocó que en 1963 importantes dirigentes del movimiento antiapartheid, entre ellos Nelson Mandela (entonces líder del Umkhonto we Sizwe, brazo armado del ANC), fueran arrestados y sometidos al famoso juicio de Rivonia en 1964, donde resultaron sentenciados a cadena perpetua.
En 1974 el gobierno emitió una ley que, aparte del inglés, obligaba al uso del idioma de los racistas blancos «afrikaans» (que viene del holandés), en todas las escuelas, segregando aún más a las lenguas autóctonas como el ndebele, sesotho, sesotho sa leboa, setsuana, suazi, tsonga, venda, xhosa y zulú).
Entre las muchas protestas ocurridas contra el apartheid en ese país se destacó la del barrio negro de Soweto, en las cercanías de Johannesburgo, donde anteriormente se concentraban más de 60 mil ciudadanos negros.
En junio de 1976 la policía blanca enfrentó con toda su tecnología represiva a los niños y jóvenes de Soweto que protestaban contra una nueva ley discriminatoria y el resultado fue de 566 menores asesinados. Algo parecido a lo que el también racista régimen de Israel está haciendo con el pueblo palestino, aunque multiplicado en cientos de veces porque son más de 38 mil los inocentes asesinados, especialmente mujeres y niños.
En 1975 la vecina República Popular de Angola comenzaba a existir, poniendo fin al colonialismo portugués, y los racistas sudafricanos estuvieron entre las fuerzas militares empeñadas en impedir su nacimiento.
La determinación del pueblo angoleño fue apoyada por miles de combatientes internacionalistas cubanos que respondieron al llamado de ayuda del nuevo gobierno popular encabezado por el primer presidente de esa nación, Agostinho Neto (1922-1979).
Las fuerzas del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) y los internacionalistas cubanos evitaron en aquel momento los planes neocoloniales de neutralizar la independencia y posteriormente contribuyeron a mantener la soberanía angoleña frente los sucesivos nuevos ataques surafricanos.
El momento crucial ocurrió entre el 15 de noviembre de 1987 y el 23 de marzo de 1988 cuando, en el sureño lugar conocido como Cuito Cuanavale, se libra una gran batalla donde las fuerzas angolano-cubanas derrotaron definitivamente a los racistas surafricanos.
Aquel desenlace militar, unido al incremento de la credibilidad internacional ganada por el ANC por su lucha política y armada dentro del territorio surafricano, obligaron al régimen de Pretoria a negociar en New York, facilitaron la independencia de Namibia y llevaron a cambios en el gobierno sudafricano que permitieron dar los primeros pasos para desmantelar el sistema del apartheid.
Ese proceso llevó a las primeras elecciones con la participación de todas las razas en 1994, y en las cuales resultó ganador el ANC, siendo electo democráticamente como primer presidente (1994-1999) de la nueva Sudáfrica Nelson Mandela, que había sido liberado el 11 de febrero de 1990 debido a la presión nacional e internacional.
Esta triste historia de represión de millones de ciudadanos no blancos en Sudáfrica, con la extensión de esas prácticas a Namibia, y el reconocimiento a la lucha antiapartheid de ese pueblo y a quienes lo apoyaron, es recogida por diversas emisiones postales en diversos países.
Egipto emitió en 1970 un sello semi postal por la eliminación de la discriminación racial. El incremento en valor del mismo sirvió para recaudar fondos para dicha lucha.
La entonces República Democrática Alemana (RDA) fue otro de los países en producir sellos con esa modalidad y en 1987 emitió uno que recaudaba cinco pfening por cada unidad vendida, para el fondo de solidaridad con el pueblo sudafricano.
La Organización de Naciones Unidas declaró al 1978, «Año internacional contra el apartheid» y decenas de países se sumaron a la campaña a través de emisiones postales, destacándose Libia, Madagascar, Malí, México, Mauritania, Cuba, Cabo Verde, Bulgaria, Etiopía, Gabón, RDA, Irak y Alto Volta.
Otros países en sus emisiones postales han reflejado aspectos significativos de esta lucha por la eliminación de la discriminación racial en África del Sur.
Mali emitió en 1987 un valor postal que refleja a Albert Luthuli (1889-1997), quien fue presidente del ANC desde 1952 y en 1960 recibió el premio Nóbel de La Paz por su oposición no violenta al apartheid y por sus trabajos en favor de la integración racial.
La República Popular del Congo liberó dos valores postales en 1987 y uno de ellos reflejaba al Premio Nóbel de la Paz (1993) Nelson Mandela tras los barrotes de la prisión donde estuvo recluido durante 27 años.
Mauritania, en un sello de 1990, también lo refleja mientras reclamaba su liberación de la prisión.
Camerún, en una emisión de tres valores postales de 1986 por el Año Internacional de la Paz, muestra al obispo anglicano surafricano Desmond Tutu, Premio Nóbel de la Paz en 1984, quien se destacara en la denuncia del apartheid.
Cuba, por su parte, emitió en 1998 un sello para correo ordinario por valor de 15 centavos que conmemora el décimo aniversario de la victoria de Cuito Cuanavale sobre las huestes racistas.
Estos materiales filatélicos y otros que se cuentan por cientos nos ayudan a comprender mejor que el hombre tiene que vivir libre, sin discriminación de ningún tipo, y al estudiarlos y trabajar con ellos nos alertan y empujan a mantener esa actitud ante la vida.
Porque el apartheid debe quedar solo como recuerdo histórico y nunca será suficiente todo lo que hagamos por impedir que se repitan en el mundo esas experiencias segregacionistas.