Opinión

Soberbia e impunidad: palabras de orden

En el caso de la Franja de Gaza también se incluyó el regreso de los residentes que habían escapado a países vecinos y el ingreso a la Franja de convoyes con ayuda humanitaria.

Juan Hernández Machado*Opinión/El Pregonero del Darién

Durante más de un año en este mismo sitio hemos presentado diversos trabajos sobre la última etapa del conflicto de Palestina que comenzara el 7 de octubre de 2023.

El movimiento islámico Hamas, representante del pueblo palestino residente en la Franja de Gaza, atacó diversos lugares de Israel y apresó cierta cantidad de rehenes con el fin de tener algo para intercambiar por los miles de presos palestinos que yacían y aún yacen en las cárceles sionistas.

Tal y como se analizó en su momento, esa acción fue similar a la de Rusia cuando decidió atacar Ucrania para liberar los ciudadanos rusos residentes en diferentes partes de ese país que durante varios años fueron objeto de ataques indiscriminados, y también para impedir que se cerrara el cerco imperialista alrededor de su territorio.

En el caso palestino la reacción de Israel fue de soberbia. Cuando hay dos contendientes en un enfrentamiento, nadie dice que no se use la fuerza y que no se actúe para uno vencer al otro, sin importar quien tenga la razón.

Pero la respuesta de Israel, país que ha motivado el sufrimiento del pueblo palestino aún antes de nacer como Estado independiente en 1948, fue desorbitada y demuestra el odio que sienten hacia el pueblo palestino, al que han estado exterminando lentamente, robándole su tierra, matándole y aprisionando a sus hijos, forzando al exilio a millones de personas.

Y ese odio y esa soberbia no son nuevos. Las imágenes que recorrieron el mundo durante las dos intifadas, de niños palestinos utilizando piedras en sus manos para enfrentarse a tanques de guerra sionistas, son el mejor ejemplo de lo que decimos.

El resultado de las acciones de Israel es la destrucción casi total de la infraestructura de la Franja de Gaza, la que necesitará decenas de miles de millones de dólares para ser reconstruida; más de 50 mil muertos, fundamentalmente mujeres y niños, no combatientes; más de 100 mil heridos y desaparecidos, así como millones de desplazados.

Pero se sigue manifestando la soberbia y el odio cuando alcanzado un alto al fuego entre Hamas e Israel para intercambiar rehenes que hiciera el movimiento islámico en octubre del 2023 por prisioneros palestinos, el régimen sionista no esperó ni siquiera 24 horas para comenzar acciones militares a gran escala contra los palestinos en Cisjordania, destruyendo infraestructura, matando, hiriendo, mancillando lugares sagrados para los musulmanes y otras acciones que no pueden describirse como militares, sino como bárbaras.

Organizaciones árabes e islámicas solidarias con el pueblo palestino reaccionaron en su apoyo y ejecutaron acciones importantes contra el agresor israelita, destacándose el movimiento islámico Hezbolá en el Líbano y el partido Ansar Allah en Yemen.

También contra ellos se desencadenó la furia sionista, que causó destrucción, muerte, hambre y desesperación. Y a pesar de los acuerdos alcanzados en cuanto al Líbano ocupado por Hezbolá se refiere, Israel los ha violado a su antojo repetidamente y continúan las muertes y la destrucción en ese país causadas por las armas sionistas.

Lo más interesante de todo esto- que lamentablemente no es nuevo porque lo hemos visto en otras confrontaciones en Iraq, Afganistán y la antigua Yugoslavia, por solo mencionar tres- es que la estrecha colaboración en todos los aspectos del gobierno de los Estados Unidos de América, sin importar quién esté al frente de la Casa Blanca, con el régimen sionista ha sido absoluta y aunque ha provocado una respuesta mundial de protesta y condena por parte de pueblos, gobiernos progresistas y organizaciones humanitarias, no se ha logrado detener dicha colaboración, que ha sido esencial para toda la destrucción y muerte contra el pueblo palestino, el pueblo yemenita y el pueblo libanés.

Y usamos, a propósito, la palabra pueblo en los casos anteriores porque gran parte de las bajas provocadas por el racismo sionista de Tel Aviv no eran, ni son, combatientes de organización “terrorista” alguna, como su propaganda difundía y difunde, sino simples ciudadanos de los países atacados por las fuerzas de Israel.

Tanto en el caso de las acciones contra la Franja de Gaza como en las acciones contra Hezbolá en el Líbano, luego de intensas negociaciones durante meses se llegaron a acuerdos de alto al fuego, con una agenda en cada caso de separación de fuerzas militares e intercambios de rehenes y prisioneros, fijándose varias etapas para su cumplimiento y con una supervisión por parte de quienes promovieron los mismos.

En el caso de la Franja de Gaza también se incluyó el regreso de los residentes que habían escapado a países vecinos y el ingreso a la Franja de convoyes con ayuda humanitaria (alimentos, medicinas y otros aseguramientos), los que Israel había detenido en varias ocasiones anteriores, agudizando la hambruna y el sufrimiento de los residentes en ese lugar.

A todo lo anterior se suma, que cuando el gobierno de Bashar Al Assad en Siria fue derrocado en cuestión de días por movimientos de oposición, el gobierno de Tel Aviv sin perder un minuto comenzó a ocupar territorio sirio que consideraba vital para su “seguridad nacional” y durante varios días atacó con gran cantidad de fuerzas aéreas las principales instalaciones, almacenes y emplazamientos de armas de Siria, destruyendo los mismos. Todavía incursionan en nuevas partes de ese país, matando ciudadanos y creando desolación entre su pueblo.

¿Qué dijo el régimen sionista?

Sus dirigentes y portavoces dijeron que lo hacían para salvaguardar su seguridad, impedir que los terroristas actúen desde territorio sirio contra Israel y aseguraron que se quedarían allí hasta que el nuevo gobierno en Siria no garantice que su territorio no se usará en acciones contra Israel.

Durante meses el clamor de fuerzas progresistas en todos los confines del planeta demandó el fin del genocidio del pueblo palestino, y posteriormente el cumplimiento de los acuerdos alcanzados por parte de Israel, la terminación de sus violaciones, la reanudación de abastecimiento humanitario a Gaza- que Israel suspendió unilateralmente junto con la energía eléctrica y los recursos hidráulicos luego de terminarse la primera fase del acuerdo logrado con Hamas.

¿Qué ha sucedido?

Una burla al mundo entero, una impunidad total por el apoyo que recibe Israel de Estados Unidos y otros países occidentales, así como por la actitud vergonzante de muchos árabes, incluyendo algunos funcionarios palestinos, que prefieren hacer caso a los cantos de sirena y promesas procedentes de Washington y no adoptar una actitud verdaderamente militante en su contra y en contra de Israel, como si el gobierno estadounidense estuviera ajeno a lo que sucede y no fuera tan responsable como Tel Aviv de la desgracia y sufrimiento de los pueblos de Palestina, Líbano, Yemen y Siria.

Hace decenas de años que el mundo se ha acostumbrado a que el gobierno estadounidense ejerza el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir la aprobación de sanciones que pudieran dañar a Israel.

Sin embargo, en el contexto de estos meses se ha visto lo que nadie hubiera concebido que sucedería, que el representante del régimen sionista rompiera la Carta de la Organización de Naciones Unidas durante una reunión en la sede de la misma.

Muy lamentablemente, no sucede nada, el mundo se sigue moviendo y más atención se presta a youtubers con mensajes excéntricos que al exterminio del pueblo palestino.

Lo más novedoso de los últimos días son las informaciones sobre las “manifestaciones en contra de Hamas para que ponga fin a sus acciones” hechas por los residentes de la Franja de Gaza.

Qué casualidad que quienes se han hecho eco de estas informaciones son básicamente medios sionistas y de los amigos de los sionistas, porque la información se parece mucho a bulos similares que Estados Unidos circuló con respecto a Cuba y Venezuela, por solo mencionar dos países, y que resultaron ser totalmente falsos; se pudieron descubrir pronto porque los autores fueron tan chapuceros que no se cuidaron de quitar en las fotos y videos presentados carteles y banderas de apoyo a los respectivos gobiernos de esos países.

El movimiento islámico Hamas dirige la Franja de Gaza no porque fuera designado por ningún enviado celestial ni por ningún gobierno extranjero, sino porque le demostró a su pueblo durante las dos intifadas de resistencia al ocupante israelí, fundamentalmente durante la segunda, que era un digno representante suyo.

Tal es así que, en las elecciones parlamentarias palestinas, que tuvieron lugar el 25 de enero del año 2006, Hamas se alzó con una sorprendente victoria de 74 escaños, mientras que Fatah, perteneciente a la Autoridad Palestina, solo alcanzó 45 y el resto de los partidos e independientes alcanzaron los 13 escaños restantes, logrando Hamas una mayoría absoluta.

Para Israel y para el mundo eso significó que la política de resistencia armada de Hamas y de mantenerse fiel a los principios de autodeterminación de su pueblo y no cederle terreno al enemigo que trataba de confundir a todos a través de sus “mediaciones de buena voluntad”, le había ganado la simpatía y el apoyo de los residentes en la Franja de Gaza.

El gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu continúa con su soberbia e impunidad, pero se enfrenta, cada día más, al descontento de los familiares de los rehenes que aún quedan por ser entregados por Hamas después que Israel violara los acuerdos alcanzados, quienes consideran que el primer ministro prioriza sus intereses políticos y no a sus familiares.

Por otro lado, es público el creciente descontento entre reservistas que pasaron mucho tiempo en Gaza y ahora esgrimen cualquier excusa que consideren conveniente para no continuar prestando servicios armados porque no desean volver a vivir las amargas experiencias que tuvieron en meses anteriores.

La comunidad ultra ortodoxa continúa oponiéndose a su reclutamiento militar, y Netanyahu tampoco ha encontrado la respuesta favorable que esperaba de los colonos desplazados a causa de los ataques aéreos de Hezbolá y de Hamas a diferentes partes de territorios palestinos ocupados por ellos.

Pero no podemos esperar que esas acciones por sí solas, ni la resistencia de Hamas, Hezbola, los hutíes de Yemen y otras organizaciones islámicas palestinas y pro Palestina contra el ocupante sionista, puedan derrotar de inmediato el poderoso aparato militar de Israel que cuenta con un apoyo, más poderoso aún, de Estados Unidos en todos los sentidos.

Lo que está sucediendo en Palestina y su entorno es una vergüenza para todos nosotros, los que amamos la libertad y la paz en el mundo. Actuamos, pero no es lo suficiente. Denunciamos, pero no con la fuerza necesaria.

Juan Hernández Machado

La ONU tiene que convertirse en un avispero por las denuncias, exigencias y acciones del mundo razonable y humano contra Israel, Estados Unidos y quienes los apoyen. No podemos apoyar a Palestina y condenar el genocidio por la mañana, y por la tarde reírnos y compartir actividades diplomáticas con los mismos representantes de quienes cometen el genocidio contra los palestinos.

El diálogo, la paz, los acuerdos de alto al fuego tienen que pasar por algo fundamental, RESPETO, que es lo que Israel no demuestra porque continúa violando impunemente todos los acuerdos que se hacen desde hace décadas, que los respectivos gobiernos estadounidenses los apoyan y que, lamentablemente, algunos países árabes no denuncian como deben porque han perdido la intransigencia que antes tuvieron y esperan que, a pesar de todo, Israel cumpla.

Como si toda la historia vivida hasta este momento no fuera suficiente para adoptar las necesarias firmes posiciones contra la injusticia y la barbarie.

Nosotros los cubanos conocemos bien esa situación. Durante más de sesenta años nos han tratado de destruir utilizando todos los medios posibles, pero seguimos al pie del cañón.

Es cierto que vivimos en medio de grandes apagones de electricidad, que tenemos serios problemas hidráulicos, que cuesta cada día más trabajo garantizar los alimentos básicos para el pueblo, que nos faltan los recursos financieros imprescindibles, que se han resentido la salud pública y la educación, logros irrebatibles de la revolución cubana, pero buscamos soluciones a nuestras insuficiencias y para enfrentar esta guerra propiciada por los mismos burros o elefantes- el que esté en el poder en Washington- que apoyan decididamente a Israel.

Cuando en la década de los años 70 del pasado siglo fuimos a Angola y a otros países africanos a apoyarlos para que se mantuvieran independientes frente a las agresiones de los racistas sudafricanos- amiguísimos de Israel entonces- muchos dudaron de nuestro resultado. Surgió la consigna “La lucha continúa, la victoria es cierta”.

Hoy, a más de 30 años de haber salido de los frentes de guerra africanos y regresar, solo con nuestros muertos, a casa, satisfechos del deber cumplido, la mayoría negra sudafricana es dueña de su destino, Namibia es independiente y toda África es más libre al desaparecer el régimen del apartheid.

La victoria fue cierta en África y la victoria será cierta para el pueblo palestino.

*Historiador cubano y Premio Nacional de Filatelia 2012 

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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