Crónicas del Camino

Hago de todo, menos robar

En su flamante triciclo diseñado por él mismo, se desplaza por las calles de Carepa este rebuscador de la vida, quien hace todo menos el mal.

Crónicas del Camino/ Wilmar Jaramillo Velásquez/Para El Pregonero del Darién

Diego Escalante Muñoz era un niño cuando una de sus hermanas lo trajo de su natal Riosucio en el departamento de Caldas a Urabá, en busca nuevas oportunidades. De eso hace ya 38 años.

“Era el año 1976, el bus tardó 18 horas de Medellín a Apartadó, tenía doce años, recuerdo que, por esa época, la fumigación a las plantaciones bananeras, la hacían en un helicóptero pequeño al que le decían “El Grillo”, le adaptaban unos tubos de PVC y por ahí salían los químicos” relata tranquilo y sereno mientras hace la siesta en una cafetería de Carepa, luego de la hora del almuerzo.

Diego Escalante no la tenido fácil en su vida, comenzó a trabajar a los ocho años, cargando maletas, quedó huérfano siendo un niño, el rebusque por la supervivencia lo llevó a realizar múltiples oficios, vendedor callejero de chuzos y papas guisadas.

Fue ayudante de lavador de oro, obrero en Corpourabá, guardián de presidios, construye pozos de aguas profundas, ha sido celador, mesero, cantor y compositor, incluso llegó a participar en un concurso llamado Protagonistas de la Canción en una emisora local, con un tema de su autoría titulado “El Agalludo” también perfora orejas y coloca aretes, pintor, electricista, repara lavadoras, es fotógrafo, cose zapatos. “Hago de todo lo que sea honradamente, no le camino a nada ilegal” sigue relatando.

Su vehículo

Hace doce años diseñó un triciclo para dedicarse a la venta de publicidad móvil, incluyendo perifoneo, le decían que estaba loco. “Con esa locura me consigo la comida de la familia con tres hijos incluidos” cuenta orgulloso de su oficio.

En su flamante vehículo recorre las calles de Carepa promocionando negocios, aunque cada día la clientela es menos, las redes sociales le han propinado un duro golpe al negocio, pero él no es hombre de derrotas, todos los días sale a pedalear por la vida, por el sancocho de su familia. Su optimismo es desbordante, contagioso.

Diego Escalante Muñoz, durante la siesta del medio día.

Para reforzar los ingresos diversifica el negocio, cuando no hay fotos que tomar, ni orejas que perforar o nuevos negocios para anunciar, entonces vende chicha, néctar de uva y hasta afrodisiacos para hombres y mujeres con algunas limitaciones sexuales como la falta de apetito y otras falencias como fríos recurrentes.

Estamos hablando de un hombre que no le saca el quite a ningún oficio por difícil que sea, que no lo espantan las altas temperaturas para salir a pedalear su triciclo, ni mucho menos las lluvias, siempre va con una sonrisa por delante, su buen humor y con historia que contar

Diego Escalante Muñoz dice que quien no lo conozca en Carepa, no vive en este pueblo, también carga con sus recuerdos y nostalgias; la muerte de sus padres y lo más duro que le ha ocurrido en sus seis décadas de existencia. El mal trato que recibió durante el servicio militar obligatorio. “Nos trataban peor que animales, era garrote e insultos por todo, una humillación permanente” narra con tristeza.

La siesta ha terminado y el trabajo espera, nuestro personaje aborda su triciclo y arranca lentamente pero seguro por el centro de Carepa, un cliente puede estar a la vuelta, no hay tiempo que perder, la situación económica aprieta, los gastos no dan espera y el rebusque del día a día es sin tregua.

Carepa/Antioquia/mayo/27-2024.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano
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