Canjes de deuda por naturaleza: beneficios y limitaciones para la biodiversidad
Colombia ha participado en dos canjes de deuda, uno en los años 90 con EE.UU. y Canadá, y otro en 2004
21 de octubre de 2024
Desde la década de los 80, los canjes de deuda por naturaleza se han convertido en una estrategia clave para que algunos países alivien su deuda externa a través de inversiones en proyectos ambientales. Esta medida, impulsada inicialmente por el Fondo Mundial para la Naturaleza, ha sido apoyada por países como Estados Unidos y Canadá, así como por organizaciones no gubernamentales como The Nature Conservancy. Sin embargo, aunque esta herramienta financiera ha permitido conservar áreas valiosas en términos de biodiversidad, también ha generado dudas sobre su impacto real en la sostenibilidad económica de las naciones que la implementan.
¿En qué consisten los canjes de deuda por naturaleza?
Un canje de deuda por naturaleza implica que un país deudor negocia con su acreedor una reducción de la deuda a cambio de comprometerse a realizar inversiones en proyectos de conservación ambiental. El prestamista reduce el monto de la deuda y, a cambio, el deudor destina fondos a la preservación de ecosistemas, generalmente a través de alianzas con ONG especializadas en temas ambientales. Estas inversiones suelen estar dirigidas a proteger la biodiversidad, en especial en países con ecosistemas vulnerables y de gran riqueza natural.
En el marco de estos acuerdos, el prestamista puede transferir el nuevo valor de la deuda a una ONG o entidad privada, que supervisa los proyectos ambientales, mientras el deudor se compromete a cumplir con los pagos e inversiones acordadas en la naturaleza. Este esquema, aunque prometedor en su concepción, ha sido objeto de debate por sus posibles limitaciones a largo plazo.
Casos recientes de canje de deuda
Países como Belice, Barbados y Ecuador han recurrido recientemente a esta medida. En 2022, Belice acordó invertir 178 millones de dólares en la conservación de la vida marina hasta 2041, bajo la supervisión de The Nature Conservancy. Este acuerdo incluye la obligación de destinar 4,2 millones de dólares anuales para ampliar las áreas protegidas y proteger alrededor de 1.400 especies marinas en peligro de extinción.
Por su parte, Barbados firmó en 2023 un acuerdo similar por 50 millones de dólares, con la meta de aumentar 30% el área marítima protegida para 2030. Barbados deberá realizar pagos anuales al fondo de conservación para asegurar la protección marina hasta 2037, aunque las expectativas de ganancias de estos proyectos aún son inciertas.
Ecuador, en 2023, negoció el canje de deuda más elevado registrado hasta ahora, por 450 millones de dólares, para la conservación de las Islas Galápagos. El gobierno ecuatoriano deberá aportar 12 millones de dólares anuales hasta 2041 y crear un fondo de 227 millones de dólares para proteger su biodiversidad marina.
El papel de Colombia en los canjes de deuda
Colombia ha participado en dos canjes de deuda por naturaleza. El primero, entre 1992 y 1993, con Estados Unidos y Canadá, permitió la reducción de 322,2 millones de dólares de deuda a cambio de 54,4 millones destinados a proyectos ambientales. En 2004, se firmó un segundo acuerdo por 8 millones de dólares para conservar los bosques tropicales de la región andina y otras zonas.
Actualmente, el Plan Nacional de Desarrollo Sostenible de Colombia (2022-2026) contempla esta herramienta como una opción para financiar proyectos de conservación en la Amazonía, el Pacífico y la selva del Darién. Además, el gobierno de Gustavo Petro ha propuesto un «Plan Marshall» para que los países de renta baja y media puedan canjear sus deudas por inversiones en la lucha contra el cambio climático, una estrategia similar al canje de deuda por naturaleza.
Limitaciones y desafíos
A pesar de sus ventajas aparentes, los canjes de deuda por naturaleza enfrentan críticas. Una de las principales preocupaciones es que el valor de la deuda cambiada no suele ser significativo en relación con la deuda externa total de los países. Por ejemplo, en el caso de Belice, a pesar del canje, el endeudamiento del país aumentó, lo que llevó a la reducción de salarios del sector público y la suspensión de aumentos salariales durante dos años.
Otra crítica se refiere a la pérdida de autonomía en la gestión de los recursos. Los gobiernos deudores deben seguir estrictas condiciones impuestas por las ONG, lo que limita su capacidad de decisión sobre el uso de los fondos y los proyectos a implementar. Esto genera inquietudes sobre la verdadera eficacia y sostenibilidad de estas medidas a largo plazo.
Reflexiones finales
Los canjes de deuda por naturaleza representan una herramienta valiosa para la conservación del medio ambiente, especialmente en países con altos niveles de biodiversidad y bajo riesgo de crisis fiscal. Sin embargo, su impacto económico a largo plazo es incierto y, en algunos casos, puede aumentar el endeudamiento de los países. Además, las condiciones impuestas por los prestamistas y las ONG limitan la autonomía de los gobiernos para gestionar sus propios recursos.
Es fundamental que los países que adoptan este tipo de acuerdos evalúen cuidadosamente sus beneficios y riesgos, no solo en términos de biodiversidad, sino también en lo que respecta a su estabilidad financiera y capacidad para manejar sus deudas en el futuro. La implementación de estos mecanismos requiere un enfoque integral que asegure tanto la protección ambiental como la sostenibilidad económica.