Opinión

Desde la ventanilla siniestra a Benedetti

Las élites colombianas nunca aceptarán que un mestizo pretencioso les haya usurpado la presidencia, y menos que una negra sea la vicepresidente, ni tampoco que una joven de extracción popular, sea la canciller.

Juan Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién

Mucho recuerdo eso de que «le doy en la jeta marica» o «mucho cuidado con esos hijueputas» y tantos videos o trozos de audio que circulan por ahí, editados, recortados, magnificados o alterados. Además de los coscorrones o las borracheras, las infidelidades, las “metidas de pata” o simplemente salidas en falso, rabietas e insultos. De todos y cada uno, al fin y al cabo, seres humanos con momentos estelares o soledades y tragedias que no tienen por qué ser conocidas, salvo en aquellas coyunturas en las que tienen algún protagonismo público como sucede con los artistas, o en estos casos, cuando transitan por escenarios políticos. El anonimato cesa para estar en boca de todos, o en el «ojo del huracán» como es bien conocido.

El caso Sarabia Benedetti encaja perfectamente, o si no figúrense qué sería de esta joven sin el protagonismo que despliega, o de Benedetti en similares circunstancias, éste sí con más recorrido, y no siempre desechadas sus virtudes por viejos aliados, muchos de ellos jefes políticos muy agradecidos por lo beneficioso de sus virtudes de relacionista político, y hábil gestor de recursos y componendas parlamentarias de las que nadie se escandalizó en pasadas campañas. Tan útil les ha sido.

Podríamos poner a desfilar en una pasarela a muchos personajes de la política colombiana y nos sorprenderíamos por esa estela de recuerdos y anécdotas no todas afortunadas, pero sí inolvidables. Ejemplos abundan, recordemos las relaciones del presidente López Michelsen con la ventanilla siniestra del Banco de la República, las bacanales de Turbay Ayala, la muerte de Mamatoco, los escándalos de Fadul y Peñalosa -padre del ex alcalde bogotano-, el uso de las pistas de aterrizaje que un director de la Aerocivil le autorizó a los narcotraficantes, y los dinerales que cada año se pierden en elefantes blancos o en proyectos refrendados por gobernadores, alcaldes o politiqueros de toda laya. Seguirían los ejemplos desde candidatos hasta presidentes, pasando por primeras damas y delfines, muchos de ellos bendecidos o disimulados sus fiascos y escándalos por los medios que manejan -revistas, periódicos, estaciones radiales y canales de televisión-, copartícipes o simplemente interesados en que todo continúe sin novedad, como simples deslices o anécdotas curiosas.

Pero ese no es el caso de Sarabia, Petro y Benedetti. ¿Por qué? Simplemente porque son parte de un gobierno que consideran advenedizo, pues creyeron que permitiéndole llegar a la presidencia lo iban a desacreditar ¡y no han podido! Les resultó grande el gallito, pesado e inteligente, un hueso duro de roer, y por lo tanto todas las baterías, reflectores y artillería pesada de los medios están al tanto de cualquier fisura, cualquier falla, cualquier punto débil para atacar destruir, borrar, quemar y terminar de una vez con la pesadilla que no previeron, y de la cual tienen que ser muy cuidadosos, puesto que a la par de su  accionar fiscalizador y manipulador de la opinión pública, deben estar atentos a la prestancia internacional que el liderazgo del presidente Petro ha logrado, además de ser vocero a los cuatro vientos de toda la tragedia genocida de la política colombiana.

¿Qué Laura Sarabia sea una joven incompetente? Sólo su gestión lo dirá. ¿Qué Benedetti es un vulgar bandido cocainómano y que le tiene guardado un secreto muy horrible al presidente con el que lo chantajea? No lo sabemos. ¿Cuántos secretos no le tendrán guardados los periodistas a los políticos que aún protagonizan la escena colombiana? ¿Cuántos periodistas de las cadenas radiales no se tienen que morder los labios para conservar su trabajo y las prebendas con que los amos del poder en Colombia los premian por mantener un silencio cómplice?

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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