Ni paloma ni rama de olivo ¿Qué podemos esperar, entonces?
“Su acción vital se parece a la de los parásitos de la Naturaleza. El pueblo que le hospeda será exterminado con mayor o menor rapidez”
Por: Juan Hernández Machado*/Opinión/El Pregonero del Darién
Se habla mucho de una posible tregua en la masacre que el régimen sionista de Israel está cometiendo contra el pueblo palestino, pero las acciones del 28 de febrero cuando las empobrecidas masas populares palestinas esperaban encontrar alimentos y recibieron plomo sionista que causó 112 muertos y 760 heridos entre la población inocente, demuestran el verdadero sentir de los agresores: odio.
Odio es lo que ha motivado el exterminio de más de 29 mil palestinos, en especial mujeres y niños, desde el pasado 7 de octubre.
Odio es lo que llevó al ultraderechista Bezalel Smotrich, ministro de finanzas de Israel a declarar que “el pueblo palestino no existe”, justificando la expresión con una serie de explicaciones según la historia israelita, pero pretendiendo esconder con esa actitud una concepción donde no hay cabida para el pueblo palestino.
Anteriormente había pedido borrar del mapa a Huwara, una localidad de Cisjordania que había sido asolada por decenas de judíos radicales que causaron muertes entre la población civil y quemaron casas y vehículos de los palestinos.
¿Y cómo calificar la declaración de May Golan, ministra de Igualdad Racial el pasado 21 de febrero? Además de decir que se sentía orgullosa por la destrucción que su gobierno había causado en la Franja de Gaza, manifestó que “Ni paloma ni rama de olivo, sólo una espada para cortarle la cabeza a Sinwar, eso es lo que recibirá de nosotros», refiriéndose al líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar.
Ella parece desconocer que, según diferentes organizaciones de las Naciones Unidas y No Gubernamentales, unos 12,400 niños palestinos han sido asesinados en Gaza otro centenar en Cisjordania, hay miles de desaparecidos, cerca de 20 mil han nacido en medio de este nuevo infierno iniciado por Israel en octubre pasado y se estima que una decena de niños al día han sufrido amputaciones de una o ambas piernas, sin anestesia, en el mismo período.
Esas dos muestras de odio que reflejamos no se alejan mucho de las “civilizadas” declaraciones del primer ministro israelí Netanyahu sobre los palestinos, solo que para incluirlas a plenitud necesitaríamos el doble o triple de espacio que utilizamos ahora.
Pero el odio no se queda en los representantes del régimen sionista de Israel, sino que se extiende a aquellos que lo han apoyado durante más de setenta años frente a una comunidad internacional que solo exige justicia para el pueblo palestino.
El inmediato apoyo con armas y municiones de última generación- que no se ha detenido hasta hoy-, el apoyo político a ultranza que no ha permitido que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas haya aprobado resolución alguna que pudiera dañar a Israel ni con el pétalo de una rosa desde octubre pasado y el compartir inteligencia real con los sionistas han permitido la destrucción de Gaza y las agresiones a Cisjordania, Líbano y Siria por parte de las fuerzas que dirige Benjamín Netanyahu.
Esa es una forma “elegante”, enmarcada en las relaciones entre países y que se puede argumentar con todo el lenguaje edulcorado que utilizan los imperialistas cuando quieren confundir y embaucar a los demás, de defender el odio que también sienten hacia los palestinos, aun cuando dialoguen con representantes de ese pueblo y fingen buena voluntad para resolver la crisis en curso.
Pero hay algunos que no se pueden contener y muestran su cara tal como es.
En estos días circuló por las redes sociales un video en el que el congresista estadounidense Andrew Ogles por el estado de Tennessee, al responder una pregunta sobre lo que está sucediendo contra el pueblo palestino, manifestó; “A todos los niños palestinos de la Franja de Gaza deberían matarlos”.
Los opositores al genocidio de Israel han hecho comparaciones con los pogromos nazis contra los judíos, algo que ha molestado bastante a Netanyahu y a su cohorte.
Salvando las distancias y las circunstancias históricas de cada caso, ¿hay algún parecido entre las expresiones de odio anteriores y estas? Echemos una ojeada.
«Por eso creo ahora que, al defenderme del judío, lucho por la obra del Supremo Creador… El judío es y será siempre el parásito típico, un bicho, que, como un microbio nocivo, se propaga cada vez más, cuando se encuentra en condiciones adecuadas. Su acción vital se parece a la de los parásitos de la Naturaleza. El pueblo que le hospeda será exterminado con mayor o menor rapidez.»
Esas expresiones en esencia reflejan lo que sentía Hitler por los judíos- expresado en su principal obra “Mi lucha”-, conceptos que lo llevaran a su discurso del 30 de enero de 1939 en el Reichstag, en el que amenazó con “aniquilar a la raza judía de Europa” en caso de guerra.
Y luego de más de 70 años jugando a que sí se puede acomodar las cosas y aceptar una convivencia con los palestinos- táctica utilizada para dividir a los árabes mientras se fortalecía política, económica y militarmente con el apoyo irrestricto de los diferentes gobiernos de los Estados Unidos de América, ahora los representantes de Israel ponen sus cartas sobre la mesa.
«El reconocimiento de un Estado palestino en este momento sería una ‘recompensa al terrorismo’ y socavaría las posibilidades de un acuerdo de paz duradero… Estamos en una batalla en la que no nos detendremos hasta la victoria total… Debemos lograr la victoria. Para hacerlo, debemos prestar atención a otros frentes, y este (Cisjordania) es de suma importancia…
Israel no se dejará presionar para aceptar un Estado palestino”.
Estas son declaraciones recientes del primer ministro Benjamín Netanyahu que denotan el desprecio por el pueblo palestino al no considerar en lo absoluto el crimen que han venido cometiendo contra ellos desde octubre pasado.
¿Pesimismo al ver la situación de esa forma? Se puede pensar que estamos cansados y no sabemos qué camino tomar ante la continuación del genocidio que está cometiendo el régimen sionista de Israel contra el hermano pueblo palestino.
Pero no es pesimismo, sino elementos de la realidad sobre ese conflicto que, lamentablemente, muchos en el mundo no lo valoran en su justa medida y por eso los verdaderos terroristas (los que utilizan toda la fuerza de un estado para aterrorizar a los demás, como hace Israel en Gaza y Cisjordania, al igual que en Siria y Líbano) persisten en sus acciones.
Muchos confían en que, a través de Estados Unidos, se pueda lograr un cese al fuego y condiciones que permitan la subsistencia del pueblo palestino. La cantidad de información existente, hasta de la gran prensa occidental, sobre el apoyo inmediato y sostenido de Washington a Tel Aviv hasta el momento, es inmensa, conocida por todos y, por tanto, consideramos innecesario extendernos en ese aspecto.
Por ello es que hemos planteado, y no nos cansaremos de repetirlo, que el gobierno de los Estados Unidos no puede ser mediador de nada que beneficie al pueblo palestino, porque es juez y parte en este conflicto, y una parte muy importante ya que le está permitiendo al régimen sionista continuar su genocidio y debe compartir la responsabilidad con este por ese crimen contra la humanidad.
Dentro de pocas horas, millones de personas en todos los confines del mundo expresarán su solidaridad con el pueblo palestino y le exigirán a Israel que detenga la masacre de civiles inocentes, que acepte una tregua que permita, mediante conversaciones, resolver la situación y que el pueblo palestino pueda tener su estado en su propio territorio, con los mismos derechos que disfrutan los israelitas en el suyo.
Y hablando de israelitas, se ha visto con buenos ojos el rechazo de muchos militares que participaron en acciones en Gaza a reunirse con Netanyahu luego de los horrores que allí vivieron. También es positivo que en el propio Israel y dentro de comunidades judías en otros países muchas personas se manifiesten a favor de la detención de la masacre contra el pueblo palestino.
Le corresponde a todos los judíos honorables en el mundo recordar lo que su pueblo sufrió a manos de los nazis durante la II Guerra Mundial, el desdén de muchos países que hoy son sus aliados, en especial los Estados Unidos y el Reino Unido, en recibirlos como emigrados cuando sus vidas estaban juego. Por ello deben superar el barraje de propaganda occidental- porque los miles de muertos, heridos y desaparecidos, así como la destrucción de Gaza no son cuentos de los hermanos Grimm, sino una realidad; ante el actual genocidio que se comete en Gaza y Cisjordania, ellos deben exigir a su gobierno que le ponga fin.
Pasará el dos de marzo, el mundo hablará, al igual que ha hablado en numerosas ocasiones para defender otras causas justas y, sin pesimismo, pero con realismo, no estamos convencidos de que esto pueda detener a los sionistas, que continuarán en su empeño de destruir a los palestinos.
Por ello, la jornada mundial del dos de marzo solo se inicia ese día y debe continuar, por todas las formas posibles, hasta que el régimen sionista de Israel acepte detener la masacre y entrar en conversaciones que contemplen también los derechos del pueblo palestino.
Durante muchos años nos hemos acostumbrados a ver a gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos aplicar sanciones unilaterales o colectivas contra aquellos países que no acepten sus mandatos.
Nuestros pueblos tienen el mismo derecho de exigir a sus respectivos gobiernos que, en casos tan terribles como este y ante la inacción del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se adopten medidas contra Israel, Estados Unidos y otros aliados responsables de este genocidio.
Tal vez a los actos de solidaridad con Palestina y a las denuncias a Israel por su macabro comportamiento, puedan sumarse medidas que les afecten la economía y el bolsillo a estos agresores, tales como ya han hecho trabajadores de varios países que se han negado a cargar/ descargar buques con mercancías para los sionistas; o los propios boicots que se iniciaron contra empresas israelitas que ofrecieron alimentos gratis a los primeros soldados que entraron en Gaza.
Los pueblos sí buscan la paloma y la rama de olivo; los pueblos buscan la paz, pero no la buscan como mendigos, sino exigiendo sus derechos a la misma, que ningún país ni grupo de países les pueden quitar.
*Premio Nacional de Filatelia 2012-Historiador Cubano.