Opinión

Hacia el desarrollo

La falsa idea de mantener salarios bajos, jornadas laborales extensas o contratos por horas, aún resuena en la mente de muchos, inclusive de grandes empresarios.

Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién

Las perspectivas económicas para el año entrante muestran un crecimiento de la economía colombiana en más del 3%. Fedesarrollo no es tan optimista, pues lo proyecta para el 2.5% muy por encima de Estados Unidos, entre otras cosas, país que felicita al gobierno por su buena gestión.

Los indicadores dicen que reglones como la construcción y el comercio serán los pilares fundamentales para el repunte, pero no lo creemos así, dado que estas actividades dependen casi en un 40% del lavado de activos del narcotráfico y este está siendo golpeado seriamente por las incautaciones constantes y la guerra frontal contra sus ejércitos y el cartel de financistas a nivel internacional.

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El complot en Dubái y el intento de asesinar al presidente el 20 de julio durante el desfile, así lo demuestran. La producción de cocaína está en crisis en Colombia, por lo tanto, la fuente de esos ingresos ya muchos puestos en la banca y en paraísos fiscales ajenos al país, también.

Es la actividad agrícola e industrial donde radica la reactivación, y ésta se dará de la mano de una reforma agraria constante y agresiva -por ahora muy tímida: solo 200.000 hectáreas de los tres millones prometidos- y de una de tipo laboral que redima a los trabajadores del yugo producido por la supresión de sus conquistas laborales y de los contratos a destajo instituidos en el gobierno de Uribe.

La falsa idea de mantener salarios bajos, jornadas laborales extensas o contratos por horas, aún resuena en la mente de muchos, inclusive de grandes empresarios, como pilar de rentabilidad desconociendo que con un mejor bienestar del recurso humano la producción aumenta y por lo tanto sus ganancias.

La sustitución de cultivos y el compromiso de muchos empresarios en tal empeño, se ha traducido en un franco aumento de las exportaciones principalmente de cacao en un 531% también del banano en un 9%, del aguacate Hass, de las flores y otros productos. Estamos a la espera de las nuevas cifras de producción interna de papa, maíz, fríjol y leche, productos que estábamos importando paradójicamente en un país con vocación agrícola.

De la mano del conocimiento, de los “saberes”, de la reactivación económica jalonada por la agricultura y de la transición hacia las energías limpias descarbonizadas, el futuro económico del país es halagüeño.

En el Foro de Reactivación Económica la exposición del presidente fue ampliamente aplaudida. La SAE sigue entregando tierra fértil, el campesino está siendo redimido, los ferrocarriles se reactivan, las vías terciarias están siendo construidas, incluso mediante la labor del ejército en las las áreas PEDT; la asociatividad en la economía popular y campesina está en franco ascenso, el ciudadano medio ya entendió el lenguaje del llamado Gobierno del Cambio, también el Banco de la República  que ya baja la tasa de interés para reactivar la inversión privada compensando el bloqueo de la Corte Constitucional a la supresión de las exenciones a los rentistas de la extracción de carbón y petróleo.

Ya van desapareciendo las últimas camarillas de corruptos para dar paso a las realizaciones por las que todos claman, y que los medios de comunicación tradicionales no difunden pues parece que para ellos es más rentable – produce más “rating”- el crimen de un estilista que el cubrimiento de las intervenciones del presidente en los múltiples foros especializados como el de la reactivación económica.

Paso a paso, con muchas dificultades e improvisaciones superadas, Colombia, nuestro país, no “este país” – como muchos despectivamente lo llaman- enfila, por fin, su historia hacia el desarrollo.

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