La Constitución del 91: Un Sueño Inconcluso
La Constitución del 91 sigue siendo un faro de esperanza y un símbolo de lucha por un país mejor. Sin embargo, para que sus ideales se materialicen, es necesario un compromiso renovado con sus principios fundacionales.
La Constitución de 1991 es la carta magna de Colombia, promulgada el 4 de julio de 1991 para reemplazar la Constitución de 1886. Es considerada un hito en la historia del país, ya que introdujo importantes cambios en términos de derechos, garantías y participación ciudadana.
A pesar de los avances logrados con la Constitución de 1991, todavía existen retos y desafíos pendientes en términos de cumplir plenamente con los principios y valores consagrados en la misma, como la equidad, la justicia, la protección de los derechos humanos y la construcción de una sociedad más inclusiva y democrática.
La Salud Convertida en Negocio
Uno de los pilares de cualquier Estado Social de Derecho es garantizar el acceso a servicios básicos, como la salud. No obstante, en Colombia, la salud se ha convertido en un negocio. Las reformas implementadas tras la Constitución del 91 han favorecido la privatización del sector, dejando a millones de colombianos sin acceso a atención médica de calidad. El derecho a la salud, fundamental en una sociedad equitativa, se ha visto comprometido por intereses económicos y políticos.
Despojo a la Educación Pública Universitaria
La educación pública universitaria también ha sido víctima de esta corrupción sistémica. Se han desviado cerca $300 billones de pesos, recursos que deberían haberse invertido en mejorar la calidad y el acceso a la educación superior. En lugar de ello, se ha negado su carácter universal, limitando las oportunidades para miles de jóvenes colombianos que buscan un futuro mejor a través del estudio. La falta de inversión en educación perpetúa el ciclo de pobreza y desigualdad, obstaculizando el desarrollo del país.
Reforma Agraria: Un Sueño Truncado
La reforma agraria era otra de las promesas de la Constitución del 91, destinada a redistribuir la tierra y mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Sin embargo, lo que se ha implementado es una contrarreforma criminal, desplazando a más de nueve millones de campesinos de sus tierras. Estos desplazamientos forzados han generado un ciclo de violencia y pobreza en las zonas rurales, contradiciendo los principios de justicia social y equidad que inspiraron la Constitución.
La Necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente
Frente a estos desafíos y desilusiones, surge una pregunta crucial: ¿Cómo podemos honrar la Constitución del 91 y hacer realidad sus ideales? La respuesta, para muchos, radica en la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Este sería un paso fundamental para reformar las instituciones y asegurar que los principios de justicia, equidad y derechos humanos sean verdaderamente implementados.
La Constitución del 91 sigue siendo un faro de esperanza y un símbolo de lucha por un país mejor. Sin embargo, para que sus ideales se materialicen, es necesario un compromiso renovado con sus principios fundacionales. La mejor forma de honrar este legado es permitir que se haga realidad mediante una Asamblea Nacional Constituyente, que aborde de manera integral los problemas que han plagado al país durante décadas.
Es momento de actuar y restaurar el espíritu de la Constitución del 91 para garantizar la salud, educación y tierra como derechos de todos los colombianos.