Opinión

LOS ABUELOS RECUERDAN

En abril de 1961, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de los Estados Unidos llevó a cabo una invasión de mercenarios cubanos contra Cuba con el objetivo de derrocar la revolución. El combatiente de la revolución Jesús Boza Alpízar no llegaba a veinte años de edad en esa oportunidad y participó, como miliciano, en los combates de Playa Girón. Hoy participa en las actividades del Círculo Filatélico del Cerro con sus juveniles y por eso quiere compartir sus experiencias con ellos. Esto fue lo que nos contó:

Yo me encontraba pasando el segundo curso de Responsables de Milicias en el antiguo cuartel de la dictadura de Batista en la ciudad de Matanzas. Los alumnos estábamos organizados en un batallón compuesto por seis compañías; yo pertenecía a la primera.

El sábado 15 de abril de 1961 se conoce por la radio que aviones mercenarios procedentes de los Estados Unidos habían atacado los aeropuertos de San Antonio, Ciudad Libertad  y Santiago de Cuba. Nosotros estábamos de pase y al conocer las noticias nos presentamos de inmediato en la escuela, como estaba orientado.

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Al día siguiente se realizó el sepelio de los caídos y se hizo un acto en la entrada del cementerio de Colón en la capital cubana, en el que nuestro Comandante en Jefe declaró el carácter socialista de la revolución. En ese momento ya estábamos en la escuela cerca de un 80% de los alumnos.

El lunes 17 de abril, alrededor de la una y media de la madrugada comenzó el desembarco de mercenarios en la zona de Playa  Girón. Nosotros nos organizamos y salimos hacia esa zona alrededor de las cuatro o las cinco de mañana. Nos movimos a través de la carretera central, pasamos por Limonar y Coliseo y cuando llegamos a Jovellanos nos esperaba el capitán Boro. Dejamos la carretera central y nos desviamos, para llegar al central Australia donde hicimos una parada. El capitán José Ramón Fernández, director de nuestra escuela y uno de los jefes principales cubanos en el rechazo al desembarco, nos esclarece la situación y continuamos la marcha hacia Playa Larga. Fernández se quedó en el puesto de mando del central Australia.

Antes de llegar a la entrada de la Laguna del Tesoro se dio una falsa alarma aérea que nos obligó a abandonar los vehículos, continuando a pie a partir de ese momento.

Iniciamos la marcha desde la entrada de la Laguna hasta Pálpite alrededor de las ocho o las nueve de la mañana y llegamos a este lugar luego de unas 10 horas de marcha  durante la cual combatimos contra grupos de paracaidistas y contra la aviación enemiga que nos hostigaba.

El enemigo utilizó aviones del tipo B- 26 y dadas las características del terreno nos ocasionaron un gran número de muertos  y heridos, porque ese avión ametrallaba desde el frente y desde la cola y nosotros con los fusiles que poseíamos no podíamos hacerle daño.

Hubo un momento cuando nos atacaron dos aviones durante unos 30 minutos. Uno entraba y al salir, entraba el otro, hasta que un avión Sea Fury nuestro nos libró de esa pesadilla y derribó a uno de los aviones atacantes.

 Nos reagrupamos en  Pálpite y comenzamos  a preparar la ofensiva en dirección a Playa Larga. Ya para ese momento teníamos artillería terrestre, artillería anti aérea y por la noche llegaron los tanques.

Nuestro batallón se dividió en tres grupos: el grupo principal continuó su avance por la carretera,  otro grupo tomó el camino de la izquierda para llegar a Soplillar donde había una pequeña pista de aterrizaje y el tercer grupo  tomó un sendero hecho por los carboneros a fin de salir al flanco derecho de Playa Larga.

Comenzamos el avance a las ocho o nueve de la noche y al salir de Pálpite  aún se veían casas y hornos de carbón encendidos que nos alumbraban la carretera.

Miliciano cubano con una ametralladora

Al llegar a Playa Larga fue un momento difícil porque los mercenarios estaban bien atrincherados y nosotros teníamos que utilizar un paso obligado de la carretera. Nos barrían con una ametralladora de grueso  calibre   y también usaron cañones y bazookas, causándonos un gran daño. Tuvimos muchas bajas.

Al amanecer del martes 18 de abril se acercaba un avión enemigo y por suerte para nosotros los muchachos de la artillería anti aérea lo derribaron. Poco después comenzamos a escuchar ruidos de motores y eran los mercenarios que se retiraban hacia Playa Girón.

Nos concentraron en Playa Larga y luego iniciamos la marcha a pie hasta el central Australia. En el camino vimos uno de los ómnibus que transportaban nuestras tropas calcinado por el napalm que lanzaron los aviones mercenarios.

Llegamos al central Australia por la tarde, nos dieron comida y nos dejaron descansar hasta por la noche que se produjo otro ataque aéreo pero nuestros muchachos artilleros derribaron el avión.

El 20 de abril, después de la victoria, regresamos a la escuela donde estuvimos hasta el día 23. Allí nos graduamos, presidiendo la actividad el capitán Fernández porque el Comandante en Jefe aún estaba siguiendo la situación creada.

No obstante, este dijo posteriormente que los caídos que tuvimos no se pudieron graduar como responsables de milicias pero se graduaron de héroes eternos de nuestra patria. Nuestro batallón tuvo 21 muertos y 108 heridos en combate, algunos de los cuales morirían posteriormente debido a la gravedad de sus heridas.

Ahora, al estar jubilado, agradezco a los ejecutivos del Círculo Filatélico del Cerro que me inviten a sus actividades y poder compartir las mismas y mis experiencias de vida con las nuevas generaciones.

Jesús Boza continuó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias donde cumplió diversas responsabilidades y llegó hasta el grado militar  de coronel. Hoy se encuentra jubilado.

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