Opinión

Más sobre la formación de médicos

¿Tendrán el valor civil y el rigor pertinente nuestras universidades para mirar hacia adentro con el fin de hacer radicales cambios?

Luis Alfonso Ossa B. /Opinión/El Pregonero del Darién

“Radiografía de la Violencia Psicológica y el Acoso a Residentes (Roberto Manzzini)”

No era entonces peregrino mi cuestionamiento del anterior fin de semana, a ese supuesto humanismo cristiano como el principio rector de la concepción confesional de la educación en una universidad católica y pontificia.

Lo descrito en este artículo tan sólidamente es por decir lo menos una auténtica vergüenza para la Universidad Javeriana donde el lector termina concluyendo que sus directivas llevan mucho tiempo contemporizando con el manejo que una supuesta  psicópata, que por estar rodeada de una aureola de gran cirujano, la universidad no solo  la  ha respaldado en su conductas cuestionadas de manera reiterada por los residentes, sino que ha hecho caso omiso al cuestionamiento  de psicópata que esas actitudes enfermizas suyas, acá denunciadas, han tenido de tiempo atrás.

Recordé a propósito y para utilizar el mismo orden discursivo de la Pontificia Javeriana, la definición de pecado mortal que aprendí cuando niño en el catecismo del Padre Astete: Pecado mortal, es decir, hacer pensar y desear algo contra la ley de Dios y la ley humana, en materia grave o en materia leve con plena advertencia y pleno consentimiento. En esos términos cristianos hay que concluir que los directivos de la Javeriana han cometido pecado mortal de manera prolongada al contemporizar con la jefatura en la residencia de cirugía de esta Médica que hoy señalan como una enferma mental.

Creo entonces que después de leer las acusaciones que le hacen en este artículo a la brillante cirujana jefe, el asunto del debate que debemos hacerle a la educación médica en Colombia deja de ser la prioridad hoy y pasa a serlo la formulación de demandas penales que de manera particular estarán presentando ya quienes han sido víctimas de esta brillante cirujana que la Universidad Javeriana ha mantenido a rajatabla en su cargo a plena conciencia de ser quién es.

Por supuesto que en el origen y desarrollo de lo que desencadenó el suicidio de una de las tantas víctimas de la citada médica, ahora es la justicia penal, a través de la Fiscalía y la Procuraduría, las que tienen la palabra. Y para abrir el expediente tienen entonces el muy sustentado escrito que hizo el señor Roberto Mazzini.

A propósito

¿Tendrán el valor civil y el rigor pertinente nuestras universidades para mirar hacia adentro con el fin de hacer algunos radicales cambios en la estructura fundamental de los programas de postgrado en las facultades de medicina?

¿O van a seguir replicando esos modelos medioevales transversalizados por estructuras caducas de poder extendidas entre el saber que ofrece el sabio profesor y la sumisión ignorante del alumno?

Es absolutamente perentorio que mientras proseguimos con el debate al sistema formador de especialistas médicos, le exijamos al ministro de educación que le pida a la Fiscalía General de la Nación que intervenga judicialmente ese escenario donde al parecer lo académico ha dejado de ser su razón de ser y lo que allí se hace es lo que unos psicópatas que fungen de docentes, están haciendo traspasando abiertamente los linderos de la ley.

¡Lo que el Decano piensa no es lo cierto porque él lo diga! ¡Allá lo que haga la Universidad Pontificia Javeriana con su académico! Ahora debe ser la Justicia la que actúe

El Ministerio

“Muerte de estudiante de Medicina de la Javeriana empezó a tener consecuencias: Ministerio de Salud tomó decisión”

Excelente avance en relación al gran debate que le venimos dando en torno a la formación de Especialistas médicos en Colombia, desencadenada a propósito de la manera cruel como se trata a los estudiantes de posgrado. Pero aún con las determinaciones tomadas desde el Ministerio de Educación, seguimos pensando que las mismas no deben ser óbice para que continúen con las respectivas investigaciones judiciales iniciadas a propósito del suicidio de una médica en la Universidad Pontificia Javeriana.

Masacre del Aro

¿Puede un país carente de una dirigencia incapaz de enfrentar su autocritica para reconocer los errores y con ello asumir la obligación de acatar los fallos judiciales con mayores veraz cuando estos provienen de cortes internacionales cuya vigencia ha sido aceptada por el país mediante acuerdos multilaterales?

¡¡No puede haber colombianos que se nieguen aceptar que la masacre del Aro en particular, fue ciertamente un inmenso error de omisión del Estado Colombiano al haberse hecho el de la vista gorda mientras el paramilitarismo asesinaba a los habitantes del Aro y emprendía el desplazamiento de la población supérstite!!

Que 26 años después el presidente Petro haya tenido el valor de presentarse como jefe de Estado ante esa población atropellada por el paramilitarismo en connivencia con el Estado, es un gesto reivindicador por excelencia de esas víctimas que estaba en mora de resarcir como cómplice omiso de esa masacre que fue.

Los últimos gobernantes de Antioquia en particular no pueden salir ahora a escabullirse de la responsabilidad que pudieron tener como gobernadores o como alcaldes, además deben responder por la indiferencia con la que han respondido ante los reclamos por inversiones en infraestructura que los habitantes de esos territorios vienen haciendo hace ya varias décadas.

Reconozcamos todos, sin ambages, que esta encarada sincera con la población víctima de la Masacre del Aro que hace el presidente Petro en este acto de justicia reivindicativa, es un gesto de valor civil y de sinceridad política inédito en la historia nacional y es por tanto merecedor de todo el respeto nacional compartamos o no la propuesta política del gobierno del cambio.

La población del Aro vuelve a creer que hay Estado para ella y los demás colombianos nos congratulamos por tener un presidente capaz de reconocer los errores cometidos en cabeza de los gobernantes.

Agua en el desierto

Quiero hacer una reflexión a propósito de esta gran obra que emprendió Gadafi en Libia y que hubiera reivindicado la calidad de vida no solo de los libios sino de gran parte de los muy pobres pueblos del norte de África a quienes haberles llevado el agua los hubiera rescatado de la miseria.

Si Libia pudo comenzar a rescatar la vida en sus desiertos emprendiendo esa faraónica obra que significó recuperar el agua de los inmensos acuíferos que yacen en las profundidades del desierto y a unos costos orbitales, por qué Colombia no ha emprendido la construcción de una redes de acueducto que captando el agua en el Río Ranchería, la conduzca hasta el  extremo norte de La Guaira, allá donde la población indígena Wayuu se muere de sed, razón que sirvió de disculpa  para que una banda de delincuentes empotrados en la UNGRD asaltaran la nación aduciendo que llevarían el agua en unos carrotanques, los que a la postre se convirtieron en el vehículo de una inmensa corrupción  que por supuesto finalmente  no sació la sed de la Guaira.

La pregunta entonces al gobierno es por qué no se han hecho estudios que exploren la viabilidad de llevar agua del Río Ranchería mediante un acueducto, eventualmente costoso es cierto, pero absolutamente justificable por el inmenso beneficio social para unas poblaciones inmensamente pobres.?

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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