Más de 2 millones de visitas.

Opinión

Ocho  de octubre: siempre en la memoria

Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012

Algunas efemérides alcanzan relevancia por hechos muy positivos: la independencia de un país, una hazaña deportiva, el descubrimiento de un medicamento eficaz para curar una enfermedad y muchos otros.

Sin embargo, este que recordamos se queda para siempre por un asesinato. Sí, no hay que temer decirlo, con todas sus letras, incluyendo a los niños más pequeños porque ese día de 1967 fue asesinado   el comandante Ernesto Guevara de la Serna (Che) por órdenes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)  del gobierno de los Estados Unidos.

Fue en Bolivia después de haber sido herido, que su arma fuera inutilizable producto de un disparo y tras sufrir torturas psicológicas y unos cuantos golpes mientras los soldaditos bolivianos no sabían que hacer y sus instructores de la CIA esperaban  órdenes de sus superiores.

Nuestro Che, el de Cuba, el de América y el del mundo, llevaba un tiempo al frente de una guerrilla latinoamericana para tratar de cambiar la situación en Bolivia y desde allí poder pasar a liberar a su tierra de nacimiento, Argentina, de manos de los gorilas que la mal gobernaban.

El 16 de abril de 1967 se publicaba su conocido mensaje a la Tricontinental, el cual redactara en Cuba anteriormente mientras se encontraba en la fase de entrenamiento para la misión en Bolivia.

Cancelación especial hecha por la Federación Filatélica Cubana con fragmento del mensaje del Che  a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, 1967.

Recordemos que la conferencia Tricontinental (por tener representantes de países de Asia,África y América Latina) reunida en La Habana en enero de 1966, decidió crear la Organización de Solidaridad con los pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL) para propiciar la solidaridad con las causas de los pueblos en estos tres continentes. El mensaje fue publicado en un suplemento que se convirtiera posteriormente en la revista Tricontinental.

Su mensaje, entre varios aspectos, ejemplificó el espíritu exitoso de resistencia del pueblo vietnamita ante la agresión estadounidense y llamó a imitarlo, creando varios Vietnam. El Che no pudo ver el final de ese enfrentamiento por haber sido asesinado antes, pero la historia se llena de gloria con la victoria de ese hermano pueblo ante el poderoso agresor y nada más elocuente que las imágenes de los soldados, oficiales de la CIA y funcionarios estadounidenses escapando en helicóptero ante la inmensa ofensiva de los vietnamitas.

El mensaje concluyó con este párrafo: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de América. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria”. [1]

Indudablemente que una persona en el período incipiente de un movimiento guerrillero internacional, perseguido por las fuerzas gubernamentales y sus asesores yankees, ignorado y desatendido por la población campesina que podría apoyarlo y que exprese las ideas recogidas en este documento que termina con un final como ese, no puede ser derrotada ni después de muerta. La vida así lo ha demostrado en el caso del Che.

Por ello, estimados amigos, les sugerimos estudiar este documento y otros relacionados con la vida y obra del Che para que puedan conocerlo con la debida profundidad que se hace necesaria en este caso.

Desde agosto de 1967, dos oficiales de la CIA se unieron a las fuerzas élites bolivianas que seguían los pasos del Che y sus compañeros. El 31 de ese mes, el grupo de Joaquín- el grupo comandado por el cubano Vitalio Acuña y que se separara de la guerrilla principal pues llevaba varios enfermos para no retrasar a la misma-  fue emboscado después de una delación y exterminado, quedando solo 16 guerrilleros acompañando al Che en su grupo.

Las noticias recibidas en su pequeño radio eran contradictorias, pero, al final, en el resumen del mes de septiembre que inscribiera en su diario de campaña, no hay dudas de que estaba convencido de que el grupo de Joaquín había caído, dejando una posibilidad de que algunos de ellos hubieran escapado.

Así escribió: “Por otra parte, parecen ser ciertas varias de las noticias sobre muertos del otro grupo al que se debe dar como liquidado, aunque es posible que deambule un grupito rehuyendo contacto con el Ejército, pues la noticia de la muerte conjunta de los 7 puede ser falsa o, por lo menos, exagerada.”[2]

Quedó con 16 hombres y buscaba una salida pues conocía que fuerzas del  ejército boliviano los estaban persiguiendo de cerca. Es así como se asientan en la Quebrada del Yuro el 7 de octubre de 1967. Distribuye las postas y ubica en un lugar preferencial a los heridos que lo acompañaban, característica humana que siempre lo acompañó: ocuparse hasta el último momento de los hombres a su mando.

El día 8 fueron sorprendidos por el ejército y luego de varias horas de duro combate es herido en una pierna, no puede ofrecer más resistencia porque su fusil es inutilizado por un proyectil enemigo y es capturado junto al boliviano Simeón Cuba (Willy en la guerrilla).

Maltratado y vejado tanto por las autoridades militares de la unidad que lo capturó como de los oficiales de la CIA que acompañaban a la misma, fue llevado al poblado de La Higuera donde es asesinado el día 9, siguiendo órdenes que provenían de La Paz, pero que en realidad habían sido concebidas desde mucho tiempo antes en Washington, centro de poder de los Estados Unidos de América.

Uno de sus hombres desde los tiempos de la guerrilla en la Sierra Maestra, Cuba, Harry Villegas (Pombo en la guerrilla), que fuera uno de los cinco sobrevivientes de Bolivia, siempre consideró que el Che hubiera podido salir con vida si hubiera acompañado al grupo de los enfermos, que sí logró salir, pero su deber de jefe, de compañero, de revolucionario cabal lo llevó a darles preferencia a ellos y quedarse con el grupo que enfrentó al ejército que los perseguía.

Esta cancelación especial, hecha simultáneamente en Maffo, Mayarí y Santa Clara en este aniversario de su desaparición física nos muestra a los cubanos René MartínezTamayo (Arturo), Orlando Pantoja (Antonio) y Alberto Fernández Montes de Oca (Pacho), los bolivianos Aniceto Reinaga Gordillo (Aniceto) y Simeón Cuba (Willy) y al peruano Juan Pablo Chang  (el Chino) junto a su jefe el Che (Ramón en la guerrilla). Los primeros cayeron en el combate del día 8, mientras que Willy, el Chino y el propio Che fueron asesinados el día 9.

Las informaciones iniciales ubicaban el 8 de octubre como día de su muerte, sin conocerse en los primeros momentos que había sido asesinado, así como tampoco las acciones hechas por sus ejecutores para cercenarles sus manos como prueba de que realmente era el Che a quien habían capturado, ni tampoco que había sido enterrado en un lugar oculto, como para borrar cualquier vestigio suyo que pudiera convertirse posteriormente en lugar de peregrinación y respeto.

Cuba declaró el 8 de octubre como Día del Guerrillero Heroico y aunque posteriormente se conoció lo de su asesinato el día 9, ambos días son importantes en cuanto a las actividades de recordación de su vida y de su obra.

Entre las propiedades capturadas por el ejército boliviano se encontraba el diario  que el Che llevaba de sus actividades en Bolivia. A pesar de que en algunos libros de contrarrevolucionarios cubanos, agentes de la CIA expresan que era intención de la  CIA  de los Estados Unidos que el diario llegara a Cuba y se publicara para poner de manifiesto el fracaso de las actividades del Che, la realidad es que hicieron todo lo posible por impedirlo, ya que pretendían incluir propaganda falsa dentro del mismo, como si el Che la hubiera escrito.

Afortunadamente, manos amigas hicieron llegar el diario original  a nuestro país y luego de verificar que el mismo había sido escrito por el Che se decidió imprimirlo y repartirlo gratis a la población cubana para que conociera en detalles cómo había transcurrido su estancia en Bolivia.

Por los días de su captura y asesinato recorría nuestro país una colección de pinturas de artistas famosos a escala internacional bajo el nombre de Salón de Mayo.

Los artistas participantes decidieron hacer un mural colectivo con el aporte de todos, el que pintaron en el mes de  julio y esta hoja filatélica  que sigue a continuación y fuera el cierre postal del Salón de Mayo, se puso en circulación el siete  de octubre, un día antes de que el Che fuera capturado herido en la Quebrada del Yuro. La imagen del Che fue hecha por el reconocido artista cubano de la plástica Raúl Martínez, basándose en la foto que Alberto Korda le sacara durante el funeral de las víctimas al sabotaje de La Coubre.

 Con su vil asesinato y su entierro clandestino pretendieron borrarlo de la faz de la tierra y, en su lugar, crearon un símbolo que no solo ilumina a Nuestra América sino a todo el mundo.

En la desaparición del apartheid en Sudáfrica y el nacimiento de una Namibia libre está presente el Che, al igual que en la resistencia palestina e islámica que se enfrenta al sionismo israelieta apoyado, como es lógico, por el gobierno estadounidense.

En nuestra propia área, la subsistencia cubana frente al férreo bloqueo yankee por más de 60 años; los procesos de  Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Chile, México, Colombia  donde sus pueblos se han dado el gobierno que mejor les conviene y lo defienden frente a todas las banderas; el surgimiento de ALBA-TCP, la formación de la CELAC y el acercamiento de nuestros pueblos con amigos verdaderos a nivel internacional sin el patrocinio  ni el mandato yankee se deben, en parte, a la contribución del Che y sus compañeros.

Ocho de octubre, fecha importante de reflexión, de recuento, de recuerdo de los entrañables compañeros y también de nuevos compromisos ante ellos por lograr que algún día podamos tener la unidad de los pueblos americanos desde el Río Bravo hasta la Patagonia como deseaban nuestros padres fundadores.


[1] Guevara, Ernesto Che, Mis sueños no tendrán fronteras. Editorial Abril, 2011. Página 194.

[2] Guevara, Ernesto Che, Diario en Bolivia, instituto del Libro, 1968. Página 335.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba