Treinta años de exilio, pero eso sí, con dignidad
En esa perspectiva, jamás han expresado una palabra de desaliento o un reproche de venganza por la manera como salieron expulsados de Colombia.
Iván Graciano Morelo Ruiz*/Especial para El Pregonero del Darién
“En las casas que hemos tenido que abandonar
quedaron las bisagras
como mariposas de hierro oxidadas
custodiando puertas y ventanas
que no se volvieron a abrir.
Adentro la vegetación ha crecido
sobre las grietas y los rincones
como plantas ornamentales
adornando la soledad
como plantas de interior”:
Diego Despreciado
Va mi saludo de reconocimiento y admiración desde la distancia geográfica a María Idalides González López y a Andrés Pérez Berrío (esposos y líderes incansables de luchas por causas sociales aquí y allá). También hago extensivo el reconocimiento a Herneys Pérez Altamiranda y a María Andrea Pérez González (hijos de mis amigos y paisanos), familia colombiana exiliada que, desde Ginebra. Suiza, ha mantenido un liderazgo social intacto, ha sido capaz de construir un sueño colectivo esperanzador en medio de sus luchas constantes por el derecho a la vida y la dignidad como hijos de Colombia, liderazgo también en favor de cientos de colombianos exiliados por diversas causas y que, hoy, son víctimas del conflicto armado y de violaciones de los derechos humanos.
En ese sentido, María Idalides González y Andrés Pérez no se han quedado cruzados de brazos, ellos han creado la Asociación Urabá Global Suiza-Colombia después de haber realizado estudios universitarios lejos de su tierra natal, en un proceso de resiliencia en el que se han cualificado académicamente en Suiza, lo que les ha permitido adquirir herramientas metodológicas para adelantar y estructurar ciertas tareas e investigaciones con mucho rigor en los procesos de búsqueda de la verdad, tanto en Colombia como por fuera de ella, con las realidades y vicisitudes que el exilio conlleva.
María Idalides y Andrés son seres incansables en la búsqueda de la justicia social y la reparación a las víctimas.
En esa perspectiva, jamás han expresado una palabra de desaliento o un reproche de venganza por la manera como salieron expulsados de Colombia en su condición de exiliados, por el contrario, siempre han estado con una actitud positiva para trabajar en equipo por los propósitos de nuestro país, en ese camino, por tanto, han adelantado un proyecto por la paz con justicia social para los colombianos dentro y fuera de Colombia, en especial en Urabá, “tierra prometida” en lengua de los indígenas embera katío, región que en los años noventa fue gravemente afectada por la barbarie y, por tanto, debe haber una suerte de “resurrección”, porque no todo se ha perdido, gracias a que existen personas aguerridas como María Idalides, Andrés e hijos, que todos los días se levanta para seguir trabajando con ideas luminosas desde la distancia geográfica por Colombia, incluso con trabajo de campo en algunas ocasiones, concretamente en el territorio de Urabá, dado que cuentan con un equipo de hombres y mujeres articulados a la Asociación Urabá Global Suiza-Colombia entre los que me incluyo.
Esta pareja de colombiano con arraigo espiritual en Urabá, hija de campesinos de tradición ancestral, acaba de recibir un homenaje, reconocimiento y reparación simbólica no solo por la condición de víctimas del conflicto armado, sino por ese trabajo de muchos años que han venido realizando en pro de la paz de Colombia. Hay que recordar que, en los años noventa, mi amigo y paisano Andrés era acalde por elección popular en el municipio de Chigorodó de la subregión de Urabá, y María Idalides, directora, en el municipio mencionado, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF. Así mismo, se destaca en ellos su labor académica, social, cultural y humanitaria en defensa de los desarraigados, labor que han adelantado a lo largo de toda su vida debido al gran talento que poseen para el liderazgo.
Es, por lo tanto, indudable, que se merecen el reconocimiento público y homenaje del orden internacional como este que acaba de ocurrir en Ginebra, Suiza, durante el presente año, con apoyo del Estado colombiano y con la presencia por parte de miembros diplomáticos como el embajador Gustavo Gallón y su esposa Adriana Carrasco, entre otros, integrantes de la embajada de Colombia en el país en mención, donde residen nuestros paisanos hace casi treinta años sin desvincularse de la cultura ni de las luchas por las que atraviesa constantemente Colombia.
zA través de sus gestiones, la familia Pérez González ha logrado, de alguna manera, la cooperación internacional, que se traduce en ayuda para el desarrollo de algunas comunidades vulnerables de Urabá, como lo son las víctimas afectadas por el cruento conflicto armado, entre ellos y ellas mujeres campesinas desarraigadas de sus territorios, así como el compromiso desinteresado para con los exiliados.
Para poner en contexto, en términos de procedencia, María Idalides y Andrés son oriundos del norte de Urabá, más exactamente del municipio de Arboletes. Esta procedencia de la provincia resalta en ellos por la posterior superación académica en el exterior para hacer respetar, con dominio del tema, los derechos humanos. Ambos, desde muy jóvenes, demostraron interés por la educación y por el trabajo con comunidades, lo que los llevó al terreno político y social como miembros del partido político Unión Patriótica UP, partido contra el cual se cometió un genocidio reconocido por el Estado colombiano. Este genocidio fue perpetrado por la intolerancia de algunos actores armados paraestatales a quienes se les dificultó, y dificulta aún, respetar las diferencias y las maneras de pensar y actuar de los demás. Fue así como muchos colombianos fueron masacrados, desparecidos y exiliados, debido al conflicto armado que se desató en Colombia en los años noventa, con un derramamiento de sangre por todas partes.
Hoy Urabá es una subregión que ha superado, no en su totalidad, pero sí en gran parte, los episodios cruentos de violencia de la década de los noventa. La labor fuerte pero silenciosa que ha tenido en Ginebra la familia Pérez González, por medio de la Asociación Urabá Global Suiza-Colombia, ha ayudado en parte a la superación progresiva de esta violencia, como un grano de arena que ellos ponen desde esa ciudad y desde ese país.
Por fortuna, tanto Andrés y María, como también sus hijos, tienen la posibilidad de seguir narrando la historia aciaga, reivindicando la importancia del ejercicio de hacer memoria y, ante todo, trabajando por la defensa de la tierra, por el bien común de los campesinos de Urabá.
¡Sí se pude compañeros!
En todo caso, es nuestro deseo que la lucha por la defensa de los derechos humanos y la memoria histórica sea para que la verdad, la justicia, la paz y la reparación a las víctimas se dé, según el caso, de manera individual o colectiva, que se constituya en un hecho real más allá de lo meramente simbólico, para que en Colombia jamás un ciudadano tenga que ser exiliado por su forma de pensar. En ese orden de ideas, queremos que la familia Pérez González en su momento, algún día, vuelva a Colombia, en especial a las tierras de Urabá, porque “esta tierra es mi tierra”, como dice el cantante juglar de vallenato Máximo Jiménez, y que juntos podamos celebrar también ese reconocimiento, homenaje que han recibido con todo orden de méritos.
Compañeros, en Arboletes, tierra natal, nos podemos ver para escuchar la música popular de nuestros ancestros y degustar un arroz de coco y pescado, un jugo de zapote de carne, de níspero o tamarindo, y cuantas viandas más como las cocadas, enyucados o galletas limón que aún preparan las abuelas con sus amorosas manos.
¡Congratulaciones compañeros, paisanos por el emotivo homenaje que acaban de recibir en Ginebra, Suiza!
Colombia, junio de 2024/ Correo: latagua@gmail.com
*Escritor y docente.