Otra vez la fiesta
Muchos ancianos, marchando solos o acompañados por sus nietos, supongo recordaban las gestas juveniles al lado de las huestes gaitanistas.
Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién
Hoy salimos a marchar. Teníamos el recuerdo de hace tres años donde una juventud diversa y alegre, marchó entre música, comparsas y tambores, dando ejemplo de compromiso y tenacidad. Pero también teníamos el peso de la sombra de la derrota electoral de agosto, en donde la reacción derrotada en las presidenciales, otra vez se tomó la dirección de muchas ciudades creando una cultura de odio y rechazo hacia un presidente deteriorado con los epítetos más fáciles para crucificarlo: guerrillero, castrochavista y mentiroso.
Salimos, pues, a marchar escépticos, encontrándonos otra vez con esa juventud entusiasmada, alegre, y diversa. Todas las tribus urbanas y los trabajadores de los diferentes sindicatos y asociaciones estaban presentes, también delicadas damitas en compañía de sus novios marchaban tomadas de la mano al lado de aguerridas amazonas tatuadas, quienes, con su pareja igualmente estrafalaria y vociferante, tocaban el tambor o sostenían la pancarta mientras bailaban y gritaban apoyando al gobierno. Muchos ancianos, marchando solos o acompañados por sus nietos, supongo recordaban las gestas juveniles al lado de las huestes gaitanistas.
Y fue otra vez la fiesta. Al pasar por los diferentes barrios la marcha se alimentaba con la energía de los muchachos que tenían listas las pancartas, los tambores, las vuvuzelas y las trompetas, también las danzas ensayadas y los cantos alusivos a esa esperanza que no los abandona: cantaban y gritaban, gesticulaban y se abrazaban entre risas y piruetas. “Petro, amigo el pueblo está contigo” …. gritaban emocionados, “Petro, hermano, aquí te amamos” …. “Qué vivan las reformas” … “Qué viva el amor” … “Prefiero marchar con los que defienden sus derechos que con los que defienden sus privilegios” … “Qué viva la pensión para las amas de casa” …. “Gracias por la pensión para los viejos que han trabajado toda la vida” … “No queremos limosnas, queremos justicia” … “Qué viva Colombia país de la belleza” … “La peor batalla es la que se abandona” … “La vaca se la roban entre ellos mismos” …. “Conservemos la selva pulmón y agua para la humanidad” … “Uribe paraco, el pueblo está verraco” … “Vine porque quise, no porque me pagaron” …” ¡Siempre hacia adelante, y lo que ha de pasar que pase!”
Después de varias horas de sol y alegría, de fraternidad y de fiesta, se improvisó en el parque una tarima donde se recordaron entre lágrimas las víctimas del genocidio, y con la tranquilidad que nos dio la neutralización de un grupo de encapuchados que pretendieron sabotear el desfile, nos fuimos para nuestros hogares seguros de haber apoyado el primer gobierno con una conciencia social inclusiva y sincera, un gobierno para el cual Colombia dejó de ser un botín, para tratar de convertirse en un paraíso, en el país de la belleza.
Así de sencillo.