Primera Declaración de la Habana, joya de la filatelia cubana
La explicación, hecha por Fidel, de las razones cubanas de transformar el país en beneficio del pueblo que sufriera opresión durante más de 50 años de República fue contundente.
Juan Hernández Machado* Opinión/El Pregonero del Darién
En el mundo de la filatelia hay emisiones que son trascendentales, unas porque se corresponden con hechos de singular importancia y otras porque desde el punto de vista de diseño e impresión marcan pautas en el país que las hace. Este es el caso de la Primera Declaración de la Habana, de excelencia en ambos aspectos.
Corría el año 1960 y la naciente Revolución cubana comenzaba a hacer las transformaciones que el Dr. Fidel Castro prometiera en su auto defensa por el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, para librarse de la dictadura de Fulgencio Batista.
La reforma agraria, nacionalización de propiedades de empresas extranjeras explotadoras, la organización de milicias populares de auto defensa, la creación de una organización para la defensa del derecho de las mujeres, estaban entre las primeras medidas que iban contra los intereses creados durante más de 50 años de República.
Es así como en la VII Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos, celebrada en Costa Rica entre el 22 y el 29 de agosto de 1960, se aprobó una declaración contra la soberanía e independencia de Cuba que es conocida como la Declaración de San José.
Como respuesta, en la Habana se convoca a una Asamblea General popular el 2 de septiembre, para apoyar la posición de Cuba y su derecho a transformar en beneficio del pueblo todo lo que tuviera que ser cambiado, la cual inicialmente preveía la participación de ciudadanos de la capital y pueblos cercanos.
Sin embargo, al hablar el 31 de agosto en la Plenaria Nacional Azucarera, el entonces comandante y hoy presidente de los Consejos de Estado y de ministros de Cuba, Raúl Castro Ruz, convocaba a todo el pueblo cubano a la Asamblea del día 2 como debida respuesta unitaria a la nueva agresión contra la Patria.
Procedente de todos los rincones del país se congregó más de un millón de personas en la entonces Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución, donde el presidente Osvaldo Dorticós Torrrado inauguró la Asamblea y cedió la palabra al líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz.
La explicación, hecha por Fidel, de las razones cubanas de transformar el país en beneficio del pueblo que sufriera opresión durante más de 50 años de República fue contundente.
Las verdades cubanas se fueron contraponiendo a la urdimbre de mentiras que habían esgrimido los enemigos de Cuba en Costa Rica y que dieron lugar a la espuria Declaración de San José.
Consultado el pueblo asistente a la plaza, la presentación hecha por Fidel Castro fue aprobada por aclamación y pasó a ser conocida como la Primera Declaración de la Habana, convirtiéndose en uno de los documentos históricos más importantes de la Revolución cubana.
Si trascendental fue el contenido de dicho documento, declaración de principios que proclama el derecho de los pueblos a la autodeterminación y la libertad de conducirse como pueblo soberano, trascendental sería también su inserción en la filatelia cubana.
El 28 de enero de 1961, en ocasión del aniversario del nacimiento de José Martí, Apóstol de la independencia de Cuba, vio la luz la emisión dedicada a la Primera Declaración de la Habana, autorizada mediante el Decreto Presidencial 2,911.
Las misma contó con tres sellos respectivamente en los valores de 8, 12 y 30 centavos, más una hojita filatélica, impresos en Offset, en papel de seguridad sin filigrana y en el centro de cada una de las piezas se puede apreciar la silueta del rostro de José Martí.
Hasta aquí podríamos preguntarnos ¿y qué hace tan trascendental a esta emisión?
El secreto radica en que si tomamos una lupa podremos leer en los tres sellos de los tres valores el documento completo de la Primera Declaración de la Habana, el cual se imprimió en español, inglés y francés respectivamente.
Si consideramos que cada estampilla mide 28 por 39 milímetros podremos aquilatar el trabajo realizado que exigió reducir once veces el boceto original, el cual se conserva en el Museo Postal cubano “José Luís Guerra Aguiar”, en la planta baja del Ministerio de Comunicaciones, en esta capital.
La hojita filatélica contiene las tres piezas de 8, 12 y 30 centavos, una en cada idioma.
Primera vez en la historia de la filatelia cubana que un documento íntegro, en tres idiomas, era incluido en una emisión postal de forma tal que pudiera ser leído con el apoyo de una lupa o cuenta hilos.
Hasta ese momento se habían hecho algunas emisiones que contenían sellos en los cuales se había incluido un extracto de un documento, como éste de 8 centavos para correo aéreo de la emisión por el centenario del nacimiento de José Martí, 1953, que contiene un extracto delManifiesto de Montecristi
A más de sesenta años de ese importante acontecimiento y aun cuando diferencias de índole político puedan impedirle a alguien valorar el significado histórico de esa importante decisión popular de soberanía, lo que no podrán negar es que la impresión de esta singular emisión de sellos es una joya no sólo de Cuba sino de la filatelia universal.
*Premio Nacional de Filatelia 2012 y miembro de la Unión de Historiadores de Cuba