Opinión

¿Por qué he decidido no marchar más?

Un llamado a la acción y reflexión desde Urabá Antioqueño: ¿Por qué he decidido no marchar más?

El apoyo al presidente Gustavo Petro y su programa de gobierno ha sido un pilar en mi vida política desde que decidí apoyar sus propuestas; sin embargo, he llegado a una encrucijada que me ha llevado a una decisión profundamente personal: no participaré en más marchas.

Aunque pueda parecer una retractación de mi compromiso, aseguro que mi decisión es una forma más de activismo, una que busca soluciones más allá de las protestas en las calles, y que en nada se aleja de mi pensamiento progresista, pero debo ser muy crítico, aunque esto cueste el inconformismo de algunos que se dedicaron a la vida servil del seguidor incondicional que no ve mancha alguna en sus líderes.

En la región del Urabá Antioqueño, conocemos bien las consecuencias de los problemas no resueltos a nivel gubernamental. La inacción de nuestros líderes y la falta de representación efectiva en las regiones ha generado un vacío que ni la más ferviente de las marchas puede llenar. Es aquí donde la problemática interna del gobierno se hace más evidente: entidades plagadas de detractores que obstaculizan cualquier intento de progreso, ministros que, por miedo a los cambios, terminan aliándose con los mismos sectores que han perpetuado el estancamiento de nuestro país.

Este círculo vicioso de inercia y resistencia al cambio deshonra la memoria de los jóvenes que fueron asesinados, desaparecidos y mutilados en su lucha por un gobierno popular durante las pasadas protestas. Ser parte de un comité de aplausos, cuando se necesita acción y reformas significativas, sería ignorar los sacrificios hechos por tantos.

La coalición de gobierno brilla por su ausencia en Urabá, donde los líderes son utilizados para ganar votos y luego descartados como herramientas sin valor. Esta falta de respeto hacia aquellos que pusieron su fe en el cambio es un ciclo que debe romperse. El entorno que rodea al presidente es percibido como perverso y, desafortunadamente, nadie dentro de los círculos de poder parece tener el coraje de enfrentar esta realidad.

Por estas razones, mi activismo tomará una nueva forma. No volveré a marchar porque entiendo ahora que las verdaderas soluciones requieren decisiones de fondo y un compromiso auténtico con las necesidades de todas las regiones de Colombia, especialmente las que han sido olvidadas o marginalizadas como Urabá.

Hago un llamado a todos los ciudadanos y líderes de Colombia a reflexionar sobre estas circunstancias. Necesitamos un gobierno que no solo escuche, sino que actúe decididamente para resolver las problemáticas que nos afectan a todos.

Es importante volver a los orígenes, rodearse de los líderes de base, de los activistas, de los líderes y lideresas de barrio, esos, que dieron todo y dejaron todo en la lucha por este cambio.

Más que escuchar la oposición, es escuchar a quienes votamos por este cambio, el gran acuerdo nacional inicia por esta base que se siente olvidada.  Solo entonces podremos decir que nuestras marchas y nuestros sacrificios han valido la pena.

Libardo Antonio Vasquez Quintero

Programador y diseñador web. Con más de 20 años de experiencia en el sector audiovisual, soy apasionado por las comunicaciones. Defiendo las ideas libres y el pensamiento crítico. Soy fiel creyente en la utopía de ver una Colombia en paz.

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