El camino a Al-Quds pasa por Karbala
El precio a pagar no es ni será bajo, como se está demostrando con los más de 40 mil asesinados por Israel; el camino será largo y lleno de más sufrimientos.
Juan Hernández Machado*/Opinión/El Pregonero de Darién
Ese fue el mensaje principal surgido de la caminata de Arbaín este año, en la que cientos de miles de personas del mundo entero recorrieron los 80 kilómetros que separan las ciudades santas de Nayaf y de Karbala, en Iraq, para conmemorar la Marcha de Arbaín, que hicieran los márties de Karbala.
Como la mayoría de nosotros los americanos- que conste que no usamos ese término con el significado chovinista que utilizan nuestros vecinos del norte, sino que americanos somos todos los que vivimos en América- no estamos familiarizados con Karbala, Arbaín y Al-Quds, entre otros términos, salvo los que profesan el Islamismo que sí los conocen bien y los estudiosos del tema, debemos desempolvar un poco los documentos de historia para comprender de qué estamos hablando y cuál es su importancia para el hermano pueblo palestino y para el mundo todo.
Karbala gana notoriedad por la batalla del mismo nombre, que tuviera lugar el 10 de octubre del año 680, entre el ejército que enviara Yazid I de los Omeyas y un grupo pequeño de familiares y amigos que acompañaban al nieto del profeta Mohammaed, Hussein ibn Ali, quien se dirigía a Kufa para hacerse cargo del califato.
Hussein había estado en La Meca y allí recibió muchas cartas de musulmanes de Kufa que le pedían su apoyo y su guía. Él envió a su primo Muslim ibn Aquil a Kufa para valorar la situación y éste le respondió, después de comprobar la actitud de los habitantes del lugar, que era favorable.
Inicia el viaje acompañado por un pequeño grupo de familiares y seguidores, y en medio del camino recibe la noticia de que su primo había sido ejecutado por el nuevo gobernador, quien había puestos a los hombres de Kufa en su contra.
No obstante, Hussein decidió continuar y envió a un mensajero a tratar con los hombres de Kufa, el que fuera detenido y posteriormente ejecutado al igual que Muslim.
Hussein llegó a Karbala el dos de octubre y allí estableció campamento, para encontrarse pronto rodeado por un contingente de unos cinco mil hombres quienes le cortaron hasta el acceso al agua del río Éufrates.
Sin embargo, su tropa- 32 jinetes y 40 infantes- se alistó a enfrentar al poderoso enemigo, después que Hussein dejara a la elección de cada cual la decisión de irse o acompañarlo, optando todos por la segunda opción.
El enfrentamiento fue fiero, según los recuentos de la época, y a la muerte de sus acompañantes, algunos familiares solicitaron permiso para combatir, el que les fuera concedido; al final, incluyendo al Imán Hussein, 72 personas murieron por su parte en esa batalla.
El Imán fue herido en el pecho por una flecha y finalmente un soldado sirio recibió la orden de acabar con su vida, lo que hizo cortándole la cabeza, aunque anteriormente dejara constancia de que lo hacía sabiendo que Hussein era nieto del mensajero de Alá y el mejor entre la gente.
El jefe del contingente envió la cabeza del Imán Hussein al jefe de los Omeyas y las de los restantes siete acompañantes principales a Kufa para ganarse el apoyo de las tribus allí residentes.
Hagamos una aclaración de este pasaje para que se comprenda mejor.
Todo lo anterior responde a la primera fitna, o guerra civil entre los musulmanes, en el año 632 después de la muerte del profeta Mohammad, que se produjo debido al derecho a liderarlos a partir de ese momento.
Los que seguían la tradición planteaban que el sucesor debía ser elegido por la mayoría de la comunidad musulmana y son los llamados sunitas, a partir de ese momento, porque eran fieles a la expresión Ahl al-Sunna, que significa seguir la tradición.
De otra parte nos encontramos a los que sostenían que el sucesor debía pertenecer al linaje del Profeta, en este caso Ali ibn Abi Tálib, quien era yerno de Muhammad. Ellos comenzaron a ser llamados a partir de ese momento shiítas porque respondían a Shiat Ali, los partidarios de Alí.
En esa primera ocasión triunfó el primer grupo al ser elegido como primer califa Muawiya, de la dinastía Omeya, el que designó a su hijo Yazid como sucesor. Ali fue asesinado posteriormente y sus dos hijos, Hassan y Hussein, debían continuar el camino trazado por su padre, lo que nos lleva al final de Hussein como expusimos anteriormente de forma sintética.
La muerte de Hussein consolidó la ruptura entre sunitas y shiítas, que se mantiene hasta hoy, aunque comparten muchos elementos a pesar de sus importantes diferencias en cuanto a doctrina, leyes, rituales, organización y forma de seguir la teología.
Los shiítas comenzaron a conmemorar la muerte de Hussein en el día de la Ashura, una de las fechas más sagradas del islamismo, día de ayuno con el que conmemoran el ayuno que hacía el Profeta Muhammad en esa fecha.
Ese día corresponde al mes islámico de Muharram y la conmemoración incluye procesiones, rezos, cantos y discursos en los que se resalta el sacrificio que hizo el Imán Hussein por el islam.
Cuarenta (arbaín en idioma árabe) días después de Ashura se realiza la peregrinación que mencionábamos en el primer párrafo de nuestro trabajo, llamada Peregrinación de Arbaín.
Y aunque es una fecha eminentemente religiosa para los shiítas, este año la celebración se dedicó a expresar solidaridad con el pueblo palestino ante el genocidio que está sufriendo a manos del régimen de Tel Aviv.
La presencia de banderas palestinas alineadas a todo lo largo de la ruta y ondeadas por los cientos de miles de participantes en la marcha, junto a las consignas contra el régimen sionista de Israel, complementaron el planteamiento de que si no hubo rendición en Karbala tampoco la habrá en Gaza.
Imágenes de los mártires palestinos caídos en estos meses de enfrentamiento al ocupante israelí, se unieron a otras de caídos en la lucha contra la injerencia estadounidense en Iraq y la brutalidad de Israel contra el pueblo palestino.
«En esa primera ocasión triunfó el primer grupo al ser elegido como primer califa Muawiya, de la dinastía Omeya, el que designó a su hijo Yazid como sucesor».
Impuestos ya de todo lo que esto significa y de la importancia para el pueblo palestino por el decidido apoyo a su sufrimiento y a su lucha, no sorprende que al revisar los medios principales de los países occidentales exista un silencio total sobre esta celebración, silencio que responde a su política desde el 7 de octubre del 2023, cuando tratan de silenciar y desvirtuar el genocidio que tiene lugar en Gaza desde entonces.
Pero, a nuestro entender y según las informaciones que se han divulgado sobre esa marcha, lo más interesante es que durante la misma se puso de manifiesto la unidad shiíta- sunita, quienes olvidaron sus diferencias y marcharon juntos, y demuestra que hay una unidad musulmana en defensa de la mezquita de Al-Aqsa, de Al-Quds (nombre árabe para Jerusalén) y de la liberación de todos los territorios palestinos usurpados por los sionistas.
Ya habíamos visto en estos más de 300 días de resistencia a la agresión sionista, como sunitas y shiítas, formando parte de la resistencia islámica contra el ocupante, se han enfrentado al mismo y le están haciendo pagar caro su decisión de exterminar al pueblo palestino.
Los que no somos musulmanes, al estudiar la historia, comprendemos y respetamos el legado del Imán Hussein, que no solo pertenece a los iraquíes y a los shiítas, sino a todos los amantes de la paz y de la justicia en nuestro planeta, teniendo ahora como primer tema a resolver la tragedia del pueblo palestino.
Lo importante es estar bien claros de quién es el enemigo de los palestinos y del pueblo árabe en general.
A lo largo de los años, los países con intereses en el Medio Oriente y sus riquezas, han explotado todas las diferencias posibles- religiosas, culturales, geográficas, étnicas- para enfrentar a los árabes entre ellos.
El enemigo del sunita no es el shiíta, y viceversa. Cada cual puede tener su versión del mundo y convivir en paz con su hermano, como se demostró en esta marcha y como se demuestra cada día en la resistencia islámica contra el ocupante sionista.
Es el régimen de Israel y sus principales aliados- destacándose el gobierno de los Estados Unidos de América- el que pretende acabar con el pueblo palestino y sacarlo definitivamente de la tierra que le corresponde para asentar en la misma a sus colonos.
Lamentablemente, mientras se incrementa la cifra de muertos, heridos, desaparecidos y desplazados en Gaza y Cisjordania, hay algunos árabes que aún confían en las “buenas intenciones” de Washington para resolver este problema y que cambian la vista hacia otro lado cuando empresas de sus países negocian con Israel y le permiten acceso a bienes de consumo y otros productos esenciales para sostener la guerra inhumana que llevan a cabo.
Han transcurrido diez meses del genocidio. Los verdaderos enemigos del pueblo árabe pensaban que sería cuestión de días acabar con Hamas en la Franja de Gaza, pero el espíritu del Imán Hussein y de Karbala está allí.
El norte de Israel, en las tierras que ocupara a los hermanos palestinos, está desierto debido a las acciones de la resistencia de Hezbolá. En Gaza los sionistas abandonan una ciudad por el norte y no han acabado de salir cuando los efectivos de Hamas- que supuestamente estaban ya exterminados, según las informaciones que difunde Israel y las principales potencias occidentales- comienzan a regresar por el sur.
Las bombas lanzadas por los sionistas que no explotan son recuperadas, trabajadas en los talleres de Hamas y convertidas en nuevas armas que se usan contra el ocupante.
Los videos de Hezbolá y Hamas que podemos observar a través de aquellos medios árabes comprometidos con la causa palestina, muestran los tanques destruidos, los soldados israelitas abatidos por francotiradores palestinos, el efecto de drones y cohetes contra instalaciones militares y de inteligencia de Israel.
Sin embargo, la censura es fuerte y la información oficial sobre las bajas es a cuenta gotas, un militar hoy, dos dentro de cuatro o cinco días. Mientras- porque siempre hay posibilidades de conocer la realidad- fuentes médicas, de seguridad social y de organizaciones no gubernamentales, hablan del tratamiento a miles de efectivos de las fuerzas armadas y de la reserva israelita por las heridas recibidas y los traumatismos mentales causados por la guerra a la que muchos fueron forzados a ir.
A esto se unen los soldados israelitas que se rebelan para no regresar a Gaza, los estudiantes israelitas de religión que se esconden para no ser reclutados para el servicio militar, y los familiares de rehenes en manos de Hamas y de caídos en la guerra sionista contra Palestina que rehusan reunirse con el primer ministro Netanyahu y aceptar sus condolencias por sus pérdidas.
Estos son serios indicios de las contradicciones internas en Israel causadas por la guerra de exterminio que iniciara su nueva fase el pasado 7 de octubre.
Siempre hemos sido partidarios de ver el vaso medio lleno y no medio vacío, cuando se trata de la lucha de los pueblos por su liberación.
El precio a pagar no es ni será bajo, como se está demostrando con los más de 40 mil asesinados por Israel; el camino será largo y lleno de más sufrimientos de los que han tenido hasta el momento, pero estamos seguros que al final el pueblo palestino logrará ejercer sus derechos igual que cualquier otro pueblo del mundo y para lograrlo no hay otra mejor definición que El camino a Al-Quds pasa por Karbala.
*Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba