La ProcuradurÃa convertida en Gestapo
Desde el ingreso de Alejandro Ordoñez a este cargo, la institución se convirtió en verdugo de los opositores de sus apadrinados.
Editorial Julio:
La procuradora general de la nación Margarita Cabello, pareciera ser la llamada a darle sepultura de tercera al Ministerio Público en Colombia, siguiendo un funesto proceso iniciado por Alejandro Ordoñez, quien convirtiera el despacho en la Gestapo criolla, una policÃa secreta para destruir opositores.
La señora Cabello sabe que no puede destituir funcionarios elegidos por el voto popular, que esta facultad es de un juez de la república, sin embargo, sigue violando normas vigentes además de tratados internacionales ratificados por Colombia a sabiendas que luego el Consejo de Estado reversará dichos fallos, luego de producir enorme daño al aparato de justicia, en tiempo y dinero como viene ocurriendo.
El sesgo de esta señora para ponerle el palo en la rueda al actual gobierno, para perseguir a sus funcionarios, para entorpecer todas las actuaciones del progresismo es claro, evidente, lo hace de frente, sin sonrojarse.
También es evidente que hace de abogada de sus amigotes hoy en la oposición, los protege sin ningún disimulo, les tiende puentes, les lanza salvavidas y es asà como destruyen la mal trecha institucionalidad, lo mismo y peor hizo su socio Barbosa desde la fiscalÃa general de la Nación, su rango de intocables, los sitúa por encima de ley con facultades que se auto atribuyen para atropellar a sus contradictores, para pisotear al estado social de derecho, el mismo que juraron defender.
Las actuaciones de Ordoñez y la señora Cabello destruyeron la credibilidad en la ProcuradurÃa, la redujeron a un directorio polÃtico sectario y torpe, que causa miedo, pero no respeto, que sanciona a su antojo y amaño, pero que no aplica justicia.
El antro nauseabundo en lo que transformaron el Ministerio Público es desastroso, cerrada la ProcuradurÃa le prestarÃa mejor servicio al paÃs, no se justifica la inversión de tan astronómicas sumas de dinero, con resultados tan pobres y mediocres.
La ProcuradurÃa se redujo a investigar y sancionar tontos sin ningún padrinazgo polÃtico y a proteger la corrupción en manos de los viejos clanes mafiosos polÃticos del paÃs, sus fallos son excremento judicial, odio y venganza, muy lejos de la defensa de la sociedad.
Lamentablemente mientras exista el desmedido poder en las llamadas altas cortes, las cuales hacen vida marital con el también corrupto Congreso, será imposible llevar a cabo las profundas reformas que la justicia en general reclama hace tres décadas en Colombia.
Las altas cortes se niegan a regularse, jamás permitirán controles a sus actuaciones, a sus prebendas, a sus descomunales, pensiones, jamás dejarán tocar asà sea superficialmente su poder, más bien prefieren desmoronarse como la ProcuradurÃa o perderse entre los carteles de la toga en medio del más descarado desprestigio, del cual pareciera que disfrutaran. Muy lejos quedó la utópica majestad de la justicia de la que tanto se habla.
Cuando una entidad del estado no funciona, se vuelve mañosa y paquidérmica como la ProcuradurÃa, simplemente se convierte en un estorbo, sobra, los recursos que allà se invierten se ahogan en la corrupción, no cumple los objetivos.
Pero como lograron construir una zona de confort infranqueable, intocable, cualquier asomo de cambio o de reforma, de inmediato es asumido como una interferencia al poder judicial, una persecución de déspotas y dictadores comunistas, un atentado al estado social de derecho y con ese discurso peregrino nos mantienen secuestrados.