Guerra de los aranceles y reindustrialización
Fin de la globalización como se entendió a partir de los noventa, de la mano de su principal promotor. Reindustrializar o reindustrializar, de la mano con el empresariado, es la alternativa a futuro, según el autor.
Jaime Acosta*Análisis de la Noticia/RazónPública/El Pregonero del Darién
Del sueño al delirio americano
Transcurridas las primeras semanas desde cuando Trump anunció los primeros aumentos de aranceles impuestos unilateralmente, se va decantando el escenario del futuro próximo: una reconfiguración del espacio productivo, comercial y tecnológico global, al que Estados Unidos está obligando al mundo a partir de una confrontación comercial con China que va más allá de los aranceles.
Trump se satisfizo ante la cantidad de países pidiendo conversaciones más la presión interna de grupos económicos, de gente en las calles y de miembros de su propio gobierno. China, con gran prudencia y clara contundencia, ha respondido que no claudicará ante ninguna presión, aclarando que todos pierden en una guerra comercial derivada de una dislocación arancelaria unilateral.
Los aranceles son el pretexto. Detrás hay algo mucho más grande, importante y definitivo, un quiebre a la teoría del comercio internacional que condujo a un largo período de liberalización y reducción de las barreras comerciales, pan de cada día de las políticas económicas emanadas del neoliberalismo. El mundo pasó por alto un primer choque en 2018, cuando en el primer gobierno de Trump se modificaron las tarifas para las importaciones desde China, mediante un alza a los impuestos por importación del 2,6% al 16,6% para unos 12.000 productos. La respuesta de China fue similar para 8.000 productos exportados por Estados Unidos (Nemea & Cedeplar, 2025).
Fue el preámbulo de una guerra arancelaria ampliada a partir de 2025, que ya ha definido el escenario: China vs. Estados Des-Unidos de Norteamérica, porque el T-MEC está en cuidados intensivos y se sostiene porque México y Trump se necesitan. Diría más el segundo que el primero, pues Estados Unidos no tiene cómo producir a iguales precios lo que importa del país latinoamericano.
Los aranceles que ha puesto uno y la respuesta del otro son alucinantes, por no decir irracionales, puesto que conducen a un bloqueo económico que desencadenará una recesión mundial. Por tratarse de una situación inédita, gobiernos, tecnócratas y empresarios del resto del mundo no tienen suficiente claridad de cómo responder. Es el caso de Colombia, donde representantes de las empresas han ido a Washington a conversar con distintos actores desconociendo al gobierno nacional, que debe liderar cualquier negociación con la Casa Blanca.
Los noventa días con un arancel uniforme del 10% para todos los países distintos a China son una tregua, como la de Gaza. Dependerá de los resultados de sofisticados análisis según la capacidad y la posición de cada país de acuerdo con su modelo económico y su posicionamiento geopolítico y geoestratégico, y de cuánto quieran cambiar o seguir con lo mismo, aun si los impactos resultan negativos. Colombia es muy proclive a este tipo de conductas, porque parece que no negocia a ganar si tenemos en cuenta los resultados de los TLC, la desindustrialización y la desintegración regional.
Incertidumbre
En los siguientes tres meses se sentarán las bases de lo que podría ser la reconfiguración del espacio productivo y del comercio global. Ninguna economía emergente o avanzada, ningún bloque económico, ninguna alianza estratégica en ciernes esperará lo que sucederá para después actuar. Ir en bandeja a conversar con Trump, sin saber qué piensa este para el mundo, es hablar con alguien que hoy dice una cosa y mañana otra. Al cierre de este artículo dijo que quitará los aranceles a ciertas importaciones de tecnología de China. Esta aun no responde.
Si el fin fuera repatriar empresas y relocalizar industrias, la estrategia sería otra: una nueva política industrial y un cambio profundo a las reglas de la OMC, para quedar como Estado supremo de la humanidad. Estados Unidos podrá tener las mejores universidades del mundo, pero China tiene los principales centros de investigación si se considera la velocidad de cómo avanzan sus capacidades de I+D+i. Más o menos lo que pretenden Trump y su grupo de tecnológicas que están perdiendo miles de millones día a día es que se apaguen las industrias de tecnología del mundo y se instalen en su país. Empobrecería a todos y quedaría como la gran fábrica del mundo: son sus delirios.
Detrás de la pulverización arancelaria también hay una disputa por las tecnologías de vanguardia: 5G y 6G, IA, Big Data, computación cuántica, biotecnología, tecnologías verdes, relocalización de industrias y desacople tecnológico entre los dos gigantes, que vinculará a otras naciones porque no son los únicos en la carrera del cambio tecnológico.
Colombia: cenicienta de productos básicos y recursos fósiles
Se necesita que el gobierno nacional, desde la Presidencia de la República; los Ministerios de Industria, Agricultura, Hacienda, Ciencia y Tecnología, y el Departamento Nacional de Planeación (DNP) definan una estrategia sustentada en la política nacional de reindustrialización y su agregado de investigación e innovación. Una estrategia que se debe conversar con los empresarios. Llegar a consensos y si no hay acuerdo en algunos puntos, se debe hacer lo que el Gobierno decida con el respaldo de tanques de pensamiento alineados con la política de reindustrialización y la economía de la innovación.
Es un error pensar que, si se deja un arancel del 10%, así Colombia lo decida no recíproco, es decir, no ponga aranceles a Estados Unidos, las cosas se pueden mantener sin pensar y analizar la situación, capacidades y necesidades presentes y futuras con China y el mundo. Ningún país emergente o desarrollado se quedará de brazos cruzados pensando que el mundo del libre comercio y de la fábrica única, como lo quiere Estados Unidos, será el capitalismo de los años siguientes.
China tiene la delantera
El mapa geopolítico y geoestratégico global está en reestructuración y China tiene la delantera: desconocerlo es engañarse. Responderán otros países de Oriente, a los cuales China no dejará solos, tampoco a ninguno de cualquier lado del globo. Ya el presidente Xi Jinping manifestó, ante la invitación de la presidenta del banco de los BRICS, que en diciembre de 2025 tendrán cero aranceles las economías amigas más pobres del mundo.
Es un error pretender relocalizar plantas industriales en Estados Unidos cuando la diferencia de salarios respecto a China es de cuatro a uno. Así como pensar que van a llegar empresas de otros países, que en alto grado dependen de la producción y la tecnología de China. Pueden neutralizar la intensidad de su comercio internacional, pero esa neutralización también afectará al gigante de las Américas.
El gran perdedor podría ser América Latina, tal vez con excepción de Brasil y México, porque será el patio trasero que defenderá la Casa Blanca, cuando lo sensato es que los países se integren y liberen para que adelanten su proceso de reindustrialización; desarrollar capacidades de investigación, desarrollo e innovación, y también poner en el frente las políticas de equidad, sostenibilidad ambiental y pedirle a Estados Unidos atacar el narcotráfico en el mercado norteamericano. Esta es una tarea de los países y de la Celac como agenda común.
Nuestras naciones deben entender que su mayor riesgo está en una disminución de la industria que puede convertirse en una segunda desindustrialización, y también en los servicios, mientras la agricultura se puede mantener (Colombia, Chile), y en algunos casos crecer (Argentina, Brasil). No se pueden pasar por alto el uso y el abuso de la fuerza contra Panamá en la semana anterior. Será el talante de Trump cuando de América Latina se trate.
“El gran perdedor podría ser América Latina, tal vez con excepción de Brasil y México, porque será el patio trasero que defenderá la Casa Blanca”
El futuro: reindustrialización o reindustrialización
La reindustrialización empezó en países que perdieron base industrial por el libre comercio, pero que adoptaron políticas industriales de nueva generación, caso de Brasil, la mayoría de Asia Oriental, algunos de Europa del Este y, por supuesto, China y Rusia, entre otros. Si la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos se mantiene y se profundiza, la reindustrialización será la única opción para economías fósiles como Colombia.
Esto solo sería posible si hay un acuerdo entre el Gobierno y las empresas para una potente acción público-privada. Un salto monumental positivo en una dirigencia acostumbrada a imponerse y dirimir conflictos o anhelos a la fuerza. Ahora con el agregado de la corrupción desaforada que está quebrando instituciones, destruyendo tejido social y neutralizando el desarrollo de capacidades que eleven la productividad.
La Corte Constitucional, el Congreso de la República y el Banco de la República deben decidir qué acción le proponen al Gobierno para recuperar los recursos que le han quitado al negar reformas económicas, solicitudes al Congreso para ampliar el margen de inversión pública, y no reducir las tasas de interés para acelerar la reactivación de la economía. Recursos que serán necesarios ante una muy posible inflexión del comercio y de la economía global, recursos necesarios para impulsar el cambio estructural y tecnológico con la reindustrialización. Hay que dejar el debate ideológico para las elecciones y los políticos. Los poderes del Estado no pueden conducir a un mayor resquebrajamiento institucional de la Nación. La independencia de los poderes y del Banco resultó una mentira. Están alineados con un tipo de economía y de sociedad que no debe ser.
La reindustrialización si bien parte de una alianza público-privada, como la gran misión de Colombia ante un desarrollo sostenible justo y equitativo, sería posible si el acuerdo incluye desarrollar a fondo la ciencia, la tecnología y la educación, y en este contexto también poner en el frente de la agenda las reformas sociales, el desarrollo de las periferias urbanas y rurales, y profundos cambios al sistema político y de justicia para ponerles freno al saqueo y la repartición inescrupulosa del Estado. Sin lo anterior, la reindustrialización y el desarrollo de la inteligencia y de la creatividad son imposibles, y el desorden global no sería una oportunidad.
* Analista político, consultor e investigador independiente experto en economía de la innovación.