Solo para tener en cuenta…
Una bancada parlamentaria impuesta por unas negociaciones centralizadas y distante de los liderazgos territoriales.
Félix Amín Tovar Tafur/columnista invitado/Opinión /El Pregonero del Darién
Solo cuando fuimos conscientes que el liderazgo de Gustavo Petro nos podría llevar al poder, las organizaciones políticas de izquierda y progresistas, comenzaron establecer algunos mecanismos de encuentro cierto de unidad y luego la propuesta de Pacto Histórico y Frente amplio, permitió por primera vez en la historia juntarnos.
Aparece la Colombia Humana que prometía convertirse en el vehículo que conduciría las grandes mayorías a transformar el país, pero lamentablemente desde su creación oficial en la Plaza de Bolívar, se impuso un modelo antidemocrático en su dirección que fue impuesto por el máximo líder.
Vino luego la primera asamblea y ocurrió lo mismo, se impusieron cuadros que no representaban los verdaderos liderazgos territoriales, sociales ni de causa. No se permitió ni antes ni en campaña una mínima jerarquización de la organización política que organizará los territorios y bajo un esquema de Nodos, (muchos ni siquiera podían entender el término) se buscaba organizar las multitudes que querían a Petro pero que también querían el cambio.
La campaña del 2022 muy parecida a la desorganización del 2018, permitió que se quedara en manos de la política tradicional y corrupta que queríamos derrotar y hasta políticos comprometidos en procesos de parapolítica terminaron empoderados por los nuevos amigos del candidato.
El equipo de apoyo Nacional terminó relegado incluso pagando por diferencias regionales en la organización de campaña y una gerencia desconocida y desconectada de la realidad política en los territorios.
Si, se ganaron las elecciones con sabor agridulce, porque el poder legislativo había quedado mayoritariamente en la derecha y el círculo cercano del presidente no era el que habíamos conocido durante sus campañas. Entendíamos lo que sucedía, pero también éramos conscientes de la apuesta riesgosa del presidente que hasta ahora no reconoce a Colombia Humana como partido de gobierno, como no sea para frentear asuntos legales.
En conclusión: una bancada parlamentaria impuesta por unas negociaciones centralizadas y distante de los liderazgos territoriales, han hecho que su bajo compromiso con la gente y el propio proyecto político los tenga desprestigiados y solo ahora que vienen las elecciones tratan de acercarse a la gente.
Colombia Humana capturada por una JNC sin legitimidad alguna, donde una persona es vicepresidenta y secretaria general y toma decisiones por más de 120 mil personas registradas como afiliadas ante el CNE.
Un gobierno que ha hecho lo que le corresponde presentando las reformas sociales y políticas, pero consciente que difícilmente las sacará adelante y por otro lado cargando con el desprestigio que ha significado mantener la clientela corrupta al interior del gobierno, mientras gente honesta, capaz y comprometida la miran por encima del hombro y los pocos programas que han logrado implementar los han entregado a los alcaldes de la oposición, dejando en ridículo y sin maniobra a los líderes locales y regionales que lo apostaron todo y hoy sienten que lo perdieron todo, pues en 2026 así cómo están las cosas tocará pagar escondederos.
Aún quedan dos años para recomponer, pero va a ser difícil sino logramos construir una organización amplia, democrática, que interprete la gente en los territorios, que sienta la solidaridad, camaradería, que defienda en la praxis las causas sociales, con líderes de carne y hueso de corte humanista, que devuelva la confianza y la esperanza, que no nos vean como números electorales para que luego de elegidos (como lo ha hecho Isabel Zuleta) no nos convierta en sus enemigos.
No todo está perdido, pero hay mucho por hacer…