Opinión

Un año sin Rodrigo

Y vaya que la agenda de Rodrigo dejó bastantes tareas pendientes, porque cada día tenía una idea nueva.

Luis Alfonso Ossa B./Opinión/El Pregonero del Darién

Recordemos con arte, que bastante le gustaba, al amigo que hoy cumple ya un año de habernos dejado no porque quisiera sino porque la vida nos mete en ocasiones en recovecos de los que inexorablemente no podemos ya salir así todavía nuestras agendas de vida tengan montones de tareas por cumplir.

Y vaya que la agenda de Rodrigo Patiño dejó bastantes tareas pendientes, porque cada día tenía una idea nueva que en algún momento conduciría a un proyecto nuevo, muchos de los cuales miraban casi siempre a la solución de los problemas y necesidades de los demás. 

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María Elena, tu esposo harto falta que nos continúa haciendo a sus amigos y por supuesto que mayor falta debe hacerte a ti que fuiste su compañera de viaje. Te acompañamos siempre como la gran amiga que eres, pero con mayores veraz hoy que la ausencia de Rodrigo cumple un año ya.

Augura

No veo que está esperando Augura para hacerle ver al gobierno nacional  que la cantidad de certificaciones que hoy en día se le está exigiendo al banano colombiano lo está llevando a pasos agigantados a perder competitividad frente a la fruta producida en otros países y esto es supremamente grave  en tanto que rompe la dinámica positiva  que la agroindustria bananera le imprime  a la economía nacional , pero sobre todo pone en peligro los miles de empleos que esta actividad genera en Urabá, región que en el pasado   sufrió una aterradora violencia que nada bueno sería que volviese a repetirse bajo unas condiciones de deterioro masivo del empleo por perdida de la estabilidad  empresarial que pudiese darse por el eventual deterioro  de la competitividad  del banano colombiano.

Captura al genocida

Era la cereza que le faltaba a la torta del terror, esa que Biden ha vendido patrocinando inyectándole bombas y todo el material bélico que Netanyahu ha pedido y que la humanidad está exigiendo a rajatabla su fin, esperando que la orden de captura contra ambos terroristas, actores de la tragedia de Gaza, empiece a marcar ya el final del genocidio de Gaza.

Pero que salga ahora el gobierno americano a enfilar sus baterías contra la Corte Penal Internacional por tomar esa decisión sí que es insólito, pero sobre todo una inmensa agresión al mundo civilizado que tiene el Estatuto de Roma como un gran avance de la humanidad en defensa de los derechos humanos.

Increíble entonces que los Estados Unidos salga con semejante desacierto. Ahora va a terminar la C. P. I convertida en terrorista por la voluntad del gobernante senil de Biden. Vaya que ciertamente este señor camina a grandes pasos hacia el desbarrancadero en su intento reeleccionista.

Al Pueblo de Israel no le queda otra que deponer por lo menos a Netanyahu de su condición de primer ministro Sopena de convertirse en un estado paria por mantener al mando de su gobierno a un prófugo de la justicia internacional. Los países todos deben hoy cerrar filas en respaldo a la Corte Penal Internacional.

¿Será que a pesar de la conducta que asume el Fiscal de la Corte Penal Internacional contra ambos terroristas, el viejito Biden y la decadente Unión Europea insistirán en mantener la ayuda bélica al genocida Netanyahu?

¿Seguirá Señor Biden exponiendo su reelección jugándosela con esa doble moral de mandar ayuda humanitaria de día para que Israel asesine de noche palestinos con el armamento que el mismo le manda a Netanyahu?

Quienes opinan en público

El papel que ejercen quienes escriben, desde el estilo que sea y con la calidad que les sea propia, y lo hacen con el propósito de transmitir los acontecimientos de su época, recordándoles, evitando así su olvido, ese papel es fundamental para la preservación de la historia, blindando así a los pueblos para que no se vuelvan a repetir, sobre todo aquellos acontecimientos que les causaron dolor a sus gentes.

En ese sitial respetable de los autores de la historia que narran los hechos con veracidad y acierto, encontramos al abogado Armando López quien, con habilidad y refinada filigrana en la hilación de los datos, pero además haciéndolo con refinado sarcasmo, nos hace un pormenorizado recuento de las múltiples «razones» por las que el Expresidente Álvaro Uribe termina siendo, según él mismo, uno de los grandes damnificados de la Justicia Colombiana.

Pero leamos más bien al citado autor: (Publicamos la columna en mención para los interesados en leerla)

La víctima

Por Armando López

Álvaro Uribe Vélez, es un individuo que ha logrado pasar buena parte de sus casi 72 años engañando a la gente de este país, desde cuándo “capaba” clase en la Facultad de Derecho para irse a atender sus importantes asuntos comerciales en “El Gran Banano” de la Carrera 70.

Estuvo en el Ministerio del Trabajo – gobierno de López Michelsen – bajo la administración de Óscar Montoya, uno de los nombrados en la famosa lista desclasificada recientemente por el Archivo Nacional de los Estados Unidos como presuntos facilitadores de las actividades del narcotráfico en el interior del Estado colombiano. De su paso por allá quedó una investigación por lesiones personales contra un rival sentimental la misma que, cosa rara, nunca llegó a nada.

Después se vino para Medellín y ocupó el cargo de director de Aerocivil, para reemplazar a Fernando Uribe Senior, un señor en toda la extensión de la palabra y a quién la mafia asesinó en una calle de la capital antioqueña.

Su paso ominoso por esa administración ha sido mencionado en miles de artículos de prensa, en investigaciones de toda clase, en videos y documentales, algunos de ellos galardonados internacionalmente. Pero no paso nada.

Más tarde, se hizo notar en el Senado de la República, cuando apoyaba la introducción de un mico dentro del proyecto de ley de reforma judicial, que eliminaba la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos. El entonces ministro de gobierno de Virgilio Barco, Carlos Lemos Simonds, prefirió hundir la reforma a que ese esperpento pudiera prosperar. El periodista Guillermo Cano, asesinado más tarde por los capos del narcotráfico, comentó en su columna dominical “Libreta de Apuntes”, el suceso. Poco tiempo más tarde se supo que Álvaro Uribe había tenido parte en una sociedad comercial de Luis Carlos Molina, de cuya cuenta corriente salió la plata para pagar el homicidio del maestro del periodismo colombiano. Y no pasó nada.

Finalizando el siglo la revista Newsweek publicó una lista de la DEA, agencia antidroga norteamericana, en la cual nuestro personaje en comento aparecía en el puesto 82, dentro de la lista de sujetos vinculados al jugoso negocio del tráfico ilícito de drogas. Pero no pasó nada.

Incluso, ya en el cargo de primer magistrado de la nación, el ciudadano Uribe Vélez fue recibido en el rancho de veraneo por el presidente George Bush Jr., en momentos en que ambos estaban trenzados en una sonora y dudosa lucha contra el terrorismo. Bush tenía que saber quién era su invitado, pero como éste estaba entregado de lleno al combate de la “amenaza terrorista” que representaban en ese momento las FARC, no tuvo ningún reparo en atenderlo a cuerpo de rey y recibirlo también en la Casa Blanca.

Vinieron los años tormentosos de sus mandatos. Guiado y ampliamente asesorado por su doctor Göebbels de bolsillo, – el primo de Pablo Escobar Gaviria, José Obdulio Gaviria – Uribe Vélez dirigió un gobierno en el cual fueron intimidados, perseguidos, interceptados, hostigados varios periodistas, magistrados de la Corte Suprema, miembros del Congreso de la República que hacían parte de la oposición, entre otros. Todo el mundo sabía quién estaba detrás, pero nadie tenía una sola prueba para afirmar la responsabilidad del mandatario y eso también se quedó así.

Otro día resultaron unos muchachos vestidos de camuflado, con las botas al revés, algunos de ellos médicamente certificados como portadores de alguna discapacidad mental. El presidente dijo públicamente en respuesta a las suplicantes madres que inquirieron del gobierno una explicación que “esos muchachos no estaban cogiendo café propiamente” y que por eso los habían matado.

La Justicia Especial para la Paz ha documentado 6402 casos, pero es altamente probable que fueran más los asesinatos, presentados como “falsos positivos” o “ejecuciones extrajudiciales”, según el técnico eufemismo del Derecho Internacional Humanitario. Nada sucedió con el “hombre de atrás”, que era quién exigía hasta el hastío que las fuerzas militares dieran resultados en su encarnizada y vengativa lucha contra las FARC.

Hubo necesidad de elegir un candidato presidencial para 2006, pero el hombrecito – mide algo más de 1,50 m – se “sacrificó” una vez más y resolvió que si no era él, ¿quién podría salvar la adolorida patria? Se armó entonces todo un tinglado con varios ministros, el de Salud Pública y el del Interior, por lo menos, amén de otros servidores públicos propios del círculo de poder y, con el cinismo de Fabio Echeverri Correa, un oligarca alcahueta  de sus andanzas desde joven, sobornaron a miembros del Congreso de la República para que ayudaran a cambiar “un articulito”, el de la prohibición de la reelección presidencial que había sido una de las conquistas democráticas importantes introducida en la Carta del 91.

Ministros, segundones, congresistas, fueron a dar con sus huesos a la cárcel por el delito de cohecho. Pero el beneficiario número uno del cohecho, siguió tan campante como siempre.

Se hizo reelegir y siguió su camino.

Había logrado un acuerdo con los grupos paramilitares, aquellos muchachos tan queridos que se tomaron fotos con él reiteradamente, que según ellos mismos aportaron plata y plomo para lograr que se le eligiera en la primera ocasión como primer mandatario de los colombianos. Los traicionó. Presa del miedo, al saber que la Jurisdicción Especial llamada de Justicia y Paz podría aplicar mecanismos de rebaja de pena y otros subrogados si contaban toda la verdad acerca de quién los había instado a organizarse y a cometer sus crímenes, resolvió extraditarlos en masa, en horas de la madrugada, como cometen sus asaltos lo forajidos y enervó de manera eficaz el descubrimiento de la verdad. Al menos por algún tiempo.

Pero Justicia y Paz contaba con magistrados integérrimos que hilvanaron buena parte de ese relato y llegaron a la conclusión de que el crimen de paramilitarismo era como una piscina. Pero, al decir del magistrado Rubén Darío Pinilla, Uribe Vélez logró salir seco de esa piscina. Una vez más las olas de la Justicia chocaron contra la roca de la impunidad que lo ha cubierto desde siempre.

Pero un día, en un debate sobre el paramilitarismo en el Senado, se encontró con un hueso duro de roer que le cantó las verdades en su cara y que mostró una serie de vinculaciones del exmandatario y ahora senador con aquellos muchachos. El agua de la piscina lo estaba mojando y él salió corriendo, al decir de la entonces senadora Claudia López, “como una rata de alcantarilla” para presentar una demanda por calumnia y manipulación de testigos contra su acusador – el senador Iván Cepeda Castro –, como culminación de “una jugadita” que ya tenía previamente preparada.

Pero esta vez la Corte Suprema no comió cuento y mientras, de un lado desestimó la conjura contra Cepeda Castro, le abrió a él la investigación por los cargos de soborno a testigos y fraude procesal, que ya le implicó un periodo de “detención” en su hacienda y mansión del “Ubérrimo” y lo tiene en medio de un juicio criminal.

Entonces, el habilidoso sujeto se inventó en los últimos días un papelón de víctima. Y para ello echó mano de algunas universidades privadas y de clase alta quienes, gustosas, le han ofrecido el escenario para montar su misa en escena. En desarrollo de esa comedia encontró una forma formidable para, al tiempo que incita a las fuerzas militares a desconocer las órdenes de su comandante constitucional – de pronto le suena la flauta y le da con ello gusto a María Fernanda Cabal y a todos los Masmaster de los gremios – cita al presidente Petro y a las autoridades judiciales, al ruedo del debate con la esperanza de que traten de acallar sus “opiniones” para poder decir que si el juicio en la Corte Suprema lo encuentra responsable de los cargos por los que lo vienen investigando y acusando desde hace varios días, será como resultado de la persecución del “gobierno dictatorial” que nos rige.

Se pasea nuevamente el avezado sujeto por entre las líneas del art. 472 del Código Penal, alegando que se trata solo de opiniones emitidas en ejercicio del legítimo derecho de la oposición.

Entonces sería conveniente que el presidente y el gobierno no pisen la cáscara. Que refuercen la contrainteligencia militar, porque es evidente que los preparativos del golpe vienen andando desde hace rato, según lo reveló la mujer de José Felix Lafaurie y es necesario tomar todas las precauciones. Pero que no se le ocurra al mandatario de los colombianos seguir con la polémica, ni pretender tomar acciones judiciales contra el provocador, porque sería servirle en bandeja de plata el premio Óscar en el papel de víctima que pretende representar.

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