Opinión

Pensando en voz alta

En Colombia, se ha establecido un nuevo pacto con la historia que esperamos nunca se rompa para que tangamos posibilidades de construir un país donde vivamos bien por miles de años.

Jaime Bedoya Medina/Opinión/ El Pregonero del Darién

El Génesis narra la extraordinaria historieta del diluvio universal, con la cual el autor bíblico, en un derroche de imaginación cuenta que Dios, arrepentido o hastiado de haber creado al hombre decidió acabarlo. Pero encontró al justo Noé a quien le encomendó construir una barca para su familia y una pareja animal.

El Señor abrió las compuertas del cielo y cayó lluvia durante mucho tiempo. La barca navegó sobre las profundidades llenas de agua. Al fin, Dios se acordó de Noé, las aguas bajaron y el arca se asentó sobre el monte Ararat. El anciano levantó un altar, hizo un sacrificio y el Altísimo estableció nuevo pacto con los hombres simbolizado en un hermoso arco iris.

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Cada vez que vea el arco en el cielo, me acordaré del pacto que establecí con ustedes, dijo Dios a Noé.  Aunque sabemos que esta narración es un mito que venía de boca en boca, entre los pueblos orientales, la magia del mismo es que alguien fue capaz de ponerle el encanto divino para demostrar la intervención de Dios en el plan se salvación que, llega a su culmen con el advenimiento de Jesús, el hombre más extraordinario de la historia humana. La narración es una prodigalidad de hermosura literaria aun para los no creyentes.

En Colombia, se ha establecido un nuevo pacto con la historia que esperamos nunca se rompa para que tangamos posibilidades de construir un país donde vivamos bien por miles de años. Esa nueva alianza empezó el 19 de junio del 2022, cuando después de 200 años de guerras, saqueo y acaparamiento, la mayoría del pueblo colombiano decidió levantar un altar para que, al sacrificar en él la avaricia, la insolidaridad, la violencia y el egoísmo empecemos un nuevo camino cristalizado en las reformas sociales para dignificar la vida de todos los colombianos.

Con magia blanca, el presidente Petro, negoció con los partidos una coalición para aprobar lo mejor de todas las propuestas. Así, en materia fiscal, salió la ley que pone a pagar a quienes más tienen como ha de ser en toda sociedad democrática y, a pesar de ese aumento de tributación, los grandes conglomerados económicos, siguen ganando, pues el Estado protege al gran capital.

El gobierno desbarató el pacto inicial, pero intentará formar uno nuevo para coronar los anhelos aplazados de tantos colombianos. De tal manera que las reformas, pensional, laboral y a la salud, generadoras de mayor integración y formalización sigan su curso hasta lograr un final feliz, siempre con protección a las empresas que generan riqueza y bienestar. Colombia no puede regresar al camino de otros doscientos años de violencia y exclusión.

Dijo una vez El Tiempo que la estrofa: “…Si el sol alumbra a todos, justicia es libertad” resume a la perfección el ideal de justicia social, en Colombia. No lo dijo ningún miembro de la izquierda, sino el más rancio representante de los poderosos. Es lo que intenta hacer el presidente Petro.

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