Opinión

Yemen: un hueso duro de roer. El ridículo de EU.

Durante casi un año, fueron decenas las misiones de bombardeo aéreo y naval, de Estados Unidos y Gran Bretaña, contra posiciones hutíes e instalaciones de aseguramiento de combustible, energía y otros.

Juan Hernández Machado*Opinión/El Pregonero del Darién

Como vimos anteriormente, los hutíes de Yemen vencieron la agresión saudita apoyada por estadounidenses y británicos, la que no los pudo destruir, y se mantuvieron firmes en su determinación de apoyar a sus hermanos palestinos y enfrentarse al imperialismo internacional y su principal representante en la región:Israel.

La mejor oportunidad se presentó después del 7 de octubre de 2023, cuando en respuesta a las acciones del movimiento islámico Hamas, el gobierno de Israel inició una operación de destrucción total de la Franja de Gaza en su intento por eliminar a esos representantes del pueblo palestino.

Y mientras que algunos miraban hacia otro lado para no ver lo que sucedía, y otros condenaban las acciones de Israel pero permitían que desde su territorio se continuara garantizando la subsistencia del régimen sionista, los hutíes de Yemen surgieron como un ejemplo de hermandad y solidaridad con sus hermanos palestinos que estaban siendo diezmados a una velocidad vertiginosa.

Sin vacilar un momento, sus representantes declararon al mundo que impedirían el tránsito por una zona de operaciones delimitada por el Mar Rojo, el Mar Arábigo, el Estrecho de Bab el Mandeb y el Golfo de Adén a toda embarcación, de bandera israelita o de otro país, que transportara carga desde y hacia Israel, mientras su gobierno mantuviera las acciones genocidas contra la población palestina en Gaza.

Al inicio, hubo quien consideró que eran simples palabras o una consigna vacía, pero pronto los hechos demostraron lo contrario, y en un corto período de tiempo ese vital paso naval para el comercio de Israel quedó cerrado.

Varios buques recibieron impactos de cohetes y drones, hundiéndose algunos; otros fueron capturados por los hutíes, pero el resultado final fue que las principales navieras que abastecían a Israel decidieron utilizar la ruta alrededor del Cabo de Buena Esperanza, que agregaba unos 6,500 kilómetros, o 10-12 días de navegación a cada viaje para abastecer a Israel.

Según expertos de navegación marítima, tanto por combustible como por aseguramientos en puertos intermedios, los costos se incrementaban en cerca de un millón de dólares por buque. Lógicamente, al final todos esos incrementos de costos los pagarían los consumidores.

Y llegaron los salvadores

Como era de esperar, el “bondadoso” gobierno de los Estados Unidos de América, que no vacila en recorrer decenas de miles de kilómetros para que sus fuerzas militares estén presentes en todos los teatros operativos del mundo, organizó una coalición formada inicialmente por diez países, a fin de enfrentar las acciones de los hutíes, para proteger a la pobre Israel que no sufriera desabastecimientos durante sus acciones genocidas contra Gaza.

Los integrantes de la coalición junto a Estados Unidos fueron Gran Bretaña, Francia, Bharéin, Canadá, Italia, Países Bajos, Noruega, España y las islas Seychelles.

En ese momento, Estados Unidos tenía en el área el destructor coheteril DDG-64 Carney, y rápidamente adoptó medidas para enviar el grupo de batalla del portaaviones CVN-69 D.D.Eisenhower, integrado por varios destructores coheteriles, el que pasó 7 de sus 9 meses de despliegue en el área, hasta junio de 2024.

Luego le siguió el CVN-71 Theodore Roosevelt, con el ala de portaaviones no. 11 embarcada; acompañado por varios destructores coheteriles, entre ellos el USS Daniel Inouye y el USS Halsey. Es importante destacar que este contingente naval se encontraba desplegado en la península de Corea, y al enviarlo al Medio Oriente los estadounidenses debilitaron su presencia en esa área.

Al CVN-71 Roosevelt se le unió, el 9 de agosto, el grupo de batalla del portaaviones CVN-72 Abraham Lincoln, que tenía embarcada el ála aérea no. 9; iba acompañado por cinco destructores coheteriles y por el submarino coheteril nuclear Georgia.

Más tarde, en noviembre de 2024, enviaron al grupo de batalla del portaaviones CVN-75 Harry Truman, que tenía embarcada el ala aérea no. 1, e iba acompañado por el crucero coheteril CG- 64 Gettysburg, de la Clase Ticonderoga, y varios destructores coheteriles de la clase Arleigh Burke, el DDG-55 Stout, el DDG- 68 The Sullivans y el DDG-109 Jason Dunham.

En momentos en que no hubo portaaviones alguno en el área, se mantuvieron cuatro destructores coheteriles, entre ellos el DDG-106 Stockdale, el DDG-77 O’Kane y el DDG-111 Spruance.

Los objetivos que persiguieron esas salvadoras fuerzas militares estadounidenses fueron, básicamente, dos: impedir que los hutíes paralizaran el tráfico mercante naval en la zona que establecieron con destino a Israel y, como segunda fase y a medida que los ataques hutíes contra Israel fueron más variados y efectivos, destruir la capacidad combativa de esos valientes hijos de Yemen que se atrevieron a desafiar a la potencia hegemónica y a sus aliados.

En cuanto al primer objetivo, no se cumplió. Así categóricamente, no porque lo digamos nosotros sino porque fue reconocido por las principales compañías navieras afectadas por las acciones de los hutíes, así como por funcionarios políticos y militares estadounidenses y británicos, al igual que por la gran prensa occidental,

Los hutíes mantuvieron su compromiso y desde octubre de 2023 hasta enero de 2025, cuando el movimiento islámico Hamas y el gobierno de Israel firmaron un alto al fuego en una tregua por etapas que permitiría la devolución de rehenes por parte del movimiento y de presos políticos palestinos por parte de Israel, más de 90 mercantes de diversas nacionales pero todos relacionados con el abastecimiento a Israel, fueron atacados, algunos más averiados que otros, unos pocos hundidos… y los protectores de la coalición no pudieron impedirlo.

En varias ocasiones, el enjambre de drones y cohetes de diversos tipos de los hutíes contra las embarcaciones militares yanquis que acompañaban a cargueros civiles o se preparaban para atacar el territorio controlado por los hutíes, frustró dichas operaciones y obligó a los yanquis a retirarse fuera del alcance de las armas yemenitas.

El segundo objetivo- al igual que sucediera con la agresión saudita desde el 2015 apoyada por Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros países- tampoco se cumplió, porque los hutíes no fueron destruidos y continúan en los territorios yemenitas que controlan, más fuertes y decididos que antes a continuar la lucha si Israel incumple lo acordado con el movimiento islámico Hamas.

Durante casi un año, fueron decenas las misiones de bombardeo aéreo y naval, de Estados Unidos y Gran Bretaña, contra posiciones hutíes e instalaciones de aseguramiento de combustible, energía y otros.

Los yanquis llegaron a utilizar hasta bombarderos estratégicos del tipo B-2, el 17 de octubre de 2024, contra cinco objetivos soterrados de los hutíes ubicados en la capital yemenita Sanáa, y en la gobernatura de Sadá.

Israel, por su parte, que no integró la famosa coalición estadounidense y ante los constantes ataques coheteriles y de drones de los hutíes en apoyo a la resistencia de los palestinos de la Franja de Gaza ante el continuado genocidio sionista, también llevó a cabo a fines de 2024 varios ataques con decenas de aviones contra los territorios controlados por los hutíes.

Hasta el propio Secretario de la Marina estadounidense admitió a medios de prensa especializada de su país, que el gasto en municiones para enfrentar los ataques de los hutíes contra sus embarcaciones militares constituía un gran reto para poder sostener una sólida presencia naval yanqui en el área.

Cuando se produjo la ausencia de portaviones en el Mar Rojo se debió a la necesidad que tuvieron de abandonar el área para reabastecerse de municiones, debiendo navegar en ocasiones hasta 2,500 kilómetros.

El comandante de las Fuerzas Navales de Superficie, vicealmirante Brendan McLane, informó en la conferencia anual de la Asociación de la Marina de Superficie, los gastos de municiones que habían tenido en su enfrentamiento a los hutíes.

Algunas de las municiones que se dieron a conocer fueron:

  • 120 cohetes del tipo SM-2, con un costo por unidad de $ 2,3 millones, para un total de $ 276 millones.
  • 80 cohetes del tipo SM-6, con un costo por unidad de $ 4,3 millones, para un total de $ 344 millones.
  • 20 cohetes del tipo ESSM, con un costo por unidad de $ 1,8 millones, para un total de $ 36 millones.

El gasto total solo en esos tres tipos de cohetes ascendió a $ 686 millones de dólares sin contar los gastos por otras municiones y el mantenimiento normal de todos esos buques en operaciones.

Otras fuentes reflejaron que el secretario de la Marina estadounidense había declarado que incluyendo las municiones utilizadas en la defensa de sus embarcaciones, el gasto sobrepasaba el billón de dólares, mientras que funcionarios de diferentes centros militares de investigación consideraban que los gastos rondaban los cinco billones de dólares.

Si comparamos esos gastos con los drones y cohetes yemenitas de bajo costo, nos damos cuenta de la gran afectación de los yanquis que, como pretenden desde hace mucho tiempo ser los gendarmes del mundo, tienen que tener fuerzas capaces y dispuestas en otros teatros de operaciones en sus amenazas a Rusia, China y Corea Democrática, por solo mencionar tres de sus objetivos preferidos.

En varias ocasiones los hutíes atacaron directamente a los buques estadounidenses, obligándolos a alejarse del área. El Pentágono negó afirmaciones de impactos directos en algunos de sus buques, así como calificó la pérdida por fuego amigo de uno de los aviones del CVN-75 Harry Truman, que los hutíes habían manifestado haber derribado.

Y no estamos hablando de un avión de fumigación agrícola; hablamos de un caza F/A-16 Hornet, uno de los medios aéreos navales de combate de los cuales se enorgullecen los yanquis.

*Historiador cubano y Premio Nacional de Filatelia 2012  

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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