Piratas y corsarios en los sellos postales
Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012
La filatelia cubre, directa o indirectamente, casi todas las esferas de la vida. Y dentro de lo que puede considerarse como filatelia naval uno de los aspectos bien documentados es la actividad de los piratas y corsarios que durante cientos de años surcaron nuestros mares.
De una forma simple, se puede definir como corsario a quien ejercía el asalto y saqueo de buques y lugares al amparo de una potencia, mientras que los piratas eran quienes hacían lo mismo pero con beneficio propio y estaban contra todos los países.
Aunque esa actividad se remonta a los orígenes de la humanidad, la “edad de oro de la piratería” se remonta al período 1690- 1730.
Esos fueron años de mucha inestabilidad política y económica en Europa y el norte de América, lo que llevó a muchos navegantes ingleses, franceses, holandeses y norteamericanos a ponerse a disposición de sus respectivas administraciones contra sus enemigos o a actuar por cuenta propia en busca de riquezas mediante el saqueo.
Los principales teatros de operaciones fueron las Costas de América del Norte y el Caribe, con base de operaciones en Las Bahamas y las costas de América del sur y de África, con base en la isla de Madagascar. A partir de allí, los buques corsarios y piratas salían en busca de los mercantes que llevaban las riquezas extraídas de América y África a las Metrópolis en Europa.
La mayoría de los piratas fueron marinos de buques mercantes, algunos que actuaron como corsarios anteriormente, que se cansaron de los malos tratos recibidos y comprobaron la riqueza que era posible obtener mediante una vida llena de aventuras.
Muchos de ellos lograron una relación amistosa, aunque ilegal, con los comerciantes de las colonias americanas de entonces, contando con el consentimiento de gobernadores e inspectores de aduanas.
Varios fueron los piratas que alcanzaron renombre.
Henry Morgan aterrorizaba las colonias españolas en el Caribe con el consentimiento de Inglaterra. Así asoló la ciudad de Panamá en 1671 y posteriormente Puerto Bello, Maracaibo y Santiago de Cuba. Su fama creció tanto que la Corona inglesa decidió hacerlo Caballero y nombrarlo Vice Gobernador de Jamaica.
Edgard Teach, el famoso “Barba negra”, ganó fama al servicio de la Reina Ana, cuando ésta autorizó a privados atacar y saquear buques de España, Francia y otros enemigos de la Corona. Al término de la guerra entre esas potencias coloniales, continuó sus acciones como pirata.
Durante su carrera capturó más de 40 buques y su acción más conocida fue el bloqueo a la ciudad de Charleston, en Carolina del Sur, en 1718, que durara una semana.
Ese mismo año fue emboscado por Robert Maynard, Teniente de la Marina Real inglesa, quien luego de darle muerte cortó su cabeza, la cual colgó en la proa de su embarcación.
Bartolomé Roberts fue un pirata exitoso. Capturó más de 400 embarcaciones y murió en un enfrentamiento con el buque inglés “Swallow”, muy rápido debido a sus tres mástiles dotados de velas diversas y con un gran poder de fuego debido a sus 60 cañones.
Pero también hubo mujeres piratas.
La más conocida es Anne Bonney, quien se enamoró del famoso pirata John Rackam y abandonó a su esposo para unírsele. En su buque conoció a “un apuesto pirata” que no era otro que Mary Read disfrazada de hombre, quien tenía ya cierta experiencia en la piratería. Ambas mujeres asolaron el Caribe durante la época de oro de la piratería hasta que fueron capturadas, pero no pudieron ser ajusticiadas mediante la horca pues ambas estaban en estado de gestación.
Los relatos sobre el comportamiento de corsarios y piratas formaron parte de la tradición oral que pasaba de generación en generación y que fueron obtenidos a través de algunos de sus prisioneros, enriquecidos con mucha fantasía popular, lo que hizo que sus acciones se convirtieran en épicas leyendas.
Tal vez uno de los escritores más conocidos por sus historias de piratas sea Daniel Defoe, el autor de “Robinson Crusoe”. En 1724 publicó su “Historia general de robos y muertes por los piratas más notorios” y publicó otro libro sobre el tema, cuatro años después, bajo el seudónimo de Capitán Charles Jonson.
En ambos se inmortaliza la actividad de los hombres de la bandera negra con la calavera y dos tibias cruzadas, al igual que éstos y otros sellos postales que nos permiten conocer los actores y actrices de esa parte de nuestra historia y navegar en sus embarcaciones a través de la diversidad cultural de este Caribe que nos une.