Opinión

El cementerio de Colón, una joya en la Habana

En 1922 se iniciaron los trámites para ampliarlo, lo que culmina dos años después al adicionarle 37 mil metros más para un total general de 560 mil metros cuadrados.

Juan Hernández Machado*Opinión/El Pregonero del Darién

Entrada principal situada en la calle Zapata y 12, Vedado, en tarjeta postal de 1902. (Izquierda-foto principal)

Cuando se visita otro país o ciudad, el que lo hace siempre busca llevarse recuerdos de las partes más importantes de los mismos. Por lo general, las principales atracciones construidas por el hombre son centros culturales, educativos, deportivos, científicos, religiosos, que trascienden por su historia, por el tipo de construcción u otro hecho importante.

En este caso nos referiremos a un lugar muy importante en la capital cubana, el centro de reposo final por excelencia, que se ha convertido, por sus valores históricos, culturales y constructivos, en una verdadera joya, no solo de esta ciudad sino de toda nuestra América Latina:   el Cementerio de Colón, en la capital cubana.

  Debido a la saturación del Cementerio de Espada ante el crecimiento poblacional habanero y a las crecientes muertes por sucesivas epidemias, se hizo necesario construir un nuevo cementerio, cuya primera piedra fue colocada, en lo que hoy es la portada norte de la Necrópolis, el 30 de octubre de 1871 y al terminarse las obras de la Capilla Central en 1886 se consideró terminado el nuevo cementerio.

 En 1922 se iniciaron los trámites para ampliarlo, lo que culmina dos años después al adicionarle 37 mil metros más para un total general de 560 mil metros cuadrados Esta institución fue creada y administrada inicialmente por la Iglesia Católica de Cuba. 

El lugar se concibió como una planta dividida en cuatro grandes áreas, llamadas cuarteles a partir del corte en cruz de sus avenidas principales, con una repetición similar dentro de cada cuartel, quedando los mismos de la forma siguiente:

Cuartel Noroeste. Limitado por la calle Norte, la calle Oeste, la Avenida Obispo Fray Jacinto y la Avenida Cristóbal Colón. Incluye, en su parte este, la ampliación hecha en 1924. Allí se encuentra la tumba del Generalísimo de la independencia de Cuba, Máximo Gómez Báez.

Cuartel Noreste. Limitado por la Avenida Cristóbal Colón, Avenida Obispo Fray Jacinto, calle Este y calle Norte. Aquí se encuentra la tumba de Carlos J. Finlay, descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla.

Cuartel Suroeste. Limitado por la Avenida Obispo Fray Jacinto, Avenida Obispo Espada, calle Oeste y calle Sur. Aquí se encuentra la tumba de Nicolás Guillén, poeta nacional cubano.

Cuartel Sureste. Limitado por la Avenida Obispo Espada, calle Sur, calle Este y Avenida Obispo Fray Jacinto. Aquí se encuentra la tumba del periodista Víctor Muñoz, que fue el promotor del Día de las Madres en Cuba.

Para construir los diferentes monumentos, panteones y tumbas se hizo una jerarquización motivada por el precio de los espacios, a saber:

Zona de primera categoría. Está compuesta por ocho cuadros que se extienden desde la Portada Norte hasta la Capilla Central.  Sólo las familias con altos recursos económicos podían comprarlos y luego sufragar el costo de construcción de sus obras cementeriales, generalmente lujosas.

Zona de Segunda categoría.  A partir de los brazos de la cruz principal o avenidas centrales, se extiende desde la Capilla Central hasta las calles que conforman las cruces de segundo orden.

Zona de tercera categoría.  En estas mismas avenidas centrales, desde las cruces de segundo orden hasta cada una de las puertas de salida: este, oeste y sur.

Cruz de Segundo orden: En el interior de los cuarteles, calles y cuadros principales.

Campos Comunes: Las manzanas existentes en el interior de los cuarteles

No muchas personas conocen que nuestro Cementerio de Colón, en la capital cubana, tuvo también catacumbas, como se puede observar en la tarjeta Anexa en este escrito, circulada el 27 de enero de 1926 en La Habana.

Ubicadas en la llamada Galería de Tobías, fueron construidas por la escasez de nichos en el Cementerio de Espada, y recibió ese nombre por un caritativo hombre del siglo VII A.N.E. que por su actividad fuera canonizado posteriormente por la iglesia católica.

La galería tiene dos entradas, una en cada extremo y da frente a la calle A  y limitada por las calles 9 y 13. Tiene cuatro metros de altura por tres de ancho y 95 metros de largo; fue construida de mampostería y ladrillos y consta de seis claraboyas con cristales. Destinada a albergar con más de 500 nichos. En 1874 fueron clausuradas debido a su atmósfera viciada y en 1877, por Orden Real, se prohibió el enterramiento en los nichos, destinándose después a guardar osarios.

Con el fin de eliminar las acciones lucrativas que existían en esta Necrópolis, la misma fue nacionalizada en 1967 por el Gobierno Revolucionario de Cuba, lo que no eliminó la propiedad privada sobre bóvedas, panteones y capillas familiares, no solo individualmente sino de las Sociedades regionales, fraternales y profesionales.

Considerando la excepcionalidad de los valores históricos, culturales y artísticos existentes en esta necrópolis- más de 50 mil obras funerarias de primera calidad- el Ministerio de Cultura de Cuba, mediante su Resolución 57 del 18 de febrero de 1987, la declaró Monumento Nacional. Y su contenido es la razón por la que esta necrópolis sea uno de los principales atractivos turísticos en la ciudad de La Habana.

Juan Hernández Machado

Destacaremos solo dos de esas obras. 

Por irresponsabilidad del comerciante Juan Aspuru e Isasi, en mayo de 1890 se incendió su ferretería que contenía varias libras de dinamita que él había obtenido en una operación de contrabando, alcanzando el incendio grandes proporciones y ocasionando la muerte a una buena parte de los bomberos que lo estaban sofocando. 

Años después   se erigió la bella obra que muchos conocen como Monumento a las Víctimas de la Caridad, una de las más altas del cementerio, que fue diseñada por el arquitecto español Julio María Zapata y su conciudadano escultor Agustín Querol.

Esta obra, a través de diferentes alegorías, explica lo sucedido. Tiene unos diez metros de altura y Querol, al no contar con foto o dibujo de uno de los fallecidos de donde inspirarse, prestó su propia apariencia para reflejar al bombero fallecido.  El monumento fue iniciado en 1892 e inaugurado en 1897. Se ubica en el Cuartel N.O., Cuadro 8, Zona de Monumentos de Primera.

La otra obra es el monumento a los estudiantes de medicina fusilados por los colonialistas españoles el 27 de noviembre de 1871. Ese mes, ocho colegiales de la Universidad de La Habana penetraron en el entonces Cementerio de Espada, adjunto al Anfiteatro de Anatomía donde realizaban sus prácticas pues se había ausentado el profesor que debía impartirles clases. Luego de permanecer algún tiempo en el camposanto, se retiraron. Poco después los estudiantes serían acusados de haber profanado el nicho del periodista español Gonzalo Castañón, furibundo partidario del control colonial, muerto en un duelo con un cubano en Cayo Hueso.

Todo el Primer Año de Medicina fue detenido con la anuencia del claustro de profesores a excepción de la honrosa conducta del Dr. Fernández Cubas, quien se negó a entregarlos. Sobre los ocho estudiantes recayó la pena máxima tras un juicio sumarísimo que no aportó pruebas concluyentes acerca del delito que se les imputara.

Cuando se procedió a inhumarlos, los Voluntarios- Cuerpo especial al servicio del gobierno español en la isla- a manera de afrenta, se negaron a ubicar los cuerpos en el campo bendecido. Los cadáveres fueron arrojados en una fosa común extramuros de la Necrópolis, hacia la parte Este, Cuartel NE   Ampliación Cuadro A.

Años después (1887-1889), Fermín Valdés Domínguez, condiscípulo de los mártires y amigo de nuestro Héroe Nacional José Martí, inició la búsqueda del  lugar con la ayuda del celador del cementerio Sr. Claudio Suárez. Esta pesquisa iba acompañada de una campaña de prensa para reivindicar la memoria de sus compañeros. Una vez descubiertos los restos, se procedió a exhumarlos.

Ubicados posteriormente en la Capilla de los Álvarez de La Campa, fueron trasladados en 1889 al monumento a los Estudiantes de Medicina en la necrópolis «Cristóbal Colón», construido en Italia según los planos del escultor José Vilalta de Saavedra. 

Como puede apreciar, cuando visite La Habana, reserve un espacio de tiempo y no deje de visitar esta joya en el centro de la ciudad. No se arrepentirá.

17 de abril 2025

Cancelación especial- hechas por instituciones diversas con permiso de las autoridades de correos del país de que se trate- para conmemorar el centenario del inicio de la construcción de este cementerio. (foto-1)

*Historiador cubano y Premio Nacional de Filatelia 2012 y miembro de la Unión de Historiadores de Cuba.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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