¿Necesitan más pruebas?
Sin embargo, llamarlo enfrentamiento es un eufemismo… es genocidio, pues no hay otro nombre para calificarlo, no es nuevo.
Juan Hernández Machado/Opinión/El Pregonero del Darién
El pasado 7 de octubre del 2023, el estado de Israel respondió con fuerza extrema a un ataque realizado por el grupo palestino Hamas contra su territorio.
Al poner todas las evidencias sobre la mesa, es cierto que la acción de Hamas fue fuerte e inesperada, pero no fue un hecho fortuito ni accidental, sino el resultado de años de tener que aguantar agresiones, violaciones, asesinato de personas, encarcelamientos injustificados, violación de sus lugares sagrados y otras acciones más por parte del estado de Israel.
Llevamos casi ocho meses de enfrentamiento durante los cuales el estado racista de Israel ha provocado la muerte de más de 35 mil personas, especialmente mujeres y niños inocentes; una cifra equivalente a tres veces la anterior de heridos, desaparecidos, y cerca de dos millones de desplazados dentro de la población palestina, además de la destrucción de gran parte de la Franja de Gaza.
Sin embargo, llamarlo enfrentamiento es un eufemismo… es genocidio, pues no hay otro nombre para calificarlo, no es nuevo. Hace cuarenta años se levantaron voces del Movimiento de Países no Alineados para rechazar los Acuerdos de Camp David, auspiciados por el gobierno estadounidense del señor James Carter por ser una maniobra destinada a dividir el apoyo a la causa palestina, y para denunciar el exterminio del pueblo palestino a manos de la maquinaria armamentista israelí, apoyada totalmente por los respectivos gobiernos en Washington.
Ahora, el mundo se alza en contra del genocidio que comete Israel. Diferentes son las acciones que hemos visto, desde el rompimiento de relaciones de varios países con los racistas sionistas, hasta la solicitud a la Corte Internacional de Justicia de sanciones, pasando por aquellos que no aceptan que buques israelíes visiten sus puertos, los que han cerrado subsidiarias de negocios de los sionistas, y otras acciones.
Se pide el fin de las acciones y la destrucción. Se han hecho gestiones diversas por conseguirlo. El grupo palestino Hamas había aceptado las últimas propuestas mediadas por varios países, pero la insolente respuesta israelí fue iniciar las acciones en Rafah, contra todas las banderas, echando por tierra toda posibilidad de acuerdo.
Durante estos meses se ha documentado de forma más que suficiente, la estrecha colaboración y apoyo a Israel por parte del gobierno del Sr. Biden en la Casa Blanca y, al igual que hicieran en otros conflictos donde trataron de aparentar que no eran tan malos como los hechos demostraban- como en el caso de la independencia de Namibia y su contubernio con la racista Sudáfrica- ahora tratan de ser intermediarios entre Israel y Hamas.
En nuestro artículo “Estados Unidos no puede ser mediador en el conflicto de Palestina”, publicado en este mismo sitio el pasado tres de diciembre del 2023, dábamos todas las razones. Le invitamos a consultarlo para no tener que repetirlas aquí.
Es lamentable que todavía un buen número de gobiernos, por diversas razones, acepta las explicaciones que dan los Estados Unidos en defensa de Israel, país al que consideran democrático, que se está defendiendo contra el terrorismo y otras mentiras edulcoradas que son parte de la campaña que siempre preparan para ocasiones como esta.
Por otra parte, crece el número de países que comprenden el sufrir de los palestinos, que no están de acuerdo con el genocidio que comete Israel y que solicitaron que se admitiera a Palestina, Estado observador no miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como miembro pleno. Dentro de este grupo se encuentran hasta aliados de Estados Unidos.
Como era de esperar, pues así ha sido desde la creación de la ONU, el gobierno estadounidense vetó la resolución en el Consejo de Seguridad.
Los países que desean recompensar en algo a los palestinos continuaron insistiendo y en la Asamblea General convocaron a ampliar los derechos de Palestina dentro de la organización, algo que nos llevaría de nuevo al Consejo de Seguridad, pero esta vez con mayor presión sobre Estados Unidos.
Y ocurrió lo que nadie se imaginaba. El colmo de la prepotencia y de la falta de respeto al mundo.
Gilad Erdan, embajador de Israel ante el ente mundial, además de condenar enérgicamente la actitud de decenas de países que favorecían a Palestina, sacó una trituradora portátil y con la misma destruyó la Carta de las Naciones Unidas. Su argumento: se apoyaba a un estado terrorista que había causado la muerte de 1,200 personas el 7 de octubre del 2023.
¿Y los más de 35 mil palestinos asesinados por Israel desde ese día no cuentan?
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Hemos visto disímiles de imágenes de Gaza destruida por los bombardeos israelíes, de los palestinos hambrientos, heridos, enfermos, con los ojos perdidos al tener un presente y un futuro incierto. Recientemente se vieron imágenes de las tumbas colectivas encontradas en hospitales de Gaza destruidos. Y ahora esta del señor embajador israelí.
La Carta de las Naciones Unidas nos representa a todos nosotros. Ese gesto de Israel sirve para decirle al mundo que poco les importa a los sionistas racistas lo que digamos porque ellos continuaran con su política hasta conseguir su objetivo de acabar con el pueblo palestino. Claro, el soporte a Israel – diferencias menores aparte, sin importar que sea azul o rojo, burro o elefante- es fuerte y continuará en todos los frentes.
Entonces, ¿necesitan estos países que aún aceptan el juego del gobierno estadounidense más pruebas para saber quién es quién en conflicto?
Nos haríamos muy poco favor como pueblos si no adoptamos la posición correcta, la de la vergüenza, la de la humanidad, la de la justicia, sin dejarnos embaucar por las nanas y cuentos de hadas de los señores imperialistas y sus aliados.
*Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba y Premio Nacional de Filatelia