Respuesta a Mario Mendoza
Mario Mendoza parece que es del cartel bogotano que no permite sino bogotanos, caray, gobernando el país.
Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién
Decir que el sistema y el poder ahora lo tiene Petro, es una falacia. Petro es sólo un advenedizo que se les metió al rancho por descuido, en parte apoyado por un sector de la mafia que no es uribista y que está cansada de guerrear y ser perseguida. Con el otro sector, que además tiene las mejores tierras, sigue en diálogos, y con otro, muy afín a los carteles internacionales, no logró llegar a un acuerdo y les declaró la guerra a muerte, que es lo que está sucediendo actualmente en el Cauca y el Huila.
Las alianzas y la posibilidad de las reformas con el primer grupo de ministros fue una utopía y una posibilidad que se permitió como buen demócrata: tuvo la esperanza que con aquellos expertos en el manejo del Estado y un bagaje social interesante, se lograría una apertura progresista, pero en personajes como Alejandro Gaviria predominó el carácter neoliberal y los compromisos con la vieja oligarquía que lo amarraban al estamento y le impedían dañarle los negocios con el erario, hizo que lo traicionara.
En el caso de Ocampo, Cecilia López y Patricia Ariza, al llegar al punto de contradicción se definieron las posiciones ante la imposibilidad de llevar a cabo reformas eficaces y contundentes. A Cecilia, liberal costeña, le faltaron fuerzas para asumir decisiones y emprender una reforma agraria agresiva como lo fue el despojo y el desplazamiento campesino; y con Patricia, desconocemos las reales causas; parece que su gestión no despegó por falta de liderazgo y competencia.
Un narciso no es capaz de concretar absolutamente nada y menos lograr lo que en estos dos años se ha logrado (ya hemos hablado mucho del tema). En este instante se tiene toda la evidencia del deterioro moral en que se ha convertido el país.
El gran árbol que es Colombia con una rama frondosa llena de flores, nidos y frutos mientras las otras quebradizas y descompuestas, podridas…, nos debe llevar a reflexionar en términos objetivos. Pero quienes habitamos esa rama, esa pequeña fracción del país, creemos que es la totalidad y el resto no existe, que estorba y es feo: pobre, negro, indígena y desconocido. Y más aún, esa Colombia «próspera» está signada en gran parte por el delito, y muchos de sus líderes crecieron y se nutrieron al lado del narcotráfico cuando no a expensas de las mieles heredadas de una plutocracia que desde hace doscientos años ha vendido y desangrado al país sumiéndolo en la pobreza y el subdesarrollo.
Que no nos venga a decir Mario Mendoza que los discursos son de un energúmeno polarizador y resentido. ¡A los delincuentes que se han robado la patria hay que hablarles duro y ponerlos en evidencia! ¿por qué no menciona todo el dolor de una historia de despojo y bandidaje? de segregación y fechorías? ¿Por qué no menciona los casi diez mil muchachos asesinados disfrazados de guerrilleros? ¿Por qué se ufana en decir que el presidente se cree el «presidente de las estrellas» cuando está advirtiendo a toda una generación de dirigentes mundiales de la realidad del cambio climático y la posibilidad de una extinción del género humano en menos de doscientos años demostrada por la ciencia?
¿Por qué no menciona que ha sido el único presidente del mundo que fija su posición decidida en contra del genocidio de Gaza y ha tenido el coraje de partir relaciones con Israel? No es un narciso delirando ante su propio espejo, es un intelectual y un guerrero convencido de un ideal que aprovecha con errores y dificultades su punto y hora para hacerle ver al mundo y al país su verdadera realidad, además de tratar de redimir a los más pobres y a las víctimas de esos que, roban, desplazan, contaminan y matan, convencidos que lo hacen por un supuesto desarrollo sabiendo que lo único que han conseguido es polarizar y crear en una cultura de guerra y despojo, un país atrasado y pobre.
¿Mendoza aún cree que Petro nombró a Olmedo y sus secuaces para robar y quebrar la UNGRD? Iluso.
Algún día conoceremos el misterio con Benedetti, y si la conducta delictiva de Nicolás su hijo es cierta, o es sólo una pataleta de una buscona en celo. También se convencerá que muchas de las ausencias obedecen a una elemental conducta de prevención de un atentado o esquivando malestares de salud ante semejante agenda.