Pensando en voz alta
El pueblo notificó a la extrema derecha que quiere y necesita las reformas sociales. Pero, no reconoce enemigos sino divergentes.
Jaime Bedoya Medina/Opinión/ El Pregonero del Darién
Laureano Gómez Castro, llamado el Hombre Tempestad porque por donde pasaban él o sus huestes dejaban el tendal de miseria, dolor y susto, maestro genuino de Turbay y Uribe, decía a sus seguidores en referencia a los liberales: calumniad y calumniad que, de la calumnia algo queda.
¿Qué predicaban los conservadores del liberalismo? Casi nada para esta nación mojigata, católica y manipulada por los curas: masones, ateos y enemigos de la iglesia.
Con palabras distintas es lo que siguen diciendo sus corifeos de hoy, preocupados porque después de 200 años de saqueo, hambre y exclusión del bipartidismo, llegó un gobierno de la entraña popular, pues como lo he explicado algunas veces, en Colombia hubo gobiernos con tendencia social.
La diferencia con Gustavo Petro está en que él sale de la base de los humildes. López Pumarejo, Belisario Betancur, Ernesto Samper y el gran Juan Manuel Santos, llegaron por los partidos de siempre; pero fueron grandes, sin lugar a dudas y, sentaron las bases para una verdadera democracia.
Los huérfanos de poder siguen mintiendo con el cuento de Venezuela y Cuba. No jodan más que no queremos ese tipo de gobiernos, basureros de la historia, rezagados del progreso y violadores de los derechos humanos.
Anhelamos uno de verdadera estirpe liberal porque no existe una ideología más grande y seductora: libre empresa con posibilidades de obtener riqueza bien merecida a quien invierta y arriesgue su dinero, pero con fuerte intervencionismo de estado para que el capital no se desborde. Eso es lo que hace el presidente Petro.
Nuestro modelo son los países nórdicos donde no hay un solo pobre a no ser los de solemnidad que, por una decisión religiosa, han optado por la privación de los bienes materiales, lo explicaba el economista chileno de origen alemán, Manfred Max-Neef. Dado que los extremos se juntan, la derecha colombiana, tira de la misma punta de los fracasados comunistas soviéticos que calificaban peyorativamente la Social Democracia del canciller alemán, Willy Brandt, como el taller de lámina y pintura donde el capitalismo salvaje lava sus culpas.
Nada de esos, señores. Cuba, Nicaragua y Venezuela caerán; mas, las ideas liberales seguirán enhiestas ofreciendo bienestar a todos los pueblos del mundo. Y, ojo no digo el partido liberal que, por lo menos en Colombia es un estercolero sin diferencia alguna con sus émulos tradicionales.
El presidente Petro, con guante de seda seguirá armando las coaliciones para avanzar en el proyecto social que Colombia necesita.
El pueblo notificó a la extrema derecha que quiere y necesita las reformas sociales. Pero, no reconoce enemigos sino divergentes.
A propósito de Venezuela, el presidente Petro no lo puede decir, pero en mi sentir, lo conveniente a la paz de Colombia es el triunfo de la oposición que sacará a bala a tanto bandido de derecha e izquierda que Maduro acoge y protege.