Deshumanizar
Después de habernos matado durante diez mil años, los últimos soles de estos tiempos de tormenta y sequía, ya no calentarán nuevas esperanzas.
Por: Juán Fernando Uribe Duque /Opinión/ El pregonero del Darién.
Todos hablan de humanizar la humanidad, pero si la humanidad ha sido violenta, guerrera, invasora y genocida, poseedora de las más bajas pasiones, odio, envidia, egoísmo, adulterio, miedo y mentira. Hablar de humanización es profundizar la herida. Es complicar el problema. Deshumanizarla sería labor loable, ya casi imposible en un mundo humano en crisis.
La Tierra simplemente nos contempla en el último holocausto, en nuestro propio exterminio.
¿Quisiéramos, acaso “humanizarnos” recurriendo a la recompensa dolorística del cielo católico? o a la utópica “iluminación” budista de los nirvanas inalcanzables?, ¿o, tal vez, en el silencio místico del reprimido anacoreta? también muchos tratan de inducir una mística en el atractivo arcano de los ancestros… pero los tiempos han finalizado para el hombre. Después de habernos matado durante diez mil años, los últimos soles de estos tiempos de tormenta y sequía, ya no calentarán nuevas esperanzas: Bogotá, la fría, la capital, la idílica sabana solo tiene agua para dos meses. Dicen que el mar subirá en algunos años y Colombia no será viable, también las ciudades costeras de toda América desaparecerán, mientras la guerra por el agua hará que los migrantes se maten contra las barreras y las balas. No serán los monstruos de la Paramount, ni los Godzilas quienes nos amenazarán en las capitales del imperio, seremos nosotros mismos – humanos más humanizados- quienes nos seguiremos matando llenando de sangre y flores tristes lo que quedará de nuestros jardines.
En Kiev, los niños se esconden de miedo; en Gaza, simplemente son cremados.