Opinión

A un Papa que nunca será olvido

“Te amo porque no hablaste como un Papa, hablaste como un abuelo sabio que acaricia con las palabras y sacude con el ejemplo”

“Te amo porque no hablaste como un Papa, hablaste como un abuelo sabio que acaricia con las palabras y sacude con el ejemplo”.

Luis Alfonso Ossa B /Opinión/El Pregonero del Darién

Ojalá que este fuera un escrito que pudiese ser leído también por los cardenales en estos días previos al cónclave. Cómo sería de afortunada esa circunstancia de acompañar la conciencia de cada cardenal elector con esta bella relatoría de lo que hizo el Papa Bergoglio durante sus años de pontificado.

Queremos compartir con nuestros lectores esta carta anónima que circula por las redes sociales ante el peso de su contenido y la fuerza de las palabras. Una bella lectura de lo que fue el Papa recientemente fallecido:

Te amo Francisco*

 «Te amo, Francisco, porque no fuiste un Papa, fuiste un escándalo.  Porque cuando todos esperaban un monarca, tu apareciste con olor a calle y a Evangelio.

Te amo, porque te bajaste del trono de Pedro y te subiste al autobús con nosotros.

Te amo, porque no quisiste vivir en un palacio.  Porque elegiste un cuarto chiquito en la Casa Santa Marta, como si la humildad fuera la única corona que te interesaba.

Te amo, porque comías con los empleados y no con los príncipes de la Iglesia.  Porque abriste las puertas del Vaticano y dejaste entrar el barro de la humanidad.

Te amo porque te llamaste Francisco, como el loco de Asís,

y los locos como tú, Francisco, nos desordenan el alma.  Nos hacen ver que el amor no es cómodo, ni diplomático, ni tibio.

Te amo porque no hablaste como un Papa, hablaste como un abuelo sabio que acaricia con las palabras y sacude con el ejemplo.

Te amo porque antes fuiste simplemente Jorge.

Ese cura del tranvía, del mate compartido, de los pies lavados en las villas.

Te amo porque no te importaba caerle bien al poder, te importaba que el pobre no cayera del mundo.

Te amo porque no toleraste a cientos de pedófilos y echaste a cardenales corruptos, sin miedo, sin cálculo.

Te amo porque te animaste a limpiar la casa del clericalismo por dentro, y eso duele.

Te amo porque dijiste lo que nadie se animaba a decir.

Porque nos obligaste a amarte a la distancia, como se ama a los que duelen.

Te amo porque eres humanista como lo fue Cristo, y te amo más, porque jamás te disculpaste por eso.

Porque tu política era el Evangelio, y eso sí que incomoda.

Te amo porque nos pediste que cuidemos a los viejos y a los niños.

Porque nos hiciste mirar a los costados, cuando preferíamos mirar para arriba.

Te amo porque nos sacaste de la comodidad de las parroquias y nos empujaste a salir, a embarrarnos, a ir al encuentro la iglesia en salida.

Te amo porque les diste valor a los pequeños gestos. A ese “buen día” al portero, al “perdón” en casa, al abrazo que llega antes del juicio.

Te amo porque nos invitaste a soñar siempre, y eso es peligroso.

Porque los que sueñan no se conforman.

Te amo porque hiciste de la misericordia tu bandera.

Porque abriste las puertas del Jubileo y nos dijiste que el perdón es un derecho divino, no un premio de los santos, sino de los pecadores.

Te amo porque abrazaste a los presos, lavaste sus pies, y dijiste que nadie está perdido para siempre.

Te amo porque lloraste por los migrantes muertos en la travesía del mar.

Porque lanzaste flores al agua como quien pide perdón por todo lo que no hicimos.

Te amo porque dijiste que el Mediterráneo se convirtió en un cementerio, y nos dolió.

Te amo porque nunca te diste por vencido.

Porque con 88 años, en silla de ruedas, seguías viajando, hablando, amando, denunciando.

Te amo porque hiciste con un pulmón, lo que muchos no hacemos con el cuerpo entero.

Te amo porque nombraste cardenales de los márgenes: de los barrios, de África, de Asia, de la periferia.

Porque volviste a decirnos que el centro está en las orillas.

Te amo, porque nos diste vuelta el mapa.

Te amo porque te arremangaste en el Sínodo y escuchaste más de lo que hablaste.

Porque no tuviste miedo de abrir debates, ni de que la Iglesia se parezca al pueblo de Dios, con sus dudas, sus búsquedas, sus heridas.

Luis Alfonso Ossa B

Te amo porque fuiste a lugares donde nadie iba.

Porque fuiste el primer Papa en pisar Irak.

Porque en Filipinas reuniste la multitud más grande de la historia, y no fue por ti, fue por la esperanza que llevabas.

Te amo porque hablaste en el Capitolio de Estados Unidos y les recordaste que los inmigrantes también tienen rostro y nombre.

Porque en la ONU no hablaste de geopolítica, hablaste de humanidad.

Porque cuando decías “no a la guerra”, yo sentía que me estabas hablando a mí, te amo, Francisco, porque me hiciste volver a creer que la Iglesia puede parecerse a Jesús, el pobre entre los pobres.

Porque nos mostraste que el poder, si no sirve paras servir, no sirve para nada.

Porque nos dejaste una Iglesia con olor a Evangelio, no a naftalina del clericalismo, aqui siempre se ha hecho así.

Te amo porque sonreías con los ojos, y eso desarma a cualquiera.

Porque en medio del barro, en medio de tanta miseria y tanto miedo,

tu encontrabas ternura.

Y eso… eso también salva.

Te amo, Francisco,

porque abrazaste a los gays, a la comunidad LGTB,

a quienes siempre fueron dejados al margen.

Porque cuando todos les daban la espalda,

tú les abriste los brazos.

y no preguntaste cómo vivían.

Preguntaste si sabían que eran amados por Dios.

Te amo, Francisco…

porque te hiciste querer con una fuerza brutal, de esas que no se olvidan.

Porque nos mostraste que el amor verdadero incomoda, desinstala, exige.

Te amo porque tu muerte no es ausencia, es desafío, es grito de profeta que denuncia, como lo fue la muerte del Nazareno.

Te amo porque ahora te volviste semilla.

Y las semillas, Francisco, ya sabemos lo que hacen:

se entierran, duelen, desaparecen…

y después revientan en vida, para dar fruto de eternidad.

Ahora te amo Francisco,

porque ya no puedo mirar el mundo sin preguntarme

qué harías tú si estuvieras acá.

Y lo peor, Francisco…

es que me dejaste con la respuesta.»

Escrito anónimo*

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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