Opinión

A pesar del mordisco, sigue el Pacto

Otro factor a considerar es el mesianismo y el poder manipulador que ha logrado la figura de AUV en las clase media y alta colombiana.

Juán Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién

El entendimiento se impone y los grandes capitales tienden a reproducirse, de ahí la postura de los empresarios «lícitos» (GEA, Gillinsky y Sarmiento). Los ilícitos productores de 25.000 millones de dólares anuales (narcotráfico y economías dependientes), están confusos y en pugna: No sueltan, y por ser más débiles a nivel de la producción artesanal (cultivos y laboratorios) actúan echando mano a las actividades terroristas: bombas y atentados. Las disidencias y los llamados Grupos Armados Organizados (GAO) muy ligados al quehacer del campesino que aún no puede sustituir el cultivo de coca por una agricultura y una economía legalmente permitida, están en crisis.

La incautación de los grandes alijos de cocaína y los combates en las áreas de producción y distribución, amenazan al negocio y por tanto al campesinado y poblaciones comprometidas.

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La aparición en el mercado de los estupefacientes de otras drogas ha hecho que el mercado de la cocaína decrezca y que grandes cantidades de la droga permanezcan almacenadas y el campesino productor se vea presionado a sustituir su cultivo, de ahí la acción simultánea del Estado en plantearle realmente la otra posibilidad aunada a la intervención militar contra el brazo armado disidente que en vano trata de sustentar la producción.

Una visión miope, clasista y violenta sería la asperjación con glifosato sobre las más de 200.000 hectáreas sembradas, produciendo una catástrofe ambiental y humanitaria al destruir todo tipo de cultivos, contaminar las aguas y acabar con mucha de la pequeña fauna. Alguien ya sugiere grandes adelantos tecnológicos con drones asperjadores y otras fantasías de ciencia ficción que en la práctica son imposibles.

El sacrificio judicial de una figura representativa de todo el acontecer político paramilitar mafioso de los últimos treinta años como lo es Álvaro Uribe sólo serviría para alentar más la posibilidad de diálogo con las élites económicas que detectan el verdadero poder en Colombia, y quienes con una guerra civil tendrían mucho que perder. La mesa está servida y muchos de los sectores de las economías ilícitas ya están cansados y viejos, aunque los jóvenes comandantes de las disidencias guerrilleras como Iván Mordisco y sus secuaces, nacidos y criados en la guerrilla, todavía no consideran necesario la entrega de un negocio al que están acostumbrados desde su infancia. No les importa contra quien haya que luchar puesto que esa ha sido su vida y no la cambiarán, salvo que se parta de una legalización y se les garantice dentro de un sometimiento, ciertas gabelas económicas como las que el gobierno ofrece hasta ahora inaceptables. Bien decía el presidente que «los diálogos no son de paz, sino de negocios»

Otro factor a considerar es el mesianismo y el poder manipulador que ha logrado la figura de AUV en las clase media y alta colombiana. Su ascenso como caudillo “liberador” y su consolidación como héroe para una clase que vio en él la posibilidad de progresar económicamente ayudado además por el brazo paramilitar que consolidó como política de Estado, hizo que gran parte de la población viera en su fuero un ejemplo de temple y arrojo que al final de su vida, y lleno de denuncias por los desafueros por el instigados, enmarcan un destino si se quiere muy triste y ajeno a sus últimas pretensiones. Marchas como las del 21 de abril dan buena cuenta de quienes lo apoyan y no es para desconocer la posibilidad de un conflicto paramilitar, pero el gobierno ha sabido sortear la situación con la depuración en las fuerzas armadas y la policía fortalecida por políticas sociales efectivas.

En conclusión, el verdadero poder económico está con el gobierno pues han visto que este ha sido honesto y no los ha traicionado. El sector financiero es consciente que tiene que ceder en la pretensión de mantener los derechos básicos (salud, pensiones) como negocios particulares llenos de corrupción; tanto ellos como los comerciantes y los empresarios saben que no han sido expropiados, ni a nadie se le ha quitado nada, por el contrario, las reformas que se pretenden velan por el bienestar de los trabajadores con una merma muy pequeña en la plusvalía.

Remediar un error de doscientos años en cuatro es una ilusión, pero el primer paso se ha dado con éxito y con la correspondiente reacción de los más pequeños entre los grandes, pues estos últimos (empresarios multinacionales, sectores del narcotráfico y banqueros) ya entendieron la propuesta y la están apoyando.

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