Opinión

Votemos por propuestas, no por colores”

En marco de estas elecciones atípicas tan controversiales, aprovecho para compartir esta reflexión.

Vidal Vivas Cantillo/Opinión/El Pregonero del Darién

Hoy en día, la voluntad del pueblo ha sido condicionada, manipulada e incluso reprimida por la realidad política que vivimos. Esta situación no es nueva; se remonta a épocas en las que se usaban los colores de los candidatos en camisetas o se pintaban casas, a veces por convicción, otras por presión. Aunque entonces era un problema menor, hoy se ha convertido en una amenaza real: muchas personas temen vestirse con los colores asociados a un candidato por miedo al fanatismo, a las agresiones o a ser excluidos laboralmente, tanto en el ámbito público como privado. Lo que antes era democracia y meritocracia, hoy se desdibuja entre la presión política y el poder disfrazado de participación.

La política debería unirnos para construir, no dividirnos por intereses. Por eso, propongo prohibir el uso de colores partidistas durante la temporada electoral como una medida de protección ciudadana. No se trata de eliminar partidos ni ideologías, sino de asegurar que el voto sea libre, informado y consciente, no condicionado por símbolos o apariencias. Votar debe responder a propuestas, no a banderas ni camisetas.

Esta medida también podría ayudar a reducir los conflictos de intereses que se generan cuando la imagen supera al contenido, y cuando el color de una prenda pesa más que la calidad del programa político.

Este llamado no es un ataque a la libertad de expresión o a la identidad. Al contrario, es una invitación a establecer mecanismos que minimicen la corrupción, la politiquería, la presión social y los favoritismos que distorsionan la democracia.

Propongo que durante las elecciones los ciudadanos voten con camisetas de Colombia, de su departamento o municipio, según corresponda, o incluso de blanco, como símbolo de unidad y neutralidad. Votar debe ser un acto de igualdad, no una confrontación de colores.

Pese a los controles y vigilancia por parte del estado, en muchas ciudades los candidatos actúan sin límites: desordenan, derrochan recursos y abusan del poder. Es allí donde más urge proteger al pueblo y garantizar un proceso electoral limpio. Que el sufragio no sea una batalla simbólica, sino una expresión libre, razonada y respetada. Solo así dejaremos de votar por colores y comenzaremos a votar por el bienestar común, construyendo una democracia más verdadera y menos dividida.

Si estás de acuerdo con esta reflexión, comparte y etiqueta a líderes, personas e instituciones que puedan impulsar esta causa para lograr el cambio.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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